Como todos sabemos el cuerpo humano contiene un alto porcentaje de agua, entre un 45 a un 70 por ciento. No solemos preocuparnos en exceso por el tipo de agua que consumimos, aunque una reflexión en este aspecto sería un sano ejercicio.
Existen infinidad de tipos de agua atendiendo a las concentraciones de elementos que contengan disueltos, atendiendo a su pH o por su grado de ionización.
Sobre la capacidad terapéutica del agua alcalina ionizada podemos decir que nos encontramos en el inicio de varios estudios en diversas patologías. Uno de los más destacados se ha producido en la Universidad de Vigo, sobre la diabetes tipo I, donde se han tratado dos conjuntos de ratas de laboratorio. Uno de ellos, el grupo de control, se ha alimentado y permanecido en las mismas condiciones que el grupo de estudio, al que se le suministraba para beber agua alcalina ionizada.
En este estudio preclínico y en sólo 2 meses se observa una desviación estadística de diversos valores en los biomarcadores de los roedores. El primero de los valores que ha descendido es el nivel de triglicéridos en sangre de los especímenes tratados con agua alcalina ionizada, la disminución es leve pero ya en el propio estudio se remarca la conveniencia de proseguir con los estudios en esta dirección.
El parámetro que ha sufrido una mayor variación en el mismo periodo, es la catalasa pancreática. Podemos decir que la catalasa es una enzima, una enzima es una molécula que ayuda al cuerpo a que se produzcan una serie de reacciones químicas de una forma más sencilla o rápida. Nuestra catalasa se encarga de que el cuerpo pueda descomponer el peróxido de hidrógeno H2O2 en oxígeno y agua por medio de la siguiente reacción:
2 H2O2 2 H2O + 02
La importancia de la medición de la catalasa se encuentra en que sus niveles nos informan de los posibles mecanismos en los que las células se adaptan frente al estrés oxidativo. El estrés oxidativo se produce cuando se genera un desbalance desfavorable entre las especies reactivas del oxígeno y las defensas antioxidantes, que intentan reparar el daño oxidativo a las macromoléculas.
Una rata con diabetes producirá una mayor cantidad de radicales libres, incrementando el estrés oxidativo al que está sometido su páncreas. Que la ingesta de agua alcalina genere una reducción de la concentración de catalasa induce a pensar que los roedores que han bebido agua alcalina ionizada presentaron un descenso del estrés oxidativo pancreático.
Se han medido también en el mismo estudio el grado de peroxidación lipídica en el páncreas de las ratas. Los radicales libres presentan una vida media muy baja y no da tiempo a medirlos, por lo que experimentalmente se opta por un análisis de TBARS. Este análisis mide la concentración de ácido malonaldehido, una forma indirecta de medir el impacto de los radicales libres. Que en los ratones que han bebido agua alcalina ionizada que su concentración sea menor, nos está indicando que su páncreas está siendo menos afectado que el del grupo de control por los radicales libres.
En este estudio queda demostrado de una forma rigurosa, los efectos que el agua alcalina ionizada ha provocado sobre un grupo de roedores, frente a un grupo de control que se habían mantenido en las mismas condiciones. Actualmente este tipo de estudios pueden ser un buen punto de partida para estudios de largo recorrido donde se pongan de manifiesto las bondades terapéuticas de un elemento tan sencillo y común como puede ser el agua.
Si podemos ayudar a nuestro organismo en la reducción de los radicales libres tan sólo bebiendo un vaso de agua, la terapia no puede ser más sencilla.
J.Pereira
Licenciatura en Física (Universidad Santiago Compostela)
Máster Interuniversitario en Investigación en Tecnologías de la
Información
Experto en tecnologías del agua
Alkanatur
www.alkanatur.com
