Infidelidad y Celos

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La infidelidad es un fenómeno que depende del contexto cultural e histórico en que se inserta, asociado a factores sociales, políticos, cambios en los estilos de vida, surgimiento de nuevos tipos de familia…

La infidelidad desde un punto de vista sistémico, es algo más que lo que «hace» una persona; el miembro más débil de la pareja es el primero que actúa haciendo el primer movimiento hacia fuera que puede ser un trabajo, hobbie, alcohol, otra persona, un familiar… Esta movilización deja un espacio que favorece la presencia de algo o alguien.

No es necesariamente sexual, es mucho más amplio que éso: es cualquier traición a la relación. Radica esencialmente en el ocultamiento y éste equivale a la mentira y quien miente a otro no genera proximidad, intimidad o comprensión, sino todo lo contrario.

Es un indicativo de que algo anda mal, y su desarrollo depende más de la naturaleza de los problemas existentes en ese matrimonio o pareja, del tipo y calidad de vínculos, de razones por las cuales se constituyeron inicialmente en pareja y muchas veces da cuenta de un desequilibrio emocional a nivel de intimidad.

La intimidad sería la capacidad y predisposición para hablar acerca de lo que uno siente, necesita, desea… y donde no hay necesidad de parecer como si no pasara nada, se permite ser, sin fingir.

Cuando ésto no se da, uno de los miembros de la pareja (o los dos) empieza a sentirse falto de reconocimiento y validación, generándose un círculo vicioso de aislamiento y que finalmente lleva a la búsqueda de alternativas.

La infidelidad puede cumplir diferentes propósitos:

– Ser una justificación para terminar la relación.

⁃ Un intento por mejorarla, pues el engañado trata de superar a su rival.

⁃ Una complementación de la relación de pareja; a veces por si sola sería incapaz de satisfacer las demandas de sus miembros.

⁃ No marca ni el inicio ni el término del drama, señala la precariedad de la relación y que inevitablemente lleva a la lucha y al dolor.

Infidelidad y familia de origen.

La relación extraconyugal frecuentemente se asocia a conflictos no resueltos con la familia de origen y a la satisfacción de deseos inconscientes.

Se asocia problemas de identidad en relación con el grado de diferenciación y autonomía. Las ansiedades no resueltas así como las experiencias tempranas que no han generado sentimientos de seguridad, apoyo o protección, favorecen la inestabilidad y precariedad de los vínculos futuros.

Infidelidad, dolor y distancia.

La insatisfacción de pareja en cuanto a apoyo, reconocimiento, calidad y frecuencia de intercambios en las relaciones íntimas, y junto a ansiedades primarias, serían los principales gatilladores de una búsqueda fuera de la pareja.

La predisposición a la infidelidad aumenta cuando ocurren situaciones de pérdida, muerte, paro…Se genera un vínculo vicioso entre dolor y distancia: a más dolor más se distancia del cónyuge y más la posibilidad de búsqueda extrema para encontrar en otro-a la fuerza para mitigar el dolor y encontrar sentimientos de apoyo y cercanía.

A veces puede ser un mecanismo de escape ante la tensión que genera el reconocimiento del fracaso o la aceptación de una debilidad.

Reacciones frente al descubrimiento.

En un extremo menos frecuente, ocurren la indiferencia, negación o alivio. En otro, bastante más común se dan la rabia, celos, revancha, violencia, desvalimiento y autodesvalorización y dolor.

A veces, es un intento de terminar la relación y en vez de ello, ocurre lo contrario: la relación es mantenida pero al miembro que ha sido infiel se le «castiga» de diferentes modos como un manera de autoprotegerse del daño y del dolor.

Se abre una grieta en la pareja, rompiéndose la promesa de exclusividad emocional y sexual (si el acuerdo ha sido ése).

Después de ésto hay elementos semejantes al duelo, pero altamente complicados por sentimientos de desconfianza y celos que surgen de sentirse humillado-a y desplazado-a.

