Adopciones, otro modelo de familia
Hoy en día, en las sociedades más avanzadas, se retrasa la maternidad por múltiples razones. Esto conlleva problemas de fertilidad y por consiguiente la demanda de niños en adopción de países menos desarrollados o autóctonos en situaciones de vulnerabilidad.
DOBLE OPORTUNIDAD
Con la adopción, se constituye un modelo de familia, no exento de dificultades. Niños que viven en residencias u orfanatos tutelados por organismos oficiales optan por vivir en una familia rodeados de afecto y seguridad. Se trata de una doble oportunidad: un encuentro entre un menor necesitado de amor y unos adultos que anhelan querer y formar un hogar. Este camino, envuelto en un halo de humanidad y generosidad, requiere de un imprescindible contacto con la realidad.
MIRADA CONSCIENTE
Una adopción, conlleva peculiaridades significativas e importantes que debemos conocer para valorar si podemos hacerles frente. Tendremos en nuestras manos un menor con una historia dolorosa y una herida existencial: el abandono. No sentirse querido, es el dolor más profundo del ser humano. En estos niños, ese temor se eleva la máxima potencia, porque se ha materializado: sus padres lo han abandonado. Los adultos encargados de protegerle, cuidarle, y aceptarle, se han ido. Esto les deja en una situación de extrema vulnerabilidad, no solo física, también emocional y afectiva.
Si empezamos un proceso de adopción, tenemos que mirar honestamente nuestro corazón y ver si está preparado para manejar lo que el niño nos trae. Muchos casos terminan en un segundo abandono por una idea romántica de la realidad. No se trata de “salvar” a un niño de la pobreza o exclusión social, es un paso que requiere de fortaleza, recursos, firmeza y grandes dosis de amor y paciencia.
Hagamos unas ref lexiones antes de dar el paso:
¿Cuál es mi motivación para adoptar?
¿Tengo algún duelo pendiente de hijos no nacidos?
¿Es el mejor momento para mí?
¿Es un proyecto personal o compartido con mi pareja?
¿Mi familia extensa me apoya?
¿Qué tiempo tengo disponible para dedicar al menor?
¿A qué estoy dispuesto a renunciar por el bien del menor?
¿He creado un espacio interno para acogerle?
Si tengo hijos biológicos ¿Cuento con su aprobación?
¿Aceptaría a un menor con una diferencia de fenotipo?
¿Qué sentimientos me merecen sus padres biológicos?
Estas cuestiones, antes o después aparecerán en nuestra mente, y mejor que sea antes, que después. Quizá algunas no tengan respuesta, pero nos ayudarán a conocer de donde partimos y cuál es el camino que nos queda por recorrer. Trabajar con los interrogantes, poner nombre a miedos profundos desde el principio, nos facilitará el recorrido. Si los desenmascaramos estaremos más disponibles para lidiar con los de nuestro hijo.
El proceso comienza cuando decidimos adoptar a un menor. Encontraremos dificultades y la incertidumbre irá de nuestra mano. Si queremos seguir, ¡Adelante! Empezamos una aventura donde seremos padres de niños que traen una historia por descubrir en sus mochilas. Tenemos que estar preparados para enfrentarnos con sus monstruos y nuestros demonios. Porque saldrán de la mochila y se mirarán cara a cara. Prevenir nos ayudará a amortiguar los obstáculos.
En los próximos artículos iré desgranando las dificultades que encontraremos en el camino y como movilizar recursos para abrir las puertas de nuestro corazón a nuestro nuevo hijo.
Directora y supervisora de Adhara Psicología. Psicóloga.