En el primer capítulo de Genética Emocional y Juventud hablaba de cómo nuestro cuerpo lleva impresos dos estigmas o huellas de memoria: el estigma de vejez y el estigma de juventud.
Cuando nos posicionamos en el camino de la Juventud, elegimos una filosofía de vida que implica un compromiso con nosotros mismos de sacar de nuestro cuerpo la vejez que va vinculada al ADN Emocional situado en nuestra columna vertebral. La vejez se va instalando en nuestro cuerpo a medida que vamos bloqueando nuestra energía al no poder resolver satisfactoriamente los conflictos emocionales que surgen inevitablemente en nuestro proceso de vida. El ADN Emocional que cada uno de nosotros tiene activado está vinculado a nuestro KARMA, es decir, a los trabajos emocionales que tenemos que resolver en esta vida y que concluiremos a lo largo de la misma, ya que por ellos hemos podido formar un nuevo cuerpo físico y por ellos estamos aquí, en este planeta.
El karma, al ser la base de densidad “vieja” que tiene nuestro cuerpo de masa, unido a la dureza de los conflictos emocionales que vivimos muchas veces, nos puede llevar hacia la vejez corporal, y es entonces cuando entramos de nuevo en el “engaño” y cogemos AIRE del entorno y de las interrelaciones, en lugar de coger OXÍGENO de lo positivo del entorno y de unas relaciones nutritivas.
“El aire nos autodestruye y afecta a la célula como envejecimiento físico. Cuando entramos en estados de envejecimiento físico la célula va cerrándose cada vez más y no puede rejuvenecer por sí misma. Tengo que ir al estado vibracional que tengo en mi campo magnético. Sólo desde el campo magnético puedo revertir mi físico.”
Estas palabras en cursiva, así como las que aparecen en el resto del artículo, pertenecen al libro “Los planetas en nuestra genética”, en el cual María Gemma Sáenz va desarrollando la teoría y los ejercicios que nos van a ir ayudando a entrar en el paradigma del camino de la eterna juventud.
Mi deseo con esta serie de artículos es plantear que nosotros podemos cambiar esa visión emocional de que es inevitable la vejez. ¿Cómo? Recurriendo a la capacidad de OXIGENACIÓN que traemos en nuestro campo magnético. El campo magnético o “halo” nos rodea como un óvalo de cabeza a pies y de pies a cabeza y su oxigenación potencia la juventud que luego transformará la masa envejecida de nuestro cuerpo físico.
El halo tenemos que trabajarlo con una energía superior a la nuestra que es la energía del UNIVERSO. El cuerpo es el reflejo del Universo y necesitamos potenciar nuestro acople al mismo, ya que el universo nos centra en la plena oxigenación.
Ejercicio para potenciar nuestro Universo.
Este ejercicio lo hacemos con una foto del universo, y en el reverso de la misma escribimos en letra cursiva: “Cojo la plena oxigenación del Gen”. Después recortamos la foto en forma de doble pirámide (como una estrella de 6 puntas), a la vez que verbalizamos la frase que hemos escrito.
El ejercicio hay que realizarlo 40 días, por lo tanto necesitamos 40 fotos. No se hace 40 días seguidos, sino en ciclos de lunes a viernes, ya que el sábado y el domingo se descansa.
Es una forma de ir abriéndonos a la energía del Universo con el que estamos conectados, y a la conexión con nuestro Gen.
PLANETAS, ASTROS Y NODOS EN NUESTRO CUERPO
Lo que nos da oxígeno desde la intemporalidad son los planetas; los astros nos dan fuerza como focos motores que son, y los vamos a acoplar al cuerpo junto con los nodos norte y sur.
Lo planetario se mueve por una frecuencia intemporal y una gravitación de oxigenación constante que es superior a la de nuestro cuerpo.
Los planetas nivelan nuestra juventud que va pautada por la oxigenación. El planeta es más corporal.
Los nodos Norte y Sur nivelan el campo sensitivo (los sentidos) y van ligados al elemento fuego.
El sol y la luna nivelan nuestro carácter y van ligados a nuestra forma de interrelacionarnos, a lo cual nos ayudan. El Sol se encuentra en el cuerpo desde la zona comunicativa hasta los pies y su color es el oro. La luna está en la parte mental, por lo tanto actúa sobre las neuronas; su color es el plata. Con los ejercicios que van a continuación vamos a sacar el aire que entorpece que nuestras neuronas estén jóvenes.
Ejercicio con el Sol. Cada día por la mañana, siempre después de la ducha, vamos a visualizar un gran sol que va desde la barbilla hasta los pies y que nos nutre. Este gran sol va a quemar todo lo que es aire, -recordad que el aire es engaño-, y nos va a dar todo lo que es oxígeno.
Cuando entramos a activar la parte genética, nuestro propio cuerpo tiene la capacidad de seleccionar de cada escena vivida aquello que realmente nos da oxígeno y desecha automáticamente lo que nos va a llevar a la vejez. Y eso lo hace en el momento, no necesita procesar durante un tiempo lo que ha sucedido en el pasado vivido, aunque sea un pasado muy próximo, porque volver al pasado, aunque sea sólo de pensamiento, es llevar automáticamente a nuestro cuerpo a la vejez.
Ejercicio con la Luna. Cada noche antes de irnos a dormir visualizamos una luna de color plata que nos ayuda a limpiar nuestras neuronas y pone oxígeno en ellas mientras dormimos. Esto hará que por la mañana nuestra cara esté más joven y más vital.
El nodo norte es más tangible y fuerte. Comprende los brazos, las piernas y la columna; podemos decir que es lo masculino del cuerpo. Su color esl plata.
El nodo sur es más femenino y abarca las zonas comunicativa, plexo y creativa. Su color es oro.
Mercurio se encuentra en el ombligo y su forma es circular. Su color es oro.
Venus está en la zona del cuello. Su color es oro.
Marte está en los pies. Su color es plata.
Júpiter comprende toda la espalda. Su color es plata.
Saturno engloba todo el plexo solar. Su color es oro.
Urano se sitúa en los brazos. Su color es plata.
Neptuno va en las crestas ilíacas. Su color es oro.
Plutón es el halo que llega a los pies; es como si nos metiéramos en un óvalo. Su color es a la izquierda plata y a la derecha oro.
En los siguientes artículos iré profundizando en la información que lleva cada planeta y con qué ejercicios podemos trabajarlos.
Bibliografía. Los Planetas en nuestra genética. Volumen II de “La evolución del universo. Autora: María Gemma Sáenz.