No cabe duda de los beneficios físicos y psicológicos que aporta la Biodanza. Sin embargo, esta terapéutica disciplina fue desarrollada por el profeso.
Rolando Toro en base a observaciones antropológicas de culturas y civilizaciones de todo el mundo. Podríamos decir que no descubrió nada que no estuviera ya en nosotros. Y precisamente por su valor terapéutico podemos deducir lo desconectados que estamos de esa «realidad originaria» de la primeras culturas.
En esta revista, y en muchas otras publicaciones, hemos tenido ocasión de leer sobre los beneficios de Biodanza, beneficios que quienes ya practican este sistema de forma regular bien conocen; como por ejemplo, la disolución de tensiones crónicas, la valorización del propio cuerpo, el reforzamiento del sistema inmunológico, la conciliación mente- cuerpo-emociones, entre otras maravillosas virtudes muchas veces enumeradas.
Sin embargo, quizás esta relación de beneficios generales no llegue a despertar el interés de personas ajenas a la Biodanza, a las que quizás pudieran parecer palabras vagas o términos demasiado generales, amplios o abstractos.
Mi experiencia en Biodanza, como alumno del S.R.T, me indica que la práctica de esta disciplina aporta una serie de cambios en el día a día, que son efectivos a nivel práctico y quizás sean más fáciles de entender; cambios que se notan desde la primera clase y que tienen su origen en el juego, en lo lúdico, en lo positivo y en la alegría. Cambios en la cotidianidad, que consisten en introducir sigilosamente, gozosamente, elementos biocéntricos en tu día a día.
Ofrezco algunos ejemplos según mi experiencia:
Te das cuenta de la capacidad de crear tu propio mundo, cogiendo las riendas de tu vida, haciéndote responsable de aquello que no depende de ti, superando el victimismo. El dicho: «¡qué mala suerte tengo!» pasa a ser un «¡soy dueño de mi vida!» Ciertos ejercicios que propone Biodanza te abren a esta posibilidad de crear tu propio mundo, de sentirlo e integrarlo.
Aprendes a valorarte y a respetarte, sin miedo de ser poca cosa para el otro. Los mandatos culturales hicieron mella en nuestra infancia, y algunos de nosotros tenemos conflictos de autoestima, temor de defraudar. Biodanza enseña que hay un NO sereno y tranquilo, que te aporta confianza y te aleja del conflicto.
Te das cuenta de la importancia de fluir con las vicisitudes de la vida. La fluidez es una característica fundamental en la vida y en la Biodanza. Al igual que un arroyo de montaña fluye entre las peñas y piedras, nosotros debemos fluir entre los acontecimientos que nos depara la vida. Los movimientos fluidos en ciertos ejercicios ayudan a fluir en el día a día.
¿Cuántas veces hemos dicho algo que no sentíamos por temor a defraudar? ¿Cuántas veces hemos sentido algo que no hemos sido capaces de responder en ese momento por quedarnos «sin palabras»? Ciertas vivencias en Biodanza te invitan a actuar de forma íntegra, a superar progresivamente las disociaciones inculcadas por la sociedad.
Con la práctica de Biodanza, sin poner atención en ello, sin ningún esfuerzo por tu parte, poco a poco te vas rodeando de personas, situaciones y relaciones que te nutren, que te aportan elementos constructivos y saludables. Atrás quedan relaciones tóxicas que antes vivías como una consecuencia natural de la vida. Biodanza te lleva por el camino luminoso del crecimiento y, cuando paras a reflexionar, te das cuenta de todo lo tóxico que quedó atrás.
Parte de la propuesta de Biodanza es la expresión de emociones. El sistema genera situaciones en las que podemos abrir canales de expresión de esas emociones que no podemos o no debemos expresar en nuestro día a día. Emociones que, si se repiten con frecuencia, cristalizan en nuestro interior y amenazan a nuestra salud, actuando así de forma preventiva ante enfermedades psicosomáticas. Cuando estamos lesionados emocional o físicamente, cuando tenemos problemas para coger las riendas de nuestra vida, Biodanza propone un camino que va de la lesión a la emoción. Un camino absolutamente reponedor, terapéutico, integrador y divino.
El filtro natural de recuerdos de nuestra memoria consiste en borrar años y recordar instantes. Es la intensidad de la vivencia lo que guarda el cerebro, y no magnitudes medibles en sí mismas. En Biodanza vives el tiempo de forma distinta, las vivencias y propuestas de Biodanza hacen que estés aquí y ahora. Entras en una dimensión del tiempo a la que no estamos acostumbrados habitualmente.
Practicando Biodanza entiendes que sólo desde la simplicidad hay autenticidad. Y que la autenticidad es la base para relaciones nutritivas. Una vez que te valoras a ti mismo, la autenticidad se vuelve un valor para colocarlo en todas tus relaciones, mejorando así la calidad de tu vida emocional.
La transcendencia es una de las líneas que trabaja Biodanza, pero no se trata de transcender la vida o la muerte. Es algo más práctico para poner en práctica en el día a día: se trata de transcender el ego. Se trata de desarrollar una empatía tal, que tú eres el otro y el otro eres tú. Y desde esta perspectiva, la comunicación con el otro adquiere una dimensión absolutamente nueva. La comprensión y el afecto sustituyen a la indiferencia o la envidia. Y esa infinita empatía se extiende a la naturaleza, al cosmos y, de nuevo, sientes que formas parte de un todo original.
Los encuentros en Biodanza dejan de ser un acto social para ser una auténtica veneración del otro, donde disminuye el egocentrismo, la discriminación desaparece y los prejuicios se evaporan. Con la mirada re-aprendes a ver mucho más allá de su rostro, descubres la luminosidad del otro, más allá de la simple observación cognitiva. En la mirada descubres el grado de humanización desde una nueva capacidad de comprensión humana. En los encuentros de Biodanza entre dos desconocidos, el otro deja de ser un extraño para ser un semejante desde el primer instante.
Siguiendo las propuestas de Biodanza, cada vez te desprendes más de tu personalidad para conectar más con tu identidad. Te desprendes más de lo que no eres para conectarte con lo que eres. Llevamos toda la vida colocándonos capas y capas en forma de corazas, armaduras, disfraces de los más variado… para hacerse respetar, para que me quieran, para conseguir tal cosa, para satisfacer al otro…. Y nos hemos creado capas que de forma inconsciente llamamos personalidad, formada por un grueso abrigo que nos pesa y nos oprime. Llegó el buen tiempo; con la Biodanza primaveral no necesitamos ese viejo abrigo: sólo necesitamos ser nosotros mismos.
Creo que la vida nos lleva por caminos preestablecidos, caminos rígidos de gruesos muros construidos con ladrillos de muy diversos nombres, por ejemplo: «hazte un hombre de provecho», «qué van a pensar de ti…», «gana el pan con el sudor de tu frente», «ten cuidado que el mundo es peligroso», «eso no es lo que se espera de ti»… y los muros de esos ladrillos tienen sombríos nombres, como «miedo», «preocupación», «angustia»… La sociedad nos encamina por estrechos senderos donde apenas vemos el cogote del que va delante.
Gracias a técnicas de desarrollo humano como Biodanza, en mi caso, he encontrado nuevas posibilidades, formas de escapar de esos caminos limitados.
Pero esa fuga nada tiene que ver con túneles bajo tierra ni barrotes serrados; tiene que ver con el origen, con la semilla primitiva de vida, con la conexión con los ancestros. Es necesario hacer un viaje de vuelta a los orígenes para recuperar el mensaje que traíamos recién venidos al mundo. Un bebé no tiene miedo de lo que piensen de él, no se preocupa en hacerse nada de provecho y su mundo es un inmenso patio de juegos. Es más tarde, cuando la sociedad nos encarrila por sus senderos, cuando nos volvemos infinitamente limitados y apagados.
En definitiva, Biodanza S.R.T. nos ofrece un cambio sostenido y profundo de los argumentos de vida. Desde el primer día, prácticos, palpables y eficientes. Una nueva posición existencial al alcance de cualquiera. De nosotros depende seguirla.
Desde la más absoluta luz, desde la expansión de conciencia y con todo el camino por andar, agradezco a la Escuela Hispánica de Biodanza de Madrid y a su directora, Maite Bernardelle, y por extensión al maestro originario, Rolando Toro, por despertarme a una vida más biocéntrica.
Jesús Mª Martín Atienza
Alumno de la Escuela Hispánica de Biodanza S.R.T. de Madrid
armoniadelosmundos00@gmail.com