Conecta con la historia de tu sistema familiar, equilibra lo pendiente y dirígete hacia la vida.
La consciencia sistémica, de forma inconsciente, influye significativamente en cada persona. A través de las experiencias de vida y las emociones que derivan de ella, uno conecta con la memoria sistémica fidelizando inevitablemente con la historia de sus ancestros. Especialmente significativo a nivel terapéutico es cuando la persona fideliza o crea un lazo de empatía con los ancestros y la historia familiar que se encuentra en desequilibrio sistémico para tratar de resolver lo pendiente, pues se encontrará tratando de equilibrar una situación que en realidad tiene su origen en el pasado familiar.
Se considera que una historia sistémica está en desequilibrio cuando los miembros del sistema no se han responsabilizado, no han sabido gestionar emocionalmente de forma adecuada la situación, o no se ha aceptado a las personas involucradas y lo ocurrido.
Lo que queda en desequilibrio en el sistema familiar, queda pendiente para ser resuelto por las nuevas generaciones, hasta que el sistema familiar esté energéticamente en equilibrio.
1. Observa los obstáculos en tu vida, guardan mucha información sobre tu sistema familiar.
En cada persona se encuentran las memorias sistémicas, aunque no sean consciente de ello. La consciencia sistémica, manifiesta el conflicto familiar irresuelto, en los miembros vivos que lo viven como un conflicto u obstáculo, siendo necesario darle la importancia que merece. Aquellos ámbitos que se viven con sufrimiento, donde uno se siente estancado necesitan ser tenidos en cuenta. En ocasiones son situaciones repetitivas que generan frustración y desesperación.
- Identificar el conflicto: pensar sobre el conflicto, permite ser más consciente de él, profundizar y darle la importancia que tiene.
- Ponerle nombre: describir el conflicto y ponerle palabras o nombre es necesario para darle forma y poder resolverlo.
- Observar lo que se repite: identifica los patrones repetitivos que se manifiestan entorno al conflicto.
- Identificar la emoción que hay detrás: observa las emociones sentidas entorno al conflicto.
2. Descubre el origen reflejado en tu sistema familiar.
Para resolver el conflicto objeto de preocupación y/o malestar, es necesario buscar aquello que se encuentra en el origen del conflicto; para ello es especialmente recomendable acceder al inconsciente, lo que no siempre es sencillo.
- Construir un árbol genealógico o genograma: puede ayudar a estructurar y descubrir mucha información sobre el árbol genealógico. Especialmente relevante son los secretos familiares, los síntomas o enfermedades, los abusos de poder y las exclusiones.
- Terapia: un terapeuta especializado en el inconsciente puede identificar los conflictos sistémicos a través de la comunicación no verbal y otras herramientas.
- Constelaciones Familiares: son tremendamente útiles ayudando a plasmar el origen del conflicto sistémico que se esconde detrás del síntoma o conflicto abriendo una oportunidad para su resolución.
3. Resuelve conscientemente lo pendiente en el inconsciente.
Para ello, es necesario aceptar lo sucedido y reprogramar el inconsciente, generando una nueva programación, que será la que se manifieste y sea proyectada, en la vida de la persona.
- Honrar a los ancestros: tomar a los ancestros en el corazón, honrarles e incluirles es esencial para el sistema familiar.
- Aceptar lo sucedido: es de suma importancia aceptar lo sucedido en el sistema familiar, a todos los involucrados y poder abrazar esa experiencia con amor.
- Reprogramando el inconsciente: la finalidad de la reprogramación es crear una nueva programación saludable sobre la que se encontraba a nivel interno, teniendo una gran influencia inconsciente. Hay muchas técnicas y herramientas terapéuticas para ello.
4. Vive tu vida, el éxito te espera. Una vez liberado lo pendiente en el sistema familiar, la persona podrá caminar con libertad y vivir plenamente su vida.
Marta Cela Álvarez
Psicóloga Colegiada (B-02759) Psicoterapeuta Transpersonal
y Consteladora Formada con Bert Hellinger