Inteligencia sanadora en plantas medicinales

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El ser vegetal que recubre el planeta de vida posee una increíble inteligencia que le ha permitido subsistir desde mucho antes de la aparición del ser humano.

El reino vegetal es el soporte de la vida animal y humana en la Tierra, pero hay mucho más ya que gran parte de los vegetales generan moléculas protectoras y curativas que el hombre ha venido utilizando desde tiempos ancestrales.

Existe una relación profunda y complementaria entre vegetales y humanos. Conocer estas relaciones es formar parte del proceso sanador que mantiene la vida en la Tierra y en el interior de nuestro organismo.

Como seres humanos nos creemos el centro de la vida y del universo y dotados de la máxima inteligencia. Pero no es así; otros seres vivientes nos acompañan y formamos parte de un mundo diverso. Somos parte de este engranaje y además somos muy dependientes de él sobre todo del mundo vegetal.

El ser humano percibe a las plantas como a seres vivos pasivos

Lo más habitual es que el ser humano perciba a las plantas como a seres vivos pasivos, inmóviles, que no sienten y mucho menos son inteligentes. Nos son útiles y así son un bien natural a explotar (energía, construcción, vestidos, instrumentos, alimentos, medicinas).

Esto no siempre ha sido así ya que, en el pasado, en tiempos previos al desarrollo industrial y tecnológico, se sentía a las plantas y árboles como seres con alma. El concepto griego de madre Gaia. No se podían cortar árboles, estaba castigado, pues un ser viviente habitaba en ellos. La percepción de entidades que habitaban en los árboles está descrita en la literatura y en los cuentos, y de ahí los Ens en El Señor de los Anillos. Aun es así hoy para muchas poblaciones indígenas que son un ejemplo de utilización del bosque y las plantas de forma respetuosa.

En el llamado mundo desarrollado, la tierra está en manos de la propiedad privada, sometida a procesos especulativos. Para los pueblos indígenas, la tierra se posee colectivamente para la comunidad. Las plantas constituyen el 99,5% de la biomasa del planeta. Proporcionan la atmósfera que respiramos y el alimento que comemos nosotros y el resto de animales. Podríamos vivir sin animales, pero no sin plantas.

Las plantas contienen en su cuerpo un 99% de agua; el agua es el vehículo o la manifestación de la vida.

En los últimos años se está comprobando esa inteligencia vegetal gracias a científicos como Stéfano Mancuso y sus investigaciones en el laboratorio de neurobiología vegetal que dirige en Florencia.

Nos es difícil comprender la inteligencia de las plantas porque provenimos de un modelo animal con órganos especializados. En el modelo animal hay un cerebro que coordina y dirige, y unos órganos que obedecen y realizan las funciones dictadas por el cerebro; es un modelo jerárquico.

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En las plantas las funciones de los órganos están distribuidas por todo su cuerpo y además, al no poderse desplazar, tienen una grandísima sensibilidad para poder adaptarse a las diferentes situaciones. Con sus raíces perciben más de 20 parámetros diferentes al mismo tiempo y tienen más de 20 sentidos distintos, por lo tanto, tienen una capacidad de percibir el entorno en el que viven y adaptarse a él mucho más elevada que la de los animales. Eso en realidad es la inteligencia: la capacidad de información, comunicación y resolución de problemas.

Las plantas contienen principios sanadores que forman para sí mismas, para su supervivencia, para comunicarse con otras plantas o con el mundo animal, sobre todo los insectos. Contienen antioxidantes: para protegerse de la fotoxidación; aceites esenciales para protegerse de los contrastes de temperatura, de los microrganismos y parásitos, y de que las coman los herbívoros; resinas para cerrar sus heridas; mucílagos y otros polisacáridos para atrapar el agua en zonas secas.

Estas sustancias que contienen las plantas se usan como medicina y son reconocidas por los receptores celulares de nuestro organismo por que tienen moléculas químicas muy análogas. Ejemplo: valeriana para receptores de benzodiacepinas, morfina para receptores de opioides, glucósidos salicilatos en la corteza de sauce o en la ulmaria que inhiben la enzima cicloxigenasa y así disminuye los procesos de inflamación.

El universo crea todo con las mismas leyes. Podemos verlas en parte expresadas en las formas geométricas: espiral, círculo y otras formas derivadas, el número aureo, la secuencia de Fibonacci… En las plantas y en la naturaleza se puede observar perfectamente en un girasol, en una caracola marina, en nuestro remolino de cabello en la coronilla o en una galaxia.

Las plantas podrían vivir sin el ser humano pero el ser humano no podría vivir sin las plantas.

Los seres vivos formamos parte de un gran organismo: el universo crea con las mismas leyes, se expresa y manifiesta en multitud de formas vivas que están en interrelación.

Hoy tenemos muchos desafíos como especie frente al cambio climático. Las plantas nos dan muchos ejemplos de cómo sobrevivir, cómo relacionarnos mejor con el entorno que nos rodea y con nosotros mismos.

Otro ejemplo que nos dan las plantas a la humanidad es su colaboración: toman decisiones en conjunto con todos los parámetros percibidos, están en estrecha colaboración de cara a una mayor capacidad de adaptación y resolución de los problemas que se presentan. Su enseñanza pues es la cooperación, el trabajo en equipo para tomar las mejores decisiones. Ellas están obligadas a convivir sin moverse del sitio y por ello hacen relaciones lo más cooperativas posibles. En la vida natural tiene más éxito la estrategia de cooperar que la de competir.

 

Palmira Pozuelo

Farmacéutica naturista

palmirapozuelo.com

 

 

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