Destino, éxito y responsabilidad individual

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¿Dónde empieza y dónde termina mi responsabilidad de lo que me sucede? ¿Cómo influye mi herencia familiar en lo que vivo?

Hablamos aquí de “destino” para referirnos a lo que nos ha tocado vivir influido por la herencia familiar de cada uno, que ha condicionado que desde pequeños estuviéramos inmersos en determinadas intrincaciones, fidelidades y promesas a los ancestros (incluyendo a nuestros padres).

En sistémica se puede observar, que el destino o la vida de los organismos individuales están al servicio de la especie. Con las personas es igual; el destino individual está al servicio del destino familiar y a su vez, al servicio del destino colectivo del país, de la humanidad, etc. La diferencia es que podemos ponernos al servicio del destino colectivo desde la compensación arcaica o desde la compensación adulta.

Cuando éramos niños lo que deseábamos era salvar a los más mayores. Los niños son puro amor al servicio del sistema familiar y toman sobre ellos todo lo que en el sistema aún necesita ser visto, incluido y honrado. Cuando crecemos y podemos tener nuestro “estado adulto” al mando (concepto de Análisis Transaccional), podemos tomar nuevas decisiones que nos llevan a la autonomía, y liberar las decisiones que tomamos cuando éramos niños.

No somos responsables de nuestra herencia familiar, ni de lo que nos ha tocado vivir. El pasado no lo puedo cambiar. En cambio, sí soy responsable de cómo lo vivo, de qué actitud elijo tener frente a las circunstancias que me han tocado vivir, y soy responsable de seguir en ellas y alimentarlas o elegir salir. Es una decisión personal.

El asentimiento a todo como es permite transformar el destino. El asentimiento llena a la persona de la fuerza necesaria para vivir su destino. En cambio, quien se enfada con su destino, además de sentirse más grande que él por exigirle que cambie, siente que no tiene suficientes fuerzas para llevarlo. El asentimiento llena de ligereza y permite fluir con la vida a cada paso.

El destino nos es dado, y la responsabilidad es individual. Si el destino de la persona se transforma es por su decisión de asentir a todo como es, poniéndose con humildad frente a la vida aceptándola como viene. Y luego desde su responsabilidad individual actúa desde su estado adulto, con lo que conviene en cada momento, desde el presente, y eligiendo despedirse de sus fidelidades.

Aceptar el destino como es, despedirnos de las fidelidades al pasado y darnos el permiso de lo nuevo, son tres claves fundamentales para transformar nuestro destino, que podemos liberar desde el trabajo de las Nuevas Constelaciones Familiares.

El éxito desde la compensación arcaica o la compensación adulta:

Siempre hay compensación a todo lo que sucede. La compensación de polaridades está presente en todo lo que existe, de hecho, la fuerza de la compensación es lo que en biología conocemos como la homeostasis. Se puede dibujar como un movimiento ondulatorio de crestas y valles donde nos movemos constantemente.

En sistémica vemos que la compensación puede ser arcaica (imitación del pasado, creencias, fidelidades a ancestros, expiación de la culpa) o adulta (la que se da desde el estado adulto, desde el asentimiento a lo que hay, incluyendo a todos y a todo, eligiendo la autonomía, renunciando a las creencias que separan de la realidad y de las demás personas para estar disponibles para el presente).

El éxito se puede estar viviendo por compensación arcaica, es decir, para compensar algo del pasado (puede ser para compensar algo muy antiguo del sistema familiar). En ese caso, de la misma forma que vino, se puede ir, llevando a la persona al punto contrario, porque lo que hay de fondo es una compensación arcaica. En ese movimiento ondulatorio de compensación, después de una cresta necesariamente viene un valle.

El éxito que se obtiene por compensación adulta, puede ser un éxito estable si la persona vive su vida desde la compensación adulta descrita anteriormente. La compensación adulta incluye decir sí a todo como es; no es decir sí sólo al éxito, es decir sí a lo mucho y sí a lo poco. Es la unión de las polaridades, no la elección de una polaridad y el rechazo de la contraria. El objetivo en sí no es el éxito; el objetivo es servir a la vida, y como consecuencia de la compensación adulta en la vida de la persona, llega el éxito.

Para estar en el éxito desde la compensación adulta, el siguiente paso a la sintonía con la vida es darnos el permiso de vivir el éxito que la vida tiene para nosotros, pero sin exigirle a la vida que nos de ese éxito. Ese matiz entre una cosa y otra es muy importante. Cuando se le exige algo a la vida, el movimiento de compensación será todo lo contrario a lo que buscamos, ya que esa exigencia a la vida refleja un desorden propio en el que la persona está implicada, en relación a su sistema familiar.

La compensación adulta es una decisión personal de reconciliarnos con los opuestos, de ver todo por igual renunciando a las preferencias que excluyen o rechazan la otra polaridad. Cuando podemos abrazarlo todo, el vacío creador del universo que contiene todas las posibilidades, nos va a permitir materializar una nueva probabilidad, para compensar el hecho de estar al servicio de la vida como es. Y cuando nos alejamos del amor a todo como es y volvemos al rechazo, la vida también nos lo muestra con nuevos conflictos.

Psicóloga Especializada en Nuevas Constelaciones Familiares

Cristina Cáceres

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4,8 minutos de lecturaActualizado: 30/06/2024Publicado: 17/10/2017Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: ,