Cuando miro hacia atrás, y recuerdo quien era yo, me parece que estoy viendo otra persona. Hoy en día mi manera de ver las cosas, la paz y la felicidad que siento, y el cariño y el amor que atraigo de las personas a mi alrededor está tan alejado de la «situación de vida» de aquel empresario estresado, enfadado e iracundo, que realmente siento como si hablara de otra persona. Pero lo más curioso es que en esa época no me daba cuenta. La verdad es que yo creía que estaba bien. Pensaba que era «normal» tomar 4 ó 5 copas para poder pasarlo bien. Pensaba que era «normal» meterme dos o tres rayas de coca para tener energía suficiente y necesaria para afrontar el día.

Pensaba que era «normal» tener ataques de ira por estar rodeado de tantas personas que me tocaban las narices a diario. En otras palabras me consideraba una persona «normal» o en las palabras del filósofo Walt Whitman, era normal vivir mi vida como la mayoría de la humanidad en «un estado de tranquila desesperación».

Mi problema era el de la gran mayoría de la gente. Si no eres consciente de que algo va mal o no te das cuenta de que lo que sientes no es lo «normal», es imposible concebir un estado mejor. De hecho llegas a pensar que un estado de infelicidad casi permanente, apaciguado de vez en cuando con «chutes» de placer mediante el consumismo, el sexo y las drogas legales e ilegales, es tu verdadero estado. Así es «como son las cosas».

Y ese es mi propósito, quiero ahorrar al lector la necesidad de llegar a una enfermedad para darse cuenta de que necesita hacer cambios en su vida. Quiero exponer un estado diferente al aceptado por la mayoría de las personas, el de vivir con miedo e ira. Quiero reafirmar el hecho de que nuestro estado natural es uno de perfecta salud y felicidad plena.

La plena salud y felicidad no es algo que hay que alcanzar. No es algo que solamente se consigue con un gran esfuerzo y mucho trabajo. Es nuestro estado natural, es quien realmente somos.

Hemos perdido el contacto con un hecho fundamental: El ser humano es por naturaleza un ser sano y feliz. Es nuestra herencia y nuestro patrimonio, sólo que se nos ha olvidado.

Escribo esto para que, al leer estas líneas, te des cuenta de ello. Podrás entender cómo funciona Reiki y cómo te devuelve a tu verdadera naturaleza, la de una persona que está en contacto con su verdadero ser, con quien realmente es.

Para mí, toda técnica curativa debe tener este mismo fin, el de devolvernos a nuestro estado natural de salud y felicidad. Desde mi punto de vista, los «parches temporales» son de poca utilidad a largo plazo. Por supuesto, si me duele la cabeza, una aspirina me lo quitará en el momento. Si sufro un infarto, recurriría a los maravillosos servicios de emergencia y los excelentes cuidados médicos y quirúrgicos que existen en la medicina convencional. Pero si mi dolor de cabeza es causado por la constante tensión que sufro en mi cuello y hombros por el estrés que padezco, atiborrarme de aspirinas no es la solución. Si mi infarto es debido a una vida sedentaria, mala alimentación y ataques constantes de ira, la medicina convencional me salvará la vida en ese momento, pero a largo plazo volveré a tener otro infarto si no cambio mi estilo de vida.

En otras palabras, toda técnica curativa deber tener en cuenta un punto de vista holístico (del Griego «Holus» que significa «completo»). Reiki es una de esas técnicas. Reiki actúa sobre la energía de nuestro organismo, liberándola y haciendo que fluya. Eso repercute sobre todo el organismo tanto a nivel físico como emocional (ver «Reiki y emociones»). Cuando eso ocurre, nuestro cuerpo y todo nuestro ser funciona como debería, o como está diseñado para funcionar y el resultado es una persona sana y feliz.

Además, escribo esto para clarificar muchos malentendidos sobre lo que es Reiki y cómo funciona. Lamentablemente, a menudo se confunde Reiki con el esoterismo y la religión. Esto es sacar a Reiki de su contexto original, el de una terapia curativa. La razón que Reiki es asociado con temas esotéricos es, paradójicamente, ¡debido a una de sus ventajas! Reiki es una terapia energética y no mental. Esto significa que carece de dogmas, creencias, credos, ritos, etc. Con Reiki se canaliza la energía que nos rodea, hacia uno mismo o hacia otros y nada más y eso no tiene nada que ver con nuestras creencias o procesos mentales.

Pero la paradoja está en que a lo largo de los años, muchas personas han ido añadiendo sus propias creencias y dogmas a lo que es Reiki, justamente por el hecho de que Reiki carece de ellas. He oído hablar de una Maestra de Reiki que obliga a sus alumnos a rezar ante una estatua de la virgen, por ejemplo. Otros atribuyen la energía a Cristo, otros a Buda, etc. etc. Cada persona aplica sus creencias a lo que es Reiki. En mi caso personal, la gran mayoría de mis alumnos y pacientes no creen en nada, a la hora de aplicar Reiki. Los más de 5.000 médicos y enfermeras que he formado lo ven simplemente como una técnica más para facilitar su trabajo. Los niños y adultos que visitamos en hospitales a menudo ni siquiera entienden lo que se les está haciendo. Solo saben que después se sienten mucho mejor.

En España, durante años Reiki se practicó fuera de su contexto original de terapia curativa, asociado a menudo con echar las cartas, médiums, brujería y demás temas esotéricos. Lamentablemente, para muchos, esa imagen ha quedado, por muy lejos que esté de la realidad de otros países, donde Reiki está incorporado dentro de la medicina convencional como un método más. Así que parte de lo que pretendo transmitir es la verdadera esencia de Reiki, lejos de esoterismos, cosas ocultas y misteriosas. Reiki es tremendamente fácil de entender, aprender y aplicar.

John Curtin

Fundación Sauce

Extracto del libro «Reiki, Historias Reales» por John Curtin con Carmen Cid. 
Edita: Fundación Sauce

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