¿Cómo mejorar las habilidades sociales del niño? El papel de la familia

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Relacionarse con los demás es un aprendizaje más como abrocharse las zapatillas, aprender a leer o a bailar. A relacionarse se puede aprender a cualquier edad aunque a edades tempranas resulta más fácil.

Cuando un niño/a, al igual que el adulto, se siente capaz de hacer algo lo hace, al ver que lo hace bien, se siente reforzado, y continúa consiguiendo cada vez hacerlo mejor. Así, si nos sentimos competentes relacionándonos cada vez practicaremos más y seremos más eficaces.

Hay personas que sin entrenamiento parecen ser el centro de atención en muchas reuniones, todos los admiran y escuchan con atención. Pero, ¿cómo lo consigue? ¿han nacido ya con estas cualidades o las han aprendido? Hay personas que nacen con dotes para la música, el deporte, otras con dotes para relacionarse pero cualquiera puede aprender con un adecuado entrenamiento a tocar el violín o ser hábil en sus relaciones.

Hasta ahora se había dado gran importancia a las capacidades intelectuales, es ahora cuando se está tomando conciencia de la necesidad de desarrollar la Inteligencia Emocional y Social al denotarse que en las empresas, escuelas y familias se hace necesarias cualidades como la empatía, asertividad, habilidades comunicativas y de resolución de conflicto, trabajo en equipo, manejo de las propias emociones o las de los otros…

Las habilidades sociales deberían ser una asignatura obligatoria en la educación primaria y secundaria. Son habilidades tan necesarias como la lectura y escritura. Mientras no lo sean, cada uno puede ser autodidacta y practicar cada día una habilidad, valorar su evolución y observar cómo se relacionan los demás.

Los familias tienen un gran papel en este sentido,

¿Qué hacer cuando un niño/a evita relacionarse?

  • Animarle a que supere la situación que le provoca inseguridad. No reforzar que su malestar le lleve a abandonar la situación. Puesto que le estaremos enseñando a que cuando algo le produzca angustia lo mejor es huir.
  • Proporcionarle la seguridad que necesita:
  • Valorar sus cualidades.
    •  Ver con él situaciones que ha superado.
    • Comentarle dónde va a estar el adulto, quienes van a ser los amigos con los que estará.
  • Ponerle nombre a las emociones que siente. Ayudarle a expresar cómo se siente. Explicarle que ante las situaciones que no conocemos tenemos miedos que podemos superar.
  • Empatizar con él. Contarle algún caso parecido en el que nos sentíamos como él se siente ahora.
  • Ponerle metas alcanzables que tengan una dificultad creciente.
    • Primero acompañarle cerca del grupo de amigos.
    • Después reforzar que les salude y pida jugar con los otros.
    • Seguidamente, que lo haga él solo sin la ayuda del adulto.
  • Ante el fracaso. Si el niño no ha sido capaz de acercarse al grupo de niños o hablar con ellos, el adulto puede tranquilizarle con frases como: «estás aprendiendo, el próximo día se te dará muy bien», «¿te puedo ayudar en algo?», «la próxima vez lo conseguirás». Después, cuando el niño/a esté tranquilo/a buscar soluciones para la próxima vez que se encuentre con la misma situación.
  • Antes de la situación a superar. Ayudarle a que lo visualice y lo exprese mediante la plastilina, con los muñecos o contárselo al adulto.
  • Ofrecerle espacios para relacionarse con iguales. Las relaciones con iguales son las más complicadas ya que son relaciones recíprocas, se relacionan al mismo nivel y esto no es tarea fácil. Lo fácil para cualquier niño es relacionarse con mayores o con pequeños donde son los «reyes».
    Para darle retos aumentando la dificultad lo ideal sería que, en principio, tuviese momentos para compartir con un amigo donde él se sienta competente, cuando tuviese la situación superada, proporcionarle espacios con más amigos. Por otro lado, de lugares que el tiene el control a lugares en los que no lo tiene, por ejemplo, invitar a amigos a casa, es una situación con una dificultad baja, más difícil será cuando sea en casa de un amigo, en el parque u otros contextos.
  • Después de verle con los amigos, si es posible por parte de la familia, reforzar cualidades como la generosidad, simpatía, cuidado por el otro, empatía, asertividad.
  • Aprovechar diferentes momentos del día para:
    • Darle ejemplos de amistad, asertividad, empatía. El adulto puede comentar con él qué amigos le gustan, cuáles son sus mejores amigos, qué les gusta de sus amigos, qué cree que a sus amigos les gusta de ellos.
    • Cuando juegue con el adulto, simular como jugaría con niños. Por ejemplo, no dejarle ganar siempre en los juegos, exponer lo que no le gusta cuando juegas con él tanto como lo que le gusta, decirle porque le elegirías como su mejor amigo.
    • Reforzar que sea generoso, deje elegir el juego, felicite cuando el adulto le gana, preste sus juguetes.
  • Comentarlo con el colegio. El colegio puede ayudar mucho a fomentar las relaciones con los compañeros. También puede recomendar a la familia actividades que le ayudarán fuera del horario lectivo.

Superar estas situaciones y desarrollar sus habilidades sociales le ayudará a sentirse competente y seguro. En todo momento se anima al niño a que lo supere como un reto evitando comparaciones y sermones.

Sonia Martínez Lomas

Psicóloga en los centros Crece Bien en Madrid.

www.crecebien.es

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4,6 minutos de lecturaActualizado: 03/05/2018Publicado: 19/11/2012Categorías: FamiliaEtiquetas: , , , ,

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