Chi Kung, observación y sensibilidad

¿Quieres más?

¿Te gustaría estar siempre al día con las últimas tendencias, consejos y secretos?  Suscríbete a nuestro boletín mensual y sé parte de una comunidad exclusiva.

6,5 minutos de lecturaActualizado: 20/09/2024Publicado: 27/01/2016Categorías: Estilo de VidaEtiquetas: , , ,

“Cuando observamos algo nos hacemos sensibles a aquello que estamos observando; de esta manera podemos captar su esencia, y cuando captamos la esencia de lo observado nos hacemos uno con ello, se disuelve la dualidad y la separación desaparece. Así surge la conciencia como un campo en el que ESO-EL SER se manifiesta”.

Cuando salgo a pasear por la naturaleza, observo todo lo que hay a mi alrededor: los árboles, las flores, el cielo, las piedras del camino, y no deseo que el cielo sea más azul, ni que haya menos nubes, ni que un árbol sea más alto que otro, ni que una flor sea más bella de lo que es, simplemente observo….

El hecho de observar contiene en sí la cualidad de no juzgar aquello que observamos, y no desear tampoco que las cosas sean de una manera diferente a como son. Observar es una forma de parar la mente y de fundirnos con aquello que observamos. Cuando desarrollamos este darnos cuenta, entonces no hay “nada que añadir ni nada que quitar”; todo es completo en sí, la mente desaparece como fuente de conflictos y de insatisfacción.

Lo que nos separa de la existencia plena de SER es nuestra mente. Existe un hermoso cuento Sufí en el que Dios habla con un hombre y le dice: “La diferencia que existe entre tú y yo, es que mientras yo sé que entre yo y tú no hay ningún velo, tú crees que entre tú y yo hay cien velos”.

Observar de forma consciente es una manera de regresar al estado original de lo que en esencia somos, “consciencia”.

Cuando aplicamos esto a la práctica del Chi Kung, comenzamos a experimentarnos de una forma diferente.

Descubrimos que somos algo más que un cuerpo con una cierta apariencia de solidez. Comprobamos que hay algo en nosotros que reconocemos como el fluir de una fuerza vital, a la que podemos llamar energía, que se manifiesta en un organismo vivo y sensible. Podemos darnos cuenta de que a veces nos sentimos relajados y a veces agitados. Nos damos cuenta de que surgen pensamientos que nos llevan lejos, ausentándonos del momento presente. Otras veces, por el contrario, nos sentimos totalmente presentes en ese instante, observamos y nos damos cuenta; eso es “consciencia”.

La observación requiere de un cierto grado de silencio interior, si no, es como pasear por el bosque con auriculares y gafas de sol; de esa manera no podemos escuchar el canto de los pájaros y veremos todos los colores impregnados por el color de nuestras gafas. La mente funciona igual; tiñe nuestros pensamientos con el color del estado mental que tengamos en ese momento y lo que escuchamos es nuestra propia charla, de esa forma nos desconectamos de la vida.

Observar (sin juzgar) es un hábito que hay que cultivar, igual que pensar, juzgar, criticar o discutir son hábitos inconscientes de la mente. Necesitamos detenernos para observar y sentir. Nuestros sentidos son limitados, y lo que sentimos puede ser engañoso a veces; los pensamientos condicionan nuestros sentidos, la mente está constantemente filtrando la información, con frecuencia no vemos lo que hay, si no lo que queremos ver, no escuchamos lo que se nos dice, si no lo que deseamos escuchar, o no recordamos aquello que no nos gusta. Por eso la sensibilidad hay que educarla, y requiere de un acto de atención y de observación permanente.

Nos hacemos sensibles para descubrir en nosotros que ya SOMOS aquello que andamos buscando, aunque sobre lo que somos se encuentran capas de obstáculos y limitaciones que nos impiden vivir desde la PLENITUD que somos.

Es bueno cuidar nuestro cuerpo, vivir de manera saludable, hacer el ejercicio adecuado, alimentarnos sanamente, descansar y disfrutar, cuidarnos y cuidar a los demás,… en todo ello hay un gran acto de amor hacia la vida y desde la vida. Este acto de amor despierta en nosotros un estado de especial sensibilidad, algo que tiene que ver con “la Belleza, con la Bondad y la Verdad”. Cuando practicamos Chi Kung estas cualidades se vuelven una parte fundamental de nuestra vida, nos enriquecen y nos elevan.

El Chi Kung, como conjunto de prácticas y como camino de aprendizaje sobre el cuerpo, la mente y la energía, se ha nutrido a lo largo de los siglos de las experiencias de los grandes sabios de la antigua China que se dedicaron a aprender sobre estos aspectos del Ser Humano, para transmitirnos un legado vivo y lleno de recursos que podemos utilizar para descubrir aquello que verdaderamente somos, lo que se encuentra más allá de las limitaciones que nos impone nuestra mente.

CHI KUNG, OBSERVACIÓN Y SENSIBILIDAD:
La observación es el instrumento que empleamos para conocernos mejor, y la sensibilidad es la cualidad que desarrollamos cuando observamos. La práctica del Chi Kung requiere estas dos cualidades para que sea efectiva; observamos nuestro cuerpo dentro de cada ejercicio, y aplicamos nuestra sensibilidad para percibir mejor nuestras sensaciones, sentimos la respiración, la energía en movimiento, y nuestra capacidad de estar presentes, reconocemos los movimientos de nuestra mente, y nos colocamos por detrás de ella, en esa dimensión de la conciencia donde nos damos cuenta de lo que sucede. Más allá de las técnicas y de la forma del ejercicio, sea un ejercicio dinámico o estático, independientemente de la sencillez o complejidad de la práctica que estemos realizando, todo esto debe estar presente; esto es algo de lo que los antiguos sabios hablan desde siempre. En la tradición del Chi Kung se le conoce como el más importante de LOS TRES TESOROS: “EL SHEN”, el espíritu o la conciencia despierta. Todas las prácticas de Ch Kung, por un camino u otro, tienden a despertar en nosotros este gran TESORO.

UN SENCILLO EJERCICIO:
Vamos a ejercitar estas cualidades con un sencillo ejercicio de observación y sensibilidad. Algo que todos llevamos con nosotros constantemente y de lo que no podemos desprendernos es la respiración, así que ésta puede ser un buen motivo de observación:

Nos sentaremos en una silla o en el suelo, colocándonos de manera que la columna permanezca erguida. Si estamos en una silla, la espalda no debe recostarse en el respaldo. Nos tomaremos unos instantes para sentir nuestra pelvis y la columna. Relajaremos los hombros, los brazos, el pecho, el abdomen y las piernas. Con el cuerpo relajado desde la superficie hasta la profundidad, observaremos nuestra respiración….

Nos tomamos el tiempo necesario para sentir la respiración. Toda nuestra atención está puesta en ese instante en el que estoy respirando, eso es todo lo que sucede. El tiempo se detiene, el espacio interior se hace infinito, la paz lo llena todo… Estoy plenamente consciente de mi respiración: descubro que algo en mi interior se mueve…., es el diafragma que se desplaza arriba y abajo todo el tiempo, y siento como este movimiento hace que a su vez mis órganos también se muevan. La respiración desciende profunda hacia la pelvis, llenando todo mi espacio interior. La columna se estira. Yo no hago ningún esfuerzo por mantener la postura, todo se da por sí sólo,… permanezco, observo completamente neutral. Observo mis sentidos funcionando. Ninguna intención me dirige; todo se da de forma natural. Siento lo interno y lo externo. Me doy cuenta de que soy la consciencia observando todo el proceso. Una gran sensación de paz me llena,… no falta nada por hacer. Me siento presente, estoy completo….

Janú Ruiz
Instructor de Chi Kung

Comenta este artículo

Haz tu buena obra del día ¡Compártelo!