La odontología ha evolucionado notablemente desde la implantación de las técnicas de odontología digital, pero uno de los campos que en los que más ha avanzado ha sido el de la implantología. Las
cirugías se realizan ahora de una forma más sencilla, previsible y rápida, lo que ayuda a reducir las molestias del paciente y los riesgos históricamente asociados a este tipo de tratamientos.
Cirugía guiada o implantología mínimamente invasiva. Hay varios nombres para denominar a esta nueva forma de practicar implantes que nada tiene que ver con la manera tradicional, en la que podían pasar hasta nueve meses desde la primera consulta hasta que finalizaba el tratamiento y que no en pocas ocasiones causaba serias molestias para el paciente.
La base y el objetivo del tratamiento son los mismos: recuperar la funcionalidad y la estética de nuestra dentadura mediante la sustitución de una pieza dental dañada o perdida, a través de la implantación de un tornillo (el titanio es el material más utilizado y en caso de pacientes con sensibilidad a los metales, circonio, un material biocompatible con un índice de rechazo casi nulo) que se adhiere al hueso de la mandíbula y sobre el que se cimienta una corona de cerámica que simula ser la cara externa y visible del diente.
Pero la forma de practicar la cirugía ha cambiado drásticamente. Actualmente, y gracias a la introducción en la clínica del escáner intraoral, es posible captar una imagen exacta del mapa bucal del paciente, lo que nos permite diseñar cómo va a ser el protocolo de la cirugía y determinar el lugar exacto en el que se va a realizar el implante, comprobando previamente gracias al TAC si existe la suficiente masa ósea para integrar el tornillo, antes de proceder con la implantación.
Esta simulación virtual nos permitirá fabricar una férula quirúrgica que se colocará en la boca del paciente durante la intervención. Esta férula nos servirá de guía, de ahí que al proceso se le denomine cirugía o implantología guiada.
La férula determinará el punto exacto en el que se colocará el implante y la profundidad del mismo, lo que reducirá notablemente los riesgos durante la intervención, al contrario de lo que ocurría en la cirugía tradicional, en la que el odontólogo tenía que abrir la encía comprobar el estado del hueso y proceder a la implantación del tornillo.
El grado de precisión que nos aporta la férula es tal que en muchos de los casos nos evita tener que abrir la encía y dar puntos de sutura al paciente y reducir notablemente las molestias durante el posoperatorio, ya que al no tocar la encía, apenas hay inflamación y, por lo tanto, dolor.
Una última ventaja, y no por ello menos importante, es que además con la cirugía guiada se reduce drásticamente el tiempo de la intervención, permitiendo (en los casos en los que el paciente y su boca se encuentran en unas circunstancias óptimas y favorables) poder realizar el tratamiento en un sólo día.
Vídeo en donde la Dra Sara Márquez habla de implantología mínimamente invasiva pinchando aquí
Dra. Sara Márquez Sánchez
Odontóloga especialista en periodoncia, implamtología y cirugía bucal