Seguro que más de una vez te ha sorprendido y, en cierta forma dado envidia, ver cómo en los pueblos muchos octogenarios/as se mueven con sus bicicletas con una destreza muy alejada de lo que se presupone para su edad. Son personas con una gran vitalidad, cuya única medicina es exactamente esa: no dejar de hacer ejercicio, moverse y mantenerse activos. Y es que el ejercicio físico es mucho más poderoso de lo que pensamos a la hora de prevenir la aparición de enfermedades.
No hay nada mejor como mover el cuerpo para dotarlo de vida y de energía
Cuando nos movemos activamos el funcionamiento del sistema linfático que es fundamental para la eliminación de desechos y toxinas a través de la vejiga, los intestinos, los pulmones y la piel. Pero, además, el sistema linfático favorece el buen estado del sistema inmunológico, y sin una buena armadura de defensas somos pasto de una amplia gama de enfermedades: alergias, inflamaciones, infecciones, cansancio crónico, cáncer…
Practicar deporte es la mejor medicina preventiva para gozar de buena salud y ser más longevos. Eso sí ¡ojo!, antes de calzarnos las zapatillas y ponernos las mallas tenemos que saber cuál es el ejercicio más adecuado para nosotros. No todo vale y menos de cualquier forma.
El deporte no es para todos igual, ni todo el mundo puede practicar lo mismo, ni con la misma asiduidad ni exigencia. De hecho tampoco sirve pegarse palizas enormes a correr, montar en bici, hacer pesas, jugar al tenis… un día, y luego olvidarse de hacer deporte hasta que la conciencia vuelve a hacerte sentir culpable.
La constancia es la clave, como para casi todo en la vida, y lo importante es descubrir cuál es el deporte que más te gusta, que te engancha, que va con tu personalidad y que te sienta bien hacer; una vez descubierto, practicarlo se va a convertir en una necesidad y en un reto de perfeccionamiento.
¡Lo importante es moverse!
También es cierto que cuanto antes se empiece a practicar deporte, mucho mejor, pero nunca es tarde para oxigenar el organismo, ¡lo importante es moverse!. Siempre recordaré a mi abuelo diciendo: “Cuando me quede sentado, habré llegado a mi fin”.
Realmente no estoy hablando de nada que sea una novedad; la importancia de hacer ejercicio es por todos conocida y está muy vinculada a prevenir la obesidad y las enfermedades cardiacas. Pero hacer ejercicio es mucho más, es tener la maquinaria bien engrasada, a punto, flexible, ágil, con capacidad de reacción y de respuesta y con energía.
Todos los órganos van a funcionar mucho mejor y las células van a estar más saludables. De hecho se ha constatado que los telómeros de las personas que hacen deporte son más jóvenes que los de las personas sedentarias, atenuando, por tanto, el envejecimiento celular y mejorando la previsión de vida.
Es un error enorme vincular deporte a gimnasio y sí, es cierto que está genial ir al gimnasio y que es motivador, pero hay que evitar usarlo como excusa por falta de tiempo o de dinero. No hace falta apuntarse a un gimnasio para adquirir una rutina diaria de hacer ejercicio; un ejercicio que puede ser más suave pero con el que ya estamos ayudando a descongestionar el sistema linfático, fortalecer los huesos y músculos, mejorar la resistencia, aumentar la sensación de bienestar, perfeccionar la coordinación y disminuir el estrés.
Te aconsejamos unos hábitos saludables y muy fáciles de realizar en tu día a día:
• Bájate una parada antes de tu estación al ir al trabajo y volver a casa.
• No utilices el ascensor, acostúmbrate a subir y bajar las escaleras.
• Si puedes dar un paseo después de comer antes de volver a sentarte delante del ordenador o la actividad que desarrolles, mucho mejor.
• Evita el coche, el metro, el autobús…, siempre que puedas y sea una distancia razonable opta por ir andando disfrutando de tu ciudad.
Si llevas una vida sedentaria con estas sencillas medidas ya estás haciendo mucho por tu salud. Si a esto le añadimos paseos a buen ritmo en tu tiempo libre, senderismo gozando de la naturaleza, recorridos en bicicleta (ahora que en Madrid tenemos el sistema de bicicletas públicas es mucho más fácil, eso sí sin abusar del motor), practicar natación en tu piscina cubierta más cercana…, la mejoría que vas a sentir va a ser grande en poco tiempo no sólo física, sino también psíquica.
Practicar deporte, además, genera una serie de hormonas vinculadas con la felicidad y el bienestar
• Endorfina, la más popular, lleva a sentir una gran felicidad e incluso euforia después de la práctica del ejercicio. Se ha comprobado que reduce el sentimiento de dolor comportándose como un analgésico natural. Es la culpable de que una vez que uno se siente feliz con el deporte que realiza quiera repetirlo lo antes posible.
• Dopamina, se la considera el centro del placer y es la que regular el deseo y la motivación para repetir conductas. Esa hormona es la que permite experimentar la sensación de placer después de hacer ejercicio y la que engancha a volver a repetirlo.
• Serotonina, influye totalmente sobre el estado de ánimo y se libera tras realizar ejercicio especialmente al aire libre. Genera una sensación de calma que ayuda a mejorar el estado anímico.
Practicar deporte sólo suma salud: es la mejor de las medicinas preventivas junto a una dieta saludable. ¿Te apuntas a hacer ejercicio en tu día a día? No lo olvides, el movimiento es vida.
Celia Valenciano Bono
Responsable Departamento de Comunicación El Vergel
www.elvergelecologico.com