La Paz es una energía que se asimila en el ADN espiritual, emocional e interno del individuo para extender su presencia como las flores exhalan su perfume. Educarnos en la Paz es transformar el mundo; saber por qué hemos de Ser Paz, es la semilla que desarrollará el árbol de la Paz con raíces más profundas y un fruto único: la Paz permanente.

Meses atrás, en Europa, hemos sentido la herida lacerante del terrorismo; en América el acceso a las armas de forma incontrolada ha provocado muertes y dolor; en Asia las guerras generan, además, refugiados desposeídos de todo; en África, bajo las banderas de las creencias o de las tribus, se sigue generando violencia y muerte. Todo esto es la ausencia de Paz.

La Paz es una energía que se expresa en la calma interior y en la seguridad exterior (y esto sirve tanto para las personas como para los Estados).
Si reflexionamos en ello llegaremos a la conclusión de que es muy lógico que la calma interior se vea alimentada de la seguridad exterior, cuando en nuestro alrededor hay comida, salud, escolarización, respeto espiritual, empleo, ocio, etc… la Paz tiene el terreno fértil y el abono fácil para desarrollarse.

Dice el axioma hermético que como es arriba es abajo y ya sabemos que lo exterior es reflejo de lo interior. Si esto lo extrapolamos a la humanidad no puede haber calma social o mundial si no nos educamos en la Paz interior.

Para alcanzar la Paz hay que empezar a aprender a usarla e identificarla, de tal forma que, de tanto usarla, sea tan común que no haya necesidad de invocarla, al igual que no invocamos la respiración para mantener la vida.

La Paz no se impone, es una energía que hay que sembrar, regar, mimar y hacer crecer en nuestro interior, individual, colectivo y social.
Para celebrar este día Internacional de la ONU, dedicado a tan capital asunto, vamos a ser Paz, o por lo menos tratar de aprender a educarnos en ella.
La Paz es el triunfo sobre el miedo. Sobre la ambición. Sobre la explotación. Sobre la injusticia. Sobre el insulto. Sobre la ira. Sobre el rencor. Pero todo esto sólo es posible cuando sabemos, y sentimos, que el valor de la Paz es más importante.

Educar en la Paz desde la familia, la sociedad y la escolarización sólo será un hecho manifestado cuando entendamos que es uno de los tesoros más valiosos, después de la vida, que podemos poseer en esta escuela planetaria llamada Tierra.

Mientras otros valores negativos, cuyo nombre no quiero repetir, ocupen los lugares de la Vida, el Amor, la Solidaridad, etc… no podremos hallar Paz permanente en el Planeta.
La Paz es un músculo energético que hay que poner en forma, pero “luchar” por la Paz es una incongruencia. Porque la Paz se conquista desde nuestro interior, se extiende entre la humanidad como el perfume del campo en primavera, como el sonido de las chicharras en la calma de la siesta veraniega, como la lluvia fresca del otoño o el silencio que se produce tras una nevada.

Trabajar para la Paz, es… ser Paz.
Este es uno de los valores más importantes que podemos regalar y enseñar a cuantos nos rodean y, de esta forma, que los demás vean lo maravilloso que es vivir en paz y se contagien hasta manifestarla y compartirla de forma natural y armoniosa.

La ausencia de conflicto es un estado que está dentro de nosotros y que se aprende a través de la educación familiar o de la autoeducación que vamos desarrollando con la cultura intelectual, emocional y con la madurez personal (madurez que no se corresponde con la edad).
Todos queremos un mundo en Paz, pero hemos de unirnos en grupos de trabajo por la Paz, es como iluminar una sala en penumbra con una cerilla, después encender una vela, y con ella encender muchas más; cuantas más velas, más luz. Cuantas más personas trabajen por la paz más Paz habrá en nuestros pueblos, ciudades, países y planeta.

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta esta humanidad actual, del siglo XXI, es este, abrazar la bandera de la Paz para que los hombres y mujeres se puedan desarrollar en cultura, aficiones, vocaciones, familia, libertad y en crecimiento personal.

Grandes Almas, como Gandhi, Luther King, Nelson Mandela, supieron regalar su existencia, como presente para que otros muchos buscaran y encontraran la paz en lugar de la violencia.

Ellos impulsaron la libertad por la vía de la Paz en lugar de la revolución belicista y violenta.
Nada se puede superar si para cambiar una situación se usa su antagónico, en este caso, la violencia. Esto lo llevamos haciendo por más de 6.000 años y no funciona.

La Paz debe de ser un estado permanente en los individuos y las sociedades, ya que permite el crