Una de las peores cosas que le ha sucedido al yoga es su paso por América, donde tienen el poder indiscutible de falsear, adulterar y desnaturalizar tantas cosas. Han surgido tipos de yoga que todo parecido con el verdadero yoga es pura coincidencia.
Se trata de paupérrimos sucedáneos de auténtico yoga o simplemente pseudoyogas donde se ignoran los principios, enseñanzas y métodos de genuino yoga y donde se pone en marcha, antiyóguicamente, el culto al cuerpo, la competencia de egos y los ejercicios atléticos, cuando no ridículos e incluso no poco nocivos adiestramientos como la práctica de los asanas (y encima siempre los mismos y marcialmente exigidos) en una habitación a cuarenta grados de temperatura y con un instructor que no deja alienantemente de vociferar y mostrarse como un sargento cuartelero exigiendo a los practicantes, que no buscan unir el espíritu y el cuerpo, ni desarrollar la consciencia ni evolucionar psíquicamente, sino sudar a chorros, potenciar el ego y seguir los impulsos narcisistas.
¿Y qué podemos esperar de esos «maestros» o gurús de masas que franquician su agresivo «sistema» y abren centros de «yoga» como el que abre hamburgueserías? ¿O de aquellos que han formado multinacionales del yoga que se presentan como no lucrativas, aunque llenan sus arcas vorazmente y que deberían ser investigadas por las autoridades competentes? ¿Y qué de aquellos que incluso organizan competiciones o concursos a ver quien hace los más llamativos contorsionismos y piruetas acrobáticas?. Los gurús de masas en su mayoría son traidores a la verdadera Enseñanza y hacen un daño irreparable a la misma y confunden mefistofélicamente a los aspirantes o neófitos.
Es de lamentar que muchas personas nazcan libres y mueran esclavas de estos gurús ego-rascacielos, que predican desapego y son los más apegados, accesibilidad y son los más inaccesible, veracidad y son unos grandes embusteros.
Cuando comencé con el yoga en 1960 había muy pocos libros de yoga, pero honestos y serios. Se abordaban las distintas modalidades del yoga y en cuanto al hatha-yoga solo había uno, sin ningún tipo de falseamientos. Fui el que aprendí de mi primer mentor y el que se impartía en casi todas las partes de la India. Luego empezaron a surgir variaciones sobre el mismo tema, algunas tan alejadas del auténtico yoga como la luna de la tierra.
Y al día de hoy, cuando a menudo el yoga se falsea, mixtifica, se convierte en un híbrido y muchos incluso dicen ser los inventores de técnicas milenarias, uno tiene que preguntarse: ¿Por qué lo llaman yoga si no es yoga? Pues para aprovechar la fiabilidad del yoga y su nombre para vender otros productos pseudoespirituales en el gran supermercado del espíritu, donde pululan toda suerte de desaprensivos, egocéntricos desmesurados, embaucadores y falsarios.
No olvidemos, si atendemos a la verdadera trayectoria del yoga, que éste surgió como una disciplina espiritual y un método para la elevación y el despertar de la consciencia y que solo muchos siglos después tomó una orientación mas psicosomática y en Occidente (donde el que más y el que menos esta tocado en el ala por la neurosis, la ansiedad, el abatimiento y demás) como una terapia o medicina natural.
Pero querer ignorar las raíces del yoga es hacerle un flaco favor. Y en cuanto al hatha-yoga, querer convertirlo en una gimnástica o una práctica deportiva, desposeyéndole de su verdadero espíritu, es una atrocidad imperdonable. Llegados a esta tierra babélica, lo que debe hacer el aspirante es poner a prueba al mentor, utilizar el discernimiento claro y no dejarse engatusar.
Si uno quiere hacer músculos, ¡cuánto mejor las pesas!. Si uno quiere competir, ¡cuánto mejor el lanzamiento de jabalina o el salto? Si uno quiere alimentar su contumaz narcisismo, ¡cuánto mejor hacerse político, de los que, de acuerdo a Krishnamurti, nunca debe uno fiarse, como tampoco de los gurús de masas, los vendedores de humo espiritual y aquellos que crean organizaciones no lucrativas para rentabilizarlas. Pues una vez más me viene a la mente, queridos lectores, aquello de «a cada gusano su gusto; los hay que prefieren las ortigas».
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak
Autoridad del Yoga y Escritor. Director del Centro Sadhak
Autoridad del Yoga y Escritor. Director del Centro Sadhak