Resulta difícil y doloroso reconocer la propia participación: lo que uno colaboró para ello y lo que a uno le corresponde asumir.

LOS CELOS.

Están viculados a sentimientos de inseguridad, debilidad o posesividad y al temor a la pérdida o abandono y a ser excluído-a.

⁃ Sentimientos de inseguridad: de debilidad, insatisfacción o vulnerabilidad, aumenta la susceptibilidad a los celos, y como son valorados negativamente, se genera más inseguridad.

⁃ Debilidad o posesividad: como una forma de desear poseer y controlar la conducta del otro y puede acompañarse de amenazas de venganza, abandono o agresión, produciendo resentimientos en el que se siente manipulado o controlado.

⁃ Temor a la pérdida o abandono y a ser excluído: las personas infieles que son celosas proyectan la idea de la infidelidad en el otro y buscan la exclusividad para «evitar ser engañados».

En relación a desarrollo evolutivo:

Resulta clave la formación de los primeros vínculos de la vida en la infancia y adolescencia con los padres u otras figuras relevantes y dependiendo de cómo se desarrollaron estas relaciones de apego (separación-cercanía, dependencia-independencia, control y regulación de emociones-descontrol…) será como posteriormente se vivirán otras relaciones y vínculos con las diferentes personas que iremos conociendo a lo largo de la vida.

Celos y contexto relacional.

Los celos parecen de mecanismos de comunicación y control cada vez más disfuncionales para la pareja.

Hay una vivencia de amenaza, de temor a la pérdida de amor, status y/o gratificación.

Aparecen emociones como culpa, autodepreciación, rabia y que puede llevar a conductas de aislamiento irritabilidad, curiosidad, violencia y alteraciones de límites.

Infidelidad y celos como reguladores de la relación.

Los celos son reguladores de la distancia, la profundidad de las relaciones y alerta de las amenazas.

Son además un mecanismo de retroalimentación negativo, pero también de feedback positivo: a mayor celo mayor posibilidad de generar un cambio.

La infidelidad es un mecanismo más drástico, casi siempre activa cambios. Su elaboración es más dura, depende mucho de la madurez de los miembros y de la concepción de pareja que se tenga, de los límites y acuerdos que exista entre ambas partes y además influye las experiencias y viviencias que cada uno haya mantenido en sus respectivas familias de origen.

La culpa es un aspecto importante en la infidelidad: puede ser sana si no dura mucho y se sabe canalizar adecuadamente favoreciendo la posibilidad de cambio, pero cuando la culpa es excesiva puede provocar mucho más daño que la causa original por la cual se siente culpable.

La infidelidad se debe considerar como una conducta sintomática y problemática y es preciso investigar su significado específico para determinar de qué es síntoma.

Si alguien no ama a su cónyuge, la infidelidad es una manera bastante complicada y humillante de decírselo. No es una cuestión emocional solamente sino también de opción «si se ha abandonado o no el compromiso de pareja».

Hay muchos mitos en torno a la infidelidad y los celos que no tienen base de realidad: como la idea de «todos son infieles», «que una aventura reaviva la pareja», «La aventura sucede por culpa del cónyuge engañado»…

De cualquier forma el engaño genera un sentimiento molesto de culpa y quienes la experimentan pueden sentir miedo e ira y comprendiendo equivocadamente la fuente de su culpa, la pueden individualizar en la persona de cuyo agravio se sientan culpables fustigando a la persona a quien agravian en ese momento y ese agobio por la culpa además les hace distanciarse de su pareja que nada sospecha y cuyo amor les hace sentir más culpables aún.

Rosa María Suárez Espada

Psicóloga.

Clínico y Consultora EMDR.

www.rosamariasuespsicologa.com

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6,8 minutos de lecturaActualizado: 20/08/2017Publicado: 26/10/2012Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , ,

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