Hay que vivir el cuerpo para ir más allá del mismo y conectar con un tipo de energía que nos pasa desapercibida, pero que podemos actualizar y aprovechar.
Los antiguos sabios hablaban de “cavar” en el cuerpo, es decir vivirlo profundamente y no solo la corporeidad en lo aparente o superficial, sino en lo más hondo. El cuerpo es así una preciosa herramienta para concentrarse y entrenar la atención e intensificar la consciencia.
Cuando el asana (postura de yoga) se efectúa correctamente y se mantiene lo necesario, se torna una valiosa técnica de autoinmersión y el cuerpo nos ayuda a viajar hacia los adentros y situarnos en el contemplador silencioso. De ese modo la posición corporal es como una “silueta” que deja un rastro muy favorable en la mente. Se va alcanzando una extraordinaria fusión (yoga) entre el cuerpo, la mente y las energías. Pero eso solo es posible cuando la posición corporal se asume respetando todos los requisitos del auténtico hatha-yoga y se va prolongando el mantenimiento de la postura. Una cosa es si se quiere trabajar con los asanas solo en el nivel somático (para ello también ayuda igual cualquier técnica gimnástica) y otra cosa es si se quiere convertir la postura en una técnica psico-físico-energética.
Nada se ha librado al azar o ha surgido por casualidad en cuando a las posturas del yoga o asanas.
Son el resultado de una larga experimentación de siglos. La base de la pirámide humana o energía más densificada, el cuerpo se pone al servicio de la búsqueda interior. La postura corporal es así un punto de apoyo para trascender la energía más burda y captar sensaciones y energías más sutiles.
En el cuerpo están todos los elementos, tales como la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter. Lo que es afuera es adentro o lo que es arriba es abajo, de acuerdo al principio iniciático. Apoyándose en el cuerpo, el hatha-yogui va explorando estados diferentes y superiores de consciencia. Al mantenerse la posición un tiempo considerable, se da una regulación de la respiración y se va produciendo el pratyahara o retracción sensorial que propicia un estado de consistente interiorización. Por todo ello hay una diferencia abismal entre servirse de las posturas a modo de gimnasia o valerse de ellas como una tecnología psicofísica de alto valor transformativo.
En el plano físico, las posturas conjugan masajes, estiramientos y presiones en puntos vitales del cuerpo y plexos nerviosos, habiendo también una definida acción sobre las glándulas. Existen tantas posturas precisamente para que no pase desapercibida ninguna parte o función del cuerpo. Pero el plano físico es solo una parte, ya que la postura buscar ir más allá y armonizar las energías y estabilizar la mente, volviéndola sobre su fuente más allá del pensamiento.
Toda esta labor no se hace para apegarse al cuerpo, sino para desapegarse del mismo; no representa un culto al cuerpo, sino al ser; no es un medio para robustecer el ego sino para debilitarlo. Todas las técnicas del verdadero hatha-yoga son para trascender y no para empantanarse más en el narcisismo o la autoimportancia.
Ramiro Calle
Centro Shadak