La Suerte de Soñar

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Soñar y tener capacidad para interpretar los propios sueños, es privilegio exclusivo del ser humano. Sueños y soñadores siempre van unidos. En los creativa, además de poder establecer conexión con quienes ya dejaron este mundo material.

Entre los sueños que más importan y que no hay que dejar pasar sin tratar de averiguar el mensaje que contienen, están los llamados sueños recurrentes, es decir, aquellos que repiten el mismo argumento simbólico, ya sea durante una temporada, o bien de vez en cuando, a causa de situaciones puntuales que repetimos en la vida real. Por ejemplo, si sueñas con un ascensor que se para en un piso distinto al que tú has marcado, que no abre las puertas al llegar, o que en vez de subir se mueve en horizontal, la sabiduría del inconsciente te estará avisando de que todavía no es el momento adecuado para conseguir aquello que deseas. Puede que quieras ir muy deprisa y saltarte etapas. Entonces, si persistes en tu actitud, el ascensor que no te obedece en sueños, hará las veces del consejero que advierte tu falta de preparación, y te recuerda que para llegar a la meta, debes cambiar la comodidad y rapidez, por el esfuerzo que supone ir más despacio y peldaño a peldaño por la escalera.

Asimismo, son importantes los emociones del soñador. Así por ejemplo, cuando soñamos con el agua de un arroyo que fluye cristalina, el sueño augura nuevas ilusiones, alegrías y buenas noticias sentimentales y de amistad. Si el arroyo se convierte en un torrente que arrastra piedras a su paso, el sueño advierte sobre la posibilidad de verse envuelto en un conflicto de emociones personales, familiares o laborales (tensiones, desacuerdos, celos, discusiones). Los lagos tranquilos y silenciosos hablan de sentimientos ocultos y de seducción. El agua sucia y estancada en la que proliferan los parásitos, advierte del peligro de alimentar sentimientos negativos, como el rencor o la envidia. Y así, según se manifieste el agua: mar, olas, cascadas, hielo, lluvia, agua de uso doméstico… se irá adaptando su simbolismo al caudal de sentimientos y emociones humanas.

Los símbolos comunes
Son aquellos que sólo comparten ciertos grupos de personas unidas por vínculos profesionales, o bien religiosos y culturales, relacionados con costumbres, tradiciones y fiestas populares. Por ejemplo, vemos que el fuego tiene un significado como símbolo universal relacionado con la luz, el calor y la energía. Algo que se traduce a nivel práctico como estímulo creativo, pasión, entusiasmo y fuerza de voluntad. Pero, el fuego también puede tener otros significados como símbolo grupal, relacionado con algunas festividades y costumbres. Así, en la tradición levantina de las hogueras de San Juan, el fuego tiene un carácter simbólico de renovación y purificación, ya que en ellas se queman los trastos viejos que no sirven. Por analogía simbólica, si se conoce esta tradición y se ha vivido, soñar que se enciende una hoguera y se queman cosas voluntariamente, llevaría implícito un mensaje simbólico de renovación, una invitación a “quemar” todo lo que represente un lastre, un apego sentimental o un estorbo para el crecimiento personal, para luego, renacer de las cenizas y abrirse a nuevas expectativas. De igual forma, para quienes tengan una profesión relacionada con el fuego, como es el caso de los bomberos, soñar con un incendio o quemaduras puede tener un significado distinto en relación a su trabajo, que incluso les puede advertir sobre riesgos derivados de su actividad.

Los símbolos particulares
Son los que se identifican más directamente con las vivencias personales y las motivaciones del soñador. Pues… desde la primera infancia, todo lo que se vive, se siente y se experimenta va quedando grabado en el inconsciente, según se percibe emocionalmente. No importa si lo vivido se ha llegado a comprender o no, lo que importa de verdad es únicamente la emoción o sensación que nos ha causado. Por eso durante la niñez, en la etapa de mayor receptividad y aprendizaje del ser humano, es cuando se van formando gran parte de los símbolos particulares, que más tarde aparecerán en los sueños con un regañaran porque ya le habían advertido que no jugase en el salón. Sin embargo, cuando llega el momento de la regañina, ésta es mucho más fuerte y tremenda de lo que esperaba. El niño queda impactado, pues no alcanza a comprender que su trastada sea para tanto, y esa sensación de susto e incomprensión, se quedará grabada en su inconsciente junto a la imagen del jarrón (de ese o de cualquier jarrón) como un símbolo de advertencia, prohibición o desagradables consecuencias. Y aunque luego, con el tiempo, el episodio quede olvidado en su memoria, el símbolo permanecerá vivo, y cuando en su vida de adulto se de una situación de incertidumbre donde esté arriesgando más de lo debido, es muy probable que en sus sueños aparezca la imagen de un jarrón roto, como advertencia de que debe ser prudente y tener cuidado con el terreno que pisa.

En definitiva, podemos concluir que la práctica hace al maestro, y que sólo hay que poner un poco de interés en trabajar con los propios sueños, para ir conociendo los símbolos que nos resultan más afines y obtener así una excelente fuente de información.

María Jesús Palmer
Astróloga. Profesora de Tarot e interpretación de sueños
Centro de terapias Yo Me Cuido
www.yo-mecuido.es

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