No estamos sol@s, ¡estamos rodead@s!

¿Quieres más?

¿Te gustaría estar siempre al día con las últimas tendencias, consejos y secretos?  Suscríbete a nuestro boletín mensual y sé parte de una comunidad exclusiva.

Creo firmemente que los afectos son lo más importante de la vida de los seres humanos. Seguro que puede haber excepciones, pero creo que la inmensa mayoría, valoramos nuestra vida, nuestra felicidad, por la cantidad y calidad de afectos que hemos tenido y que tenemos.

Entonces, yo me pregunto, ¿si esto es tan importante y normalmente las personas vivimos rodeadas de otras muchas, por qué hay tanta infelicidad?

Seguro que hay otros factores que influyen en esto, que no me apetece valorar en esta carta, pero creo estar seguro de que es algo secundario ante los afectos. Me apetece valorar sobre los afectos…

Existe algo llamado miedo, una palabra que engloba a una emoción, una sensación, en algunos casos, una forma de vida, creo que mucho más abundante de lo que se recomendaría como sano.

Estamos condicionados por una serie de normas sociales no escritas, pero que la mayoría obedecemos a pies juntos, como se suele decir.

¿Y si estas normas nos hacen tan infelices, no se pueden cambiar? Creo que la gran mayoría de estas normas están alrededor de la prohibición o del miedo directamente, no sabemos a ciencia cierta cuando nacieron, o de donde vienen, pero las seguimos, forman parte de nuestra vida, aunque no son nuestras, no nos pertenecen en absoluto, pero de momento, seguimos tras ellas.

Cada día vemos a cientos de personas en diferentes lugares, calle, transporte público, tiendas, trabajo, lugares de ocio y sin embargo, casi nunca establecemos contacto con alguna de esas personas, que potencialmente, podría ser alguien que nos traería mucha alegría a nuestra vida.

En lo que llamamos ocio, acudimos a diferentes actividades, donde ahí si que esperamos que se produzca la comunicación, el encuentro, esa palabra, esa mirada, esa sonrisa, ese gesto afectivo que nos de la bienvenida a la vida de esa o esas personas, pero casi nunca nos atrevemos a ser los que iniciamos esto, esperamos que se produzca de forma «natural». Y yo me pregunto, ¿hay algo natural en nuestros hábitos sociales? Creo que no hay mucho, pues todo está condicionado por esas invisibles «reglas» que nos susurran al oído lo que se puede, se debe, no se puede y no se debe hacer.

Y así seguimos, con tristeza, soledad, poca alegría, pocos momentos de verdadera conexión humana, parece que el último (y único) refugio es la pareja. Y si estamos «programados» en el miedo, ¿por qué en la pareja va a ser diferente? ¿Existen las transformaciones mágicas? Mmmm… difícil. Creo que hay que partir de la base, de conocernos, de saber lo que queremos y cómo, cuando y dónde lo queremos y a partir de ahí, romper salvajemente con esas «cadenas» que nos aprisionan.

Sin despojarnos de los miedos, de todos esos «hábitos sociales» que nos sobran, no podemos ser felices, porque no aparece nuestra esencia, está tapada, muy tapada por el miedo. ¿Qué pasará si hago esto, si digo esto otro, si pido u ofrezco esta otra cosa? Me dirán que no, se reirán de mí, pensarán que estoy loc@, me dejarán de hablar… La máquina se pone a funcionar y se acabó el viaje, la ilusión, la emoción de algo mágico, inesperado, natural de verdad, sencillo, auténtico, nuestro…

Creo que hay dos caminos muy diferentes en la vida, el del miedo, o el de la valentía. Está claro que el primero es más «cómodo», tiene menos sobresaltos, menos decepciones, menos frustraciones, pero seguro que trae mucha menos magia, alegría, sueños hechos realidad.

Nos tenemos ahí, muy, muy cerquita, a veces, como en el metro, absolutamente un@s encima de otr@s, pero a la vez, tan lejos…

¿Te imaginas una vida llena de afecto, de sonrisas, de alegría, de personas preocupadas las unas por las otras, de sinceridad, de sencillez, de valentía?

Por un lado, es muy difícil, seguro, pero por otro, sólo hay que decirse a uno mismo, «yo quiero» y empezar con ese cambio que tanto deseamos. Seguro que hay que dejar atrás mucho egoísmo, incomunicación, falsedad, cobardía y tantas cosas que tenemos que mejorar.

L@s niñ@s, se dicen constantemente y con toda naturalidad, ¿quieres ser mi amig@, mi novi@, me das un beso, un abrazo? ¿Te imaginas un mundo donde esto no se perdiera al hacernos adultos? Un mundo donde nos contamos lo que nos pasa, donde ofrecemos y pedimos ayuda con toda naturalidad, donde el afecto, la sexualidad se celebra y se vive como algo importantísimo pero con sencillez y sinceridad, donde ofrecemos confianza y podemos pedirla sin dudar, porque sabemos que es imprescindible la felicidad de l@s que nos rodean para que nosotr@s podamos ser felices.

Un mundo que se ayuda, que se cuida, que se protege, que se quiere.

Yo quiero, ¿y tú?

Telémaco Rosales

Agitador vital, creador del proyecto Setnamasol y Alarínea

www.setnamasol.net 

Haz tu buena obra del día ¡Compártelo!

4,3 minutos de lecturaActualizado: 20/11/2017Publicado: 21/06/2013Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: ,

Comenta este artículo