Artemisa, menstruación y fertilidad femenina

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El dolor menstrual o dismenorrea lo presenta un gran número de mujeres; casi una de cada dos mujeres lo padecen y es causa de incapacitación laboral, consultas médicas y consumo de medicamentos, especialmente antiinflamatorios y analgésicos.

El dolor menstrual

Son muchas las mujeres que ven en la menstruación una molestia de la que si pudieran quisieran prescindir, sin embargo es un proceso que nos pone en contacto con los ciclos de la naturaleza, especialmente con los ritmos lunares, que están en la esencia misma de la vida y de la fertilidad.

Podríamos contemplar el hecho de menstruar como un don muy especial que ha sido concedido a la mujer. Se dice que en la remota antigüedad los hombres consideraban a las mujeres seres muy especiales y las veneraban casi como a diosas, ya que de ellas nacía vida y de su cuerpo incomprensiblemente surgía de vez en cuando sangre, y es que en ese tiempo no se conocía el papel del hombre en la reproducción, ni los ciclos femeninos de fertilidad.

El sangrado menstrual es además una gran oportunidad que tiene la mujer de limpiar y liberar su cuerpo de numerosas toxinas que se eliminan a través de la sangre menstrual.

Durante la menstruación las actividades más duras cuestan, pues los síntomas más o menos molestos invitan al descanso. En realidad, si escuchásemos a nuestro cuerpo, eso es lo que tendríamos que propiciar, ya que en esos días se invita especialmente a la introspección y a la meditación y se dan las mejores condiciones físicas y anímicas para ello, como explicaba en su maravilloso libro Miranda Gray, en el que nos habla del gran poder que tiene la mujer si sabe aprovechar la energía espiritual a la que tiene acceso en esos días especiales.

La regla no ha de doler y para ello a nivel emocional es importante no rechazar nuestra esencia femenina y todo lo que fisiológicamente conlleva, ya que esto supondrá una disociación entre nuestra mente y nuestra biología, un conflicto que se expresará con alteraciones en el ciclo.

Si las mujeres conocieran la virtud de la artemisa, la llevarían siempre prendida bajo su camisa

Algunas plantas medicinales nos ayudan a regular nuestro ciclo menstrual, especialmente la Artemisa (Artemisia vulgaris). Esta planta recibe su nombre de la diosa griega Artemisa, la diosa protectora de la mujer, de las vírgenes y de los partos.

Artemisa es hija de Zeus y la mortal Leto. Hera para vengarse de esta nueva infidelidad de su esposo impide por todos los medios el parto de Leto impidiendo que pariese en la tierra o en el mar, pero de este surgió la isla de Delos y así nacieron en el mismo parto Artemisa y su hermano Apolo. Se dice que Artemisa nació primero y ayudó a su madre a que naciese Apolo.

Homero alude a ella como Potnia Theron, que significa señora de las bestias, ya que Artemisa vive en el bosque, salvaje entre las bestias con las que se comunica, y lleva un arco de caza con flechas plateadas. Se representa acompañada de perros y ciervos. Su reino es la noche, el bosque y la luna, por eso también se la representa con una media luna creciente, ya que el creciente lunar es como su arco de caza.

Artemisa es una diosa virgen, pues pidió a su padre Zeus siete dones, entre ellos permanecer virgen, y por ello es acompañada también por un séquito de vírgenes. En Grecia las niñas y muchachas atenienses que se acercaban a la edad del matrimonio eran enviadas un año al santuario de Artemisa en Braurón para servir a la diosa. Podemos ver el significado de este mito y como esta diosa está completa en su feminidad; así también la mujer antes de tener la menarquía y estar sujeta a los ciclos hormonales, no necesita la relación con el varón, cosa que cambia cuando llega su menstruación y la llamada de la fertilidad de la naturaleza la hace entrar en contacto con el mundo masculino.

La artemisa es una planta relacionada con la fertilidad, y así para fertilizar un campo y que las plantas dieran muchos frutos y que los animales de ese campo fueran muy prolíficos, se realizaba un rito que consistía en poner ramas de artemisa colgadas bajo un roble en la noche de San Juan, por lo que esta planta junto con el hipérico es llamada también Hierba de San Juan y forma parte de las plantas con las que se prepara el ramo de San Juan para la protección del hogar. En medicina tradicional china, sus hojas son utilizadas para realizar moxas en la terapia de moxibustión, ya que poseen la cualidad de mantener y transmitir el calor.

La artemisa es una planta de la familia compuestas a la que pertenecen el diente de león o la manzanilla, o el ajenjo al que se asemeja y además pertenece al mismo género botánico, es decir al género Artemisa. Es una planta bastante común en bordes de caminos y lugares silvestres. Sus flores aparecen en forma de pequeños racimos al final de la planta, que puede llegar a medir metro y medio o hasta dos metros. Una de las características por la que podemos reconocerla es por sus hojas que son muy oscuras o verdinegras por el haz y plateadas por el envés; es como si quisiera mostrarnos ese aspecto plateado y para destacarlo oscureciese más el haz de las hojas, y ese aspecto plateado nos sugiere su relación con lo lunar.

Contiene principios amargos como otras plantas de esta familia a la que debe su acción aperitiva y pequeñas trazas de aceite esencial que contiene tuyona; esta cetona posee una acción hormonal y se comporta como la FSH u hormona folículo estimulante, y es por este componente por lo que es capaz de provocar la ovulación, de modo que regulariza el ciclo menstrual y tiene una acción fertilizadora, es decir que es emenagoga y también antidismenorreica, ya que también disminuye el dolor menstrual.

Existe un refrán popular que dice así: “Si las mujeres conocieran la virtud de la artemisa, la llevarían siempre prendida bajo su camisa”, y es que la artemisa nos pone en contacto con nuestra esencialidad femenina, que se manifiesta en nuestra biología a través del ciclo menstrual. Pero más allá de ello, nos pone en contacto con todo el poder de la creación de la naturaleza, con los ciclos de la vida regidos en la tierra por la luna, que podemos ver reflejado en las mareas, en la puesta de huevos de peces, tortugas y otros animales sobre todo marinos; un ciclo que cambia cada 28 días, con sus fases de ascenso y descenso, de luna creciente, llena, menguante y nueva.

Si sintonizamos y resonamos con esos ciclos potenciaremos en nosotras toda nuestra capacidad creativa, nuestra capacidad de adaptarnos a los cambios que es la base de la inteligencia y la supervivencia y sobre todo con ese poder mágico y misterioso de la propia creación.

Recetas con Artemisa

– Infusión: 10 – 15 gr. / litro, infundir 15 minutos, tomar tres tazas al día. Una semana antes de comenzar la menstruación, regula el ciclo menstrual y disminuye el dolor.

– Aceite de artemisa: macerar 20 gramos de artemisa en 150 gramos de aceite vegetal y dejar en reposo durante un mes, al cabo del cual se filtra y se puede aplicar en forma de masaje en la zona abdominal.

– Vino de Artemisa: Vino: 30 gr macerar durante 10 días en 1 l. de vino (dos veces al día como aperitivo y emenagogo)

Palmira Pozuelo
Farmacéutica Naturista
www.alkemila.com

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