Dar voz al Niño Interior y a las emociones nos ayuda a ver qué hay detrás del caos emocional, a comprendernos mejor y a detectar nuestras verdaderas necesidades.
Desde que Freud postuló su teoría de las fuerzas en conflicto que conviven en nuestro interior (yo, ello y super yo), varios autores, incluyendo a Fritz Perls con la Terapia Gestalt, han explorado este concepto. Específicamente, han discutido cómo el diálogo interno y las polaridades afectan nuestro comportamiento emocional. Eric Berne, por su parte, utiliza el Análisis Transaccional para describir esta lucha interna que todos llevamos dentro. La falta de conciencia sobre estos conflictos internos puede dificultar la gestión de nuestras emociones, convirtiéndose en la base del comportamiento neurótico.
El médico y terapeuta Gestalt Norberto Levy ha profundizado en esta idea, separando la emoción (o niño herido interior) de la razón (o adulto/maestro). Levy destaca que todos tenemos estas fuerzas en nuestro interior, cada una con intereses y vivencias distintas. A través de su libro, plantea la necesidad de desarrollar el autoaprendizaje necesario para gestionar emociones desagradables. Esto implica fomentar un diálogo interno que fortalezca el rol del maestro que todos llevamos dentro para poder dominar las rabietas y miedos de nuestro niño interno.
En mi labor como terapeuta Gestalt y facilitadora de talleres de Educación Emocional, he visto cómo el proceso de dar voz a cada aspecto de uno mismo ayuda a las personas a conectar con emociones y experiencias que habían negado. Este proceso es liberador y conduce a una mejor comprensión y manejo del sufrimiento emocional.
Uso Práctico: Conversación Interna en un Taller
En uno de nuestros talleres, una alumna decidió trabajar la emoción que predominaba en su vida: la ansiedad. Le propuse que dialogara con su ansiedad y su maestro interior. A continuación, se desarrolla parte de esta conversación:
Ansiedad: estoy cansada y estresada, no tengo tiempo para nada, ni para mí, ni para disfrutar de mi familia y mis gatos.
Maestro: ¿Qué es lo que estás haciendo con tu tiempo?
A: Lo lleno de actividades, ayudando a otros, pero no me queda tiempo para disfrutar de mis padres, que son mayores…
M: ¿Para qué haces eso?
A: Para evitar sentirme sola…
Aquí ya podemos identificar tres emociones en el caos emocional de la alumna:
- La ansiedad: por llenar su tiempo de actividades.
- La culpa: por no poder dedicar tiempo a sus seres queridos.
- El miedo a la soledad: que subyace a todo ello.
Al trabajar con el miedo a la soledad, su lenguaje corporal refleja su vulnerabilidad y necesidad de apoyo. Esto pone en evidencia una polaridad que vive en conflicto:
- Vulnerabilidad/Necesidad de los demás: «No puedo con todo, necesito apoyo».
- Fortaleza/Autosuficiencia: «Yo no necesito a nadie, puedo sola».
Este conflicto representa el continuo entre dos aspectos opuestos. Uno de los resultados comunes es que la persona se identifica solo con un extremo, dejando al otro fuera de su conciencia. Esto resulta limitado y excluyente. Al conectar con la parte vulnerable, la alumna reconoce que la actividad y la ansiedad eran estrategias inconscientes para evitar su vulnerabilidad. Al gestar esta comprensión, se libera enormemente.
La mayoría de las personas tienden a pensar que la emoción en sí misma es el problema. Sin embargo, las emociones son mensajes que requieren ser recibidos y entendidos. Estas son guías para desentrañar lo que está ocurriendo dentro de nosotros.
La voz de nuestro niño interior se expresa a través de nuestras emociones. Los niños pueden transitar con facilidad por sus sentimientos, mientras que los adultos a menudo reprimen y ocultan lo que sienten. Esta represión puede llevar a comportamientos disfuncionales, como el estrés o la ansiedad.
La Importancia de Escuchar a Nuestro Niño Interior
Es vital que atendamos esa voz interna desde una perspectiva adulta, amorosa y sabia. Durante nuestra niñez, los adultos a menudo nos enseñaron a gestionar nuestras emociones de manera inadecuada. Ahora, como adultos, tenemos la oportunidad de desarrollar un enfoque más cariñoso y respetuoso hacia nuestras propias emociones.
Funciones del Adulto/Maestro:
- • Escuchar.
- • Aclarar los hechos para entender.
- • Acoger al niño herido y aceptar sus emociones.
- • Integrar y negociar un modo de afrontar la situación.
Funciones a evitar:
- • Juzgar, minimizar o sobreproteger.
El Maestro siente por el niño: amor, respeto y confianza en sus capacidades. Si permitimos que nuestras emociones se expresen y desarrollamos nuestra voz interna de maestro, podremos manejar nuestras emociones de manera más consciente y saludable.
Ana González Tejera
Educadora Social, Terapeuta Gestalt, Coach, Formadora y Facilitadora de Grupos. Coordinadora de Althea Desarrollo Humano
www.althea-desarrollo-humano.com