¿Quién ganará una batalla entre la libertad y el deseo?

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Esta es la historia de un hombre que fue herido por una flecha envenenada.

Su familia, angustiada, intentó convencerle de que necesitaba un médico.
Pero el hombre, febril, se negaba tercamente.
Les reclamaba con voz trémula:

-Antes que nada necesito saber quién me ha herido. Por favor, averiguad su nombre y su origen y a que casta pertenece…

Encontrar al hombre era difícil, y así intentaron hacérselo ver. Susurraban entre ellos intentando encontrar consuelo, y alguna forma de convencerle. Pero cada vez que alguno intentaba explicarle la gravedad del problema, el hombre agregaba una nueva petición.
A medida que iban pasando los largos minutos, con la voz casi inaudible y temblorosa, el hombre insistía:

-Luego… pero ahora… quiero saber primero con qué tipo de arco me ha disparado… ¿quizás la cuerda del arco era de bambú?… o quizás de cáñamo… o de seda…

En un rincón de la estancia su mujer lloraba en silencio. Pensando que podría influir si le hablaba de sus hijos se acercó al lecho. Secándose las lágrimas para no preocuparlo intentó explicarle que quizás no era posible esperar tanto tiempo como para saber lo que pedía. Le rogó que por favor permitiera que sus amigos fueran a buscar ayuda.

Entonces el hombre, casi exánime, respondió a su mujer con ternura:

-Mujer, por favor entérate de si la pluma de la flecha era de halcón o de buitre… ¿es posible que fuera de pavo real?

El ambiente a su alrededor era sombrío y triste. Todo el mundo temía lo peor. El hombre tenía ya la tez verdosa y apenas podía abrir los ojos. Tiritaba de frío o quizás de fiebre. O de miedo.

Finalmente, con un gesto de su mano llamó a su amigo más querido y este acercó el oído a su boca para poder entender sus balbuceos.
Entonces el hombre le susurró:
-Dime, amigo mío… ¿el arco del hombre que me ha disparado era un arco común o uno de adelfa?
Frente a la mirada triste de su amigo, el hombre finalmente murió sin responder a sus preguntas, tal como era de esperar.

Alguna vez cuando cuento esta historia a alguien, la persona se queda perpleja, como si no le encontrara ningún sentido. Piensa en el hombre como en un hombre estúpido o loco.

Sin embargo así es como muchos de nosotros nos entregamos a una batalla infructuosa, aun sabiendo que estamos heridos de muerte desde el inicio de nuestra propia historia.

Nos enfrentamos a la muerte armados únicamente con el pequeño tenedor del deseo. Hacemos a la Vida proposiciones imposibles o preguntas necias que no tienen respuesta.

-¿Crees que en el fondo él piensa en mí? ¿Piensas que una vez regresará? ¿Habrá sufrido?…o…
– ¿Por qué a mí?

Estas preguntas son preguntas destinadas a protegernos… pero en realidad van a hacernos más débiles.

Desde luego que no lo sabemos.

Son preguntas inútiles que nos ponen en una situación insostenible. Y sobre todo: son preguntas que nos desconectan de la Vida.

¿Esto es ego, terquedad, estupidez? Es posible que sea todo esto y más. O nada de esto.

Es bien posible que sea simplemente ceguera. Ese tipo de ceguera que proviene del miedo. “Si no lo veo no existe”

¿Has visto cuando los niños pequeños se asustan, y se cubren la cara pensando que así pueden desaparecer? Entonces, niños y adultos, a veces dirigen su atención a lo que sí quieren ver. A lo que sí estarían dispuestos a aceptar.

¿Esto es Libertad realmente? Pienso que no.

Porque entretanto damos la espalda a la realidad (que hemos nacido heridos por una flecha envenenada)… La Vida y el Destino se desarrollan según sus propias reglas. Y sin nuestra participación.

Aquí hay algo sobre lo que vale la pena reflexionar.

La fuerza de la Libertad consiste, en cualquier caso, en aceptar que la Realidad siempre va a ganarnos la partida.

Al parecer nuestra única baza, la tuya y la mía, es aceptar la flecha del destino y asegurarnos de encontrar la forma de que el veneno nos permita tener tiempo suficiente para aprender y para disfrutar.

Y en lo posible para crear algo nuevo. Algo generoso. Algo necesario. ¿Lo ves? Algo que pueda ayudar a los más nuevos. A los que vienen con sus preguntas ciegas, y necesitan comprender hasta qué punto la Libertad está al servicio de gestas más grandes… y cómo el Deseo es apenas una trampa del miedo.

 

 

 

Pilar Rodríguez-Castillos
Directora del Liceo de Estudios sobre Disciplinas de la Energía
www.licestu.com

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4 minutos de lecturaActualizado: 04/04/2024Publicado: 29/03/2017Categorías: Estilo de Vida, Mujer SaludableEtiquetas: , , , ,

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