El estrés y las tensiones del día a día, unidas a una educación cultural que no valoriza el papel que tienen las emociones y el instinto, en nuestro estado de salud y felicidad, favorecen la descompensación y desintegración entre nuestros tres centros cerebrales. La Biodanza nos permite integrar de una manera sencilla, lúdica y satisfactoria nuestros tres planos: emocional, instintivo y mental, y nos ayuda a mejorar nuestra salud y bienestar.
El ser humano es un ser visceral, emocional y mental. Estas tres características esenciales son representadas en tres partes diferentes de nuestro cerebro, interconectadas entre sí y con todo el cuerpo. Evolutivamente, primero apareció el cerebro instintivo o de supervivencia, luego el sistema límbico o cerebro emocional, y finalmente el cortex o cerebro “superior”, que en humanos representa ni más ni menos que el 85% del total.
La Biodanza, como sistema de integración socio-emocional, se enfoca en la **coordinación entre nuestros pensamientos** y la **VIDA** en el centro. Se propone orientar todos los emprendimientos sociales y educacionales hacia la creación de una estructura capaz de proteger la vida y facilitar su evolución. Así, es vital reivindicar nuestra salud instintiva, especialmente en una cultura donde los instintos han sido desvalorizados. Por ejemplo, las alteraciones y enfermedades vinculadas a los instintos de hambre-saciedad y reproducción son solo algunos síntomas de una desconexión alarmante.
Biodanza impulsa nuestra *vitalidad*, reforzando nuestros instintos y equilibrando nuestro sistema nervioso autónomo (SNA), encargado del funcionamiento de nuestros órganos vitales, asegurando nuestra supervivencia. Este sistema cuenta con dos partes complementarias: el simpático (adrenérgico) y el parasimpático (colinérgico), que actúan como los ciclos del día y la noche.
Aunque puede parecer más atractivo el simpático, el exceso de adrenalina en nuestra sociedad, donde el estrés es común, provoca un desequilibrio perjudicial para nuestra salud. El sistema parasimpático es crucial para contrarrestar los efectos del simpático, pero forzarlo demasiado puede llevar a un colapso similar al de una goma estirada.
Cada clase de Biodanza se convierte en un viaje bioquímico que fortalece nuestro sistema y aumenta su elasticidad. Al iniciar con una fase activa y energética, ayudamos a aquellos que llegan estresados a reducir la adrenalina y revitalizamos a quienes están por debajo de su potencial. La segunda fase, más lenta y reparadora, calma el sistema nervioso y fomenta la **renovación orgánica**.
Aunque nuestras emociones son el motor de nuestra existencia, la educación tradicional refuerza un enfoque desmedido en el córtex, desestimando la riqueza emocional. Desde jóvenes, se promueve el desarrollo del lenguaje y el razonamiento, pero a menudo se ignora la necesidad de gestionar y regular nuestras emociones.
Las contribuciones de **Daniel Goleman** sobre inteligencia emocional y **Antonio Damasio** en neurociencia han resaltado la crucial **interrelación entre emociones y salud**. Reconocer y expresar adecuadamente nuestras emociones es fundamental para mejorar nuestra calidad de vida.
El sistema nervioso autónomo y nuestras emociones generan respuestas fisiológicas que pueden leerse a través de expresiones faciales, frecuencia cardíaca, color de la piel y postura corporal. Biodanza utiliza la música y el movimiento para trabajar en la expresión e integración de estos centros emocionales, promoviendo un entorno rico en sensaciones que promuevan el autoconocimiento.
Gracias a las neuronas espejo, los participantes desarrollan *empatía, reconocimiento y aceptación propia* y de los demás. Cada gesto y emoción de otros reactivan nuestras neuronas, ayudándonos a entender la conexión entre comunicación no verbal y respuestas automáticas.
En Biodanza, cada uno se convierte en un espejo del otro. Creamos un ambiente que favorece la expresión de *emociones positivas*, donde la aceptación y el apoyo mutuo hacen resaltar nuestra autoestima y potencial.
Las experiencias negativas dejan marcas profundas en el cerebro y en el cuerpo. Biodanza permite reemplazarlas con vivencias positivas mediante la repetición de experiencias enriquecedoras, necesarias para integrar nuevas percepciones y emociones sanas. Los ejercicios se repiten en diferentes contextos y con distintas personas para maximizar su efecto.
El facilitador de Biodanza actúa como espejo, guiando los movimientos de las danzas y facilitando la conexión emocional de los alumnos con la experiencia. Esto les permite unirse a la aventura de la danza más fácilmente.
La Biodanza es una herramienta esencial para equilibrar y **reintegrar nuestros tres centros**, siendo especialmente útil para aquellos que luchan por ser conscientes de sus emociones dentro del torbellino mental que vivimos. En cada sesión, permitimos que las emociones y el cuerpo tomen el mando, dejando que se expresen a través de la música, el movimiento y la conexión comunitaria, mientras las palabras se silencian.
Pilar Peña
Facilitadora y Didacta de Biodanza.
Doctora en Biología Molecular.
www.pilarbiodanza.com