La piel es el órgano más grande del cuerpo y es el que está más expuesto a las infecciones, las lesiones y las enfermedades. Refleja claramente nuestro estado de salud, nuestras emociones y cómo nos sentimos (ceño fruncido, rubor, tez pálida, sudor…). La piel es uno de los órganos emuntorios principales a través del que eliminamos toxinas, cuidarla minuciosamente es fundamental para que pueda cumplir correctamente sus funciones de protección, eliminación, regulación e interacción con el entorno a través de los receptores sensoriales. De igual manera que la flora intestinal necesita de bacterias fermentativas para su buen funcionamiento, la piel cuenta con su propia flora bacteriana que la mantiene ácida; cuando esta flora se altera surgen todo tipo de infecciones y alteraciones cutáneas como eccemas, dermatitis, psoriasis, abscesos, furúnculos, durezas…


A través de la piel eliminamos toxinas


Son muchos los factores que pueden comprometer tanto la salud como el aspecto de la piel, entre ellos se encuentran la nutrición (nuestro exterior es el reflejo de nuestro interior), la higiene, la circulación, la edad, los rasgos genéticos o el estado anímico de la persona. Poseemos cerca de dos metros cuadrados de piel en total y la mayoría de sus síntomas son manifestaciones de estados patológicos, de enfermedades externas o de exposiciones directas a los rayos ultravioletas. Es nuestra carta de presentación más sincera, con la que no engañamos a nadie.

En primavera y verano tenemos que prestar aún más atención a nuestra piel, pasamos de los meses de frío en los que la piel ha estado protegida tras la ropa a exponerla libre ante los rayos del sol y el calor, y esto suele causar desajustes y problemas cutáneos relacionados con irritaciones, alergias, sensibilidades… A su vez, la llegada del verano es sinónimo de vacaciones, de pasar más tiempo fuera de casa, lo que implica realizar comidas más irregulares, desordenadas, se abusa de las ensaladas, las frutas, los helados, los refrescos o los platos preparados y se cena mucho más tarde, todo esto implica que generamos más acumulación y toxinas en nuestro organismo.

Primeros pasos de cara al verano

Los primero que debemos hacer después de periodo de hibernación es ayudar a la piel a eliminar la células muertas de la epidermis para que los poros puedan volver a respirar bien y ésta luzca vital.

1.- Limpiar la piel en seco con un guante o cepillo específico fabricado con materiales naturales nos va a ayudar a eliminar la piel muerta. A la vez que limpias la piel, estarás estimulando la microcirculación y ayudarás a su relajación.

2.- Baños de vapor o saunas que no sólo van a purificar la piel, también la sangre. Con el calor los poros se dilatan limpiándose en profundidad.

3.- Practicar deporte con ropa que transpire para favorecer la sudoración y con ella la eliminación de toxinas.

4.- Combinar agua caliente con fría. Para tonificar la piel, aumentar sus defensas, mejorar su circulación y nutrición, así como acrecentar su elasticidad es muy recomendable que después de la limpieza con agua caliente se aplique agua bien fría, que a su vez va a favorecer que los poros se cierren.

 

5.-Empezar con una correcta hidratación y nutrición. Con la llegada del verano hay que utilizar cremas con protección solar y lociones para después del sol. Es muy importante que sepas elegir bien el producto que vas a utilizar, no olvides que a través de la piel pasan muchas sustancias tóxicas al torrente sanguíneo. Elige siempre productos que te garanticen que no llevan tóxicos, ni sustancias cancerígenas. Es importante utilizar filtros solares realizados con óxido de zinc y nutrir la piel con aceite de sésamo, jojoba o manteca de karité tras la exposición al sol.

Reparar la piel

Depuración y cuidados desde el interior

Lo que comemos, como ya hemos comentado, es vital para tener una piel saludable. Nutrirse de alimentos antioxidantes que contrarresten las radiaciones ultravioletas es una de las medidas prioritarias a tener en cuenta de cara al verano.

  • Tu dieta tiene que estar llena de productos ricos en betacarotenos que se transforman en vitamina A dentro del organismo y que se encuentran en alimentos vegetales con color naranja, rojizo, verde o amarillo (zanahorias, calabaza, tomates, pimientos, brócoli, manzanas, ciruelas, mangos, albaricoques…),
  • De alimentos ricos en vitaminas del grupo B como son los cereales integrales, los frutos secos, la levadura de cerveza o verduras como coles, espinacas, coliflor, rábanos o endivias,
  • Alimentos ricos en vitamina C como pimientos, limones, pomelos y en zinc, presente en el apio, los higos, las nueces, las patatas, las pipas de calabaza o las berenjenas.
  • Es muy importante que en tu día a día enriquezcas tu dieta con ácidos grasos esenciales omega 3 y 6, y
  • Vigila que tu alimentación te hidrate correctamente; vamos a dar prioridad a una alimentación con una energía ligera y activa que nos remineralice refrescando.

Los antioxidantes contrarrestan los efectos negativos del sol


Desde el ámbito de la fitoterapia hay una serie de plantas medicinales que nos pueden ayudar mucho en el cuidado de la piel, tanto tomadas en infusión como aplicadas directamente sobre la piel como son:

  • la ortiga verde (calmante, cicatrizante y desodorante),
  • la cola de caballo (remineralizante natural),
  • la caléndula (muy cicatrizante),
  • el aloe vera (calmante, hidratante y reparador),
  • la raíz de bardana (antiseborreica, bactericida, antipruriginosa),
  • la lavanda (desinfectante, cicatrizante, muy buena para heridas y picaduras),
  • la malva (emoliente y suavizante),
  • la manzanilla (calmante y suavizante)
  • o el tomillo (antiséptico).

No quiero cerrar este artículo sin antes recomendaros un truco con plantas medicinales que en verano va estupendamente para la piel.

Se trata de realizar unos cubitos de hielo con cola de caballo, caléndula, lavanda, tomillo y manzanilla.

Tienes que colocar en una jarra grande un cucharadita pequeña rasa de cada una de las plantas e incorporar un litro de agua hirviendo, dejar reposar unos 20-30 minutos, colar y verter la infusión en los moldes para realizar cubitos de hielo, colocarlos en el congelador y todas las noches limpiar la cara con el cubito pasándolo por el rostro lentamente hasta que se deshaga por completo.

¡Te sorprenderán los resultados!

Celia Valenciano Bono
Responsable Departamento de Comunicación El Vergel
www.el-vergel.com