La Danza Karana es una disciplina holística que invita a habitar el cuerpo físico para elevar nuestro ser a planos superiores. Esta práctica, que emana de la Danza Árabe, se enriquece con influencias de la danza Persa, India, Flamenco y contemporánea, buscando proporcionar al cuerpo una versatilidad sin igual.
Los movimientos que componen esta danza se organizan dentro de una geometría sagrada, lo que favorece una reestructuración postural. Es crucial que el cuerpo esté alineado entre el Cielo y la Tierra, con la columna vertebral actuando como nuestra antena para fortalecer nuestra conexión. A través de un movimiento guiado por la respiración, se activa la energía de nuestros vórtices o chakras mediante movimientos específicos, facilitando así la conexión con nuestra Presencia. A su vez, esta disciplina se presenta tanto como una danza clásica como una terapia, integrando conciencia y gozo, y convirtiendo el movimiento en un verdadero arte. Porque, como bien se dice, “el arte es la manifestación del alma”.
La Danza Karana es el resultado de una búsqueda profunda, en la que la danza ha sido el foco principal debido a la conexión que implica con el ser, enriquecida por mi experiencia como bailarina, maestra y sanadora.
Desde tiempos inmemoriales, la danza tenía la finalidad de establecer un vínculo sagrado con lo intangible y lo sutil. Sin embargo, a lo largo de la historia, hemos visto cómo este conexión se ha ido diluyendo en nuestra cultura, donde el virtuosismo ha eclipsado la unión entre mente, cuerpo y espíritu. Tales conceptos han encontrado refugio en prácticas orientales milenarias como el Yoga, Chikung, y Taichi, que se han separado de la danza.
Al entrar en contacto con nuestro cuerpo, la mente se detiene, permitiendo que el espíritu se manifieste. Para los egipcios, el Ka era un vehículo dimensional que se activaba al experimentar un estado de bienestar. Esta conexión se revela al sentir cada centímetro del cuerpo en movimiento, ofreciendo así una experiencia transformadora. En sánscrito, el término KA se relaciona con liberar, soltar. Mientras que RA significa vida, y NA, alegría. Esta etimología resuena con el significado profundo del arte del movimiento.
El primer estadio de la danza Karana se fundamenta en la posición y alineación del cuerpo, así como en la toma de conciencia de las articulaciones. Este enfoque permite sentirlas y vivirlas de manera plena, disociando el cuerpo y armonizándolo con la música y la respiración, lo que a su vez facilita la eliminación de toxinas y el rejuvenecimiento de las articulaciones.
A través de esta práctica, el cuerpo logra un estado de bienestar que aporta vitalidad, alegría y nos ayuda a integrar el movimiento en nuestra vida diaria. La danza es la eficacia en movimiento, y cada ejecución se convierte en una extensión de quien realmente somos.
La danza Karana tiene un enfoque holístico, dirigido a elevar nuestro estado de bienestar mediante un desarrollo continuo y la implementación de herramientas que promuevan la conciencia, y la inteligencia corporal. Esto incluye conocimientos sobre energía, liberación de memorias y patrones arraigados en nuestro ser, abarcando tanto la salud física como emocional. La práctica se adapta a las necesidades individuales, pues no se trata de memorizar coreografías, sino de aprender a conocerse a uno mismo y a conectar con el ser interno.
Al practicar danza Karana, se nos brinda la oportunidad de experimentar el No tiempo, un estado que nos permite salir de la rutina para entrar en el Aquí y el Ahora. Esta integración es orgánica y esencial para nuestra evolución personal. En un mundo en constante cambio, la danza nos proporciona las herramientas necesarias para navegar estos cambios.
La danza adquiere una dimensión adicional al fusionarse con la música; las frecuencias de diversas melodías elevan nuestra vibración y crean una vibrante geometría en nuestro ser. Al habitar la música en el cuerpo, abrimos la puerta a nuestro inconsciente, permitiendo que emerjan energías únicas que nos conectan con estados elevados del ser.
Según el Dr. Bruce Lipton, el 95% de nuestras acciones son dictadas por nuestro subconsciente. Cuando danzamos de forma libre y espontánea, alineados con los principios de Karana, trascendemos la mente consciente, permitiendo que florezcan lo sub y supra consciente. Al sumergirnos en el gozo, alcanzamos estados de conciencia que favorecen un pensamiento más elevado, facilitando cambios significativos en nuestra percepción.
Todo lo mencionado se relaciona con la necesidad de trabajar internamente para que la danza emerja de nuestro ser. Los estilos incluidos en la danza Karana (como Raks Sharkí, Baladí, Saidí, Tribal, Flamenco, Persa) se adaptan según la dinámica del grupo, permitiendo que cada uno aprenda no solo la técnica, sino también las actitudes y emociones subyacentes que enriquecen nuestra práctica.
Apoyándonos en una técnica precisa, encontramos un estado de bienestar que permite al cuerpo aprender, desarrollar y expresar su música interna, manifestando así el alma y promoviendo nuestra transformación personal.
Clara Bueno “Arkana”
Creadora y maestra de la metodología Danza Karana
Ex Juez, Artista, bailarina, Maestra Reiki y Shamra
www.clarabueno.com