Hola Amig@s, ¿sabéis localizar dónde se encuentra el Norte? ¿Y el Sur? ¿Y el Este? ¿Y el Oeste? ¿Y para qué? Os podéis preguntar; porque salvo que os dediquéis a la navegación, y no me refiero a internet, o a actividades relacionadas con la aventura, estas referencias no suelen inquietar a la mayoría. Pero, ¿qué tal si esta lectura despierta en vosotros una nueva curiosidad? La importancia de tomar conciencia de nuestra posición sobre el planeta, utilizando los puntos cardinales con un enfoque práctico, puede contribuir enormemente a nuestro confort diario y a la economía de nuestras acciones.
Os propongo una experiencia sensorial, insólita pero transformadora, que aprovechará la fuerza del movimiento de rotación terrestre en nuestro beneficio. Esto no solo es un ejercicio de conocimiento, sino una invitación a despertar un potencial lleno de posibilidades prácticas en nuestra vida cotidiana.
La Tierra (del latín Terra, nombre de Gea, deidad griega de la feminidad y la fecundidad) es un maravilloso planeta de nuestro Sistema Solar que se formó hace aproximadamente 4568 millones de años. Desde entonces, se ha convertido en el hogar de millones de especies, incluidos nosotros los humanos. En la latitud de España (40º), la Tierra gira a una velocidad media de 1200 km/h, completando una rotación sobre sí misma en menos de 24 horas. Aunque es difícil imaginarlo, este fenómeno físico ha sido estudiado durante mucho tiempo. Ahora, ofrezcámonos la oportunidad de sentir esta realidad para utilizarla a nuestro favor. Aunque raramente percibimos esta rotación, su existencia es innegable.
La fuerza de la rotación terrestre se puede contemplar desde dos perspectivas:
– La fuerza de empuje, orientada hacia el Oeste.
– La fuerza de arrastre, orientada hacia el Este.
Es crucial utilizar estas fuerzas de manera frontal, ya que el rendimiento de nuestros sentidos es significativamente mayor cuando nos posicionamos de cara a nuestro plano visual. La estructura del cuerpo humano está diseñada para ello; se trata de una cuestión de seguridad y confianza, esencialmente ligada a lo que observamos y a cierta desconfianza de lo que no podemos ver.
Al ubicarnos de pie, orientados hacia el Este, notaremos una fuerza de arrastre que nos impulsa hacia adelante, especialmente con los pies juntos. Si esta sensación parece escapar a vuestra percepción, os sugiero que realizáis las primeras prácticas al amanecer, cuando el Sol comienza su ascenso en el horizonte, preferiblemente en plena Naturaleza. También se puede sentir intensamente si nos tumbamos en un campo abierto. Después, cerraremos los ojos y comenzaremos a respirar profundamente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca. La meditación o ejercicios de relajación son complementos útiles para neutralizar nuestras referencias sensoriales. Recuerda, nuestro sistema nervioso es capaz de reajustar esta información sensorial. Con el tiempo y la práctica, notarás cómo tu cuerpo busca equilibrarse, obligándote a dar un pequeño paso adelante para evitar perder la estabilidad. Un momento perfecto para esta práctica es durante las noches de Luna creciente o llena al amanecer.
Si aún resulta difícil sentir esta energía, probemos cambiar nuestra referencia cardinal. Al orientarnos hacia el Norte, el desequilibrio se notará hacia la derecha. Imagina que estamos sobre un eje imaginario de rotación terrestre que gira continuamente de izquierda a derecha. Luego, al voltear hacia el Sur, sentirás el desequilibrio dirigiéndose hacia la izquierda.
Entonces, reflexionemos sobre la utilidad de esto. Por ejemplo: cualquier esfuerzo físico que podamos realizar en una superficie plana se beneficia de orientarse hacia el Este. Probadlo. Así mismo, cuando tengáis que tomar decisiones difíciles, colocados hacia el Este notarás un fluido aumento de energía. Dar ese gran paso hacia adelante, iniciar un proyecto, atrevernos a arriesgar, será más fácil si nos enfrentamos hacia el Este. Otra situación práctica es al comunicarnos; al hablarles a los demás mientras estamos alineados hacia el Este, la información resonará con más fuerza. Este método puede ser particularmente eficaz en entornos educativos, donde la atención de los estudiantes es crucial. Si das clases y tu espacio no ayuda, intenta cambiar de orientación durante tus explicaciones. En casa, ubicarte hacia el Este cuando hables a tus hijos puede cambiar por completo su atención. Funciona igual de bien en relaciones de pareja. Es verdaderamente asombroso. Recuerda, sin embargo, que no se trata de sustituir el contenido de nuestras palabras; se trata de considerar una variable física que les permita lograr sus objetivos más fácilmente.
Existen innumerables ejemplos, y cada día emergen nuevas formas de aprovechar esta fuerza natural. Os dejo esta exploración en vuestras manos.
Por otro lado, al orientarnos hacia el Oeste, la Tierra nos proporciona una sensación de empuje hacia atrás, como si este enorme globo nos fuera a pasar por encima. Esta percepción puede ser beneficiosa en momentos de estrés o contratiempos, e incluso en accidentes, ayudando a ralentizar y calmar el sistema nervioso, simplemente cambiando nuestra orientación. Esta experiencia se puede realizar especialmente al atardecer, mientras el ocaso se acerca, disfrutando también de la disminución de luz y temperatura que nos invita al recogimiento.
¡Disfrutad de esta conexión con la Tierra!
Michael Laloux Kodaewa,
Diplomado en Osteopatía, Naturopatía,
Terapia Cráneo-Sacral y terapeuta de La Nueva Medicina,
Terapia Hormonal Craneosacral y
Terapia Biológica Craneosacral.
Director del Centro Terapiasalus en Madrid.
www.terapiasalus.com