Hojarasca

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Pronto las hojas de los árboles comenzarán a caer. Un dorado de formas redondeadas y punteadas se agolpará en las aceras de nuestras ciudades y en la tierra de los campos. Una alfombra sonora e improvisada podrá devolvernos a nuestra niñez, como quien juega con los charcos de agua. Es tiempo de soltar, de dejar ir, de dejar huecos para que crezca otra armonía.

Cada estación nos trae una nueva energía. La naturaleza se sucede en sus ciclos constantes, ofreciéndonos el escenario natural donde vivir nuestra energía aunada a la energía de la tierra. Es tiempo de castañas y setas, de paseos por los montes, de nuevas humedades que refrescan la tierra.

Nuestras emociones también van ligadas a las verano. El día se acorta y la magia de la noche nos llama y nos invita a acompañarla durante más tiempo. El calor del hogar que vendrá va marcando su deseo de dejarnos calentar. Y mientras tanto, nuestras ideas pueden ir volando, dejando que caigan unas y que nazcan nuevas otras. No se piensa qué hoja cae del árbol. Simplemente cae. Tampoco se piensa la que nace. Simplemente nace. Siendo lo que somos nuestras raíces comenzarán a nutrir todas nuestras ramas, el hermano viento sacudirá las hojas pálidas, entregando a la tierra su energía y todo lo aportado. El árbol es agradecido en su aparente silencio por haber acunado a todas sus hojas, a la vez que permanece presente e inmóvil mientras ofrece el nuevo espacio a las hojas que están por venir.

Nuestra creatividad está esperando ser avivada: hay muchas actividades que anhela nuestro corazón, tal vez pintar, cantar, hacer teatro, practicar meditación, hacer arcilla, decorar, hacer deporte, aprender a comer sano… Esta es una invitación a que nuestro ser se alinee con aquellas actividades que pueden desarrollar su creatividad y a la vez la conexión consigo mismo, pues la creatividad es una manera de conectar con nuestro ser interno en conexión con lo divino, devolviéndonos todo el poder y la capacidad que tiene nuestra energía. Conectados con nosotros mismos no hay lugar para el cansancio, el aburrimiento o el tedio de las vidas gastadas y monótonas desconectadas de su verdad. Y no es sólo hacer actividades por hacer, sino precisamente escoger aquello que nos saca de nuestros hábitos rutinarios y perezosos para que nuestra alma crezca. Ella lo sabe.

Quizá para ello, para abrir nuevos espacios, sea interesante revisar el armario, desechar lo que no nos sirva: esperanzas o esperas innecesarias, postergamientos de acciones deseadas, alianzas, actividades que en realidad no deseamos o lugares en los que realmente no queremos estar o a los que no queremos ir. Sólo se trata de ser honestos con nosotros mismos, escuchar nuestro corazón, darle valor a lo que sentimos y desde ahí tomar la fuerza y legitimidad para realizar todo aquello que andamos buscando. Para todo ello será necesario crear un espacio, un espacio de silencio y de amor donde pueda aflorar aquello con lo que verdaderamente conectamos. Cuanto más acostumbrados estemos a realizar esto, más claro sabremos qué queremos en realidad, más fácil nos va a resultar no juzgar lo que sentimos y posteriormente llevarlo a cabo. Si acabamos de «bienvenir» a este mundo será sólo cuestión de ir acostumbrándose poco a poco a dejar que lo que somos, sea. Y cada vez seremos menos lo que nos impongan desde fuera. Porque no podemos impedir que las hojas de los árboles caigan. Tampoco podemos evitar que nuestro corazón sepa qué es lo que ya no le conviene. Sólo hemos de escucharlo y dejar que este hueco lleno de posibilidades pueda expandirse y nazca también en nuestro interior unido al anhelo de otros seres humanos que buscan lo mismo que buscamos cada uno de nosotros. Cuantas más personas sepamos conectar con la nueva energía, escuchar a nuestro corazón, atrevernos a innovar, a dar los pasos necesarios, más se beneficiará el mundo, pues nuestro anhelo y nuestras acciones están unidos a la fuerza de todos y al crecer una parte de nosotros lo hace una parte del mundo. Unirnos a otras voces y compartir espacios con otras almas afines que buscan la misma unión que nosotros resulta altamente nutritivo.

Ha de ser bonito mirar la tierra desde dentro y ver cómo los árboles entrelazan sus raíces, al igual que desde el aire resulta hermoso observar cómo entrelazan sus ramas. He ahí la belleza del bosque y su composición, como lo ha de ser la belleza de la nueva humanidad.

Lucía Díaz Uceda
Psicóloga, Musicóloga y Musicoterapeuta Humanista
 

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4 minutos de lecturaActualizado: 25/03/2024Publicado: 29/10/2014Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , , , , , , , , , ,

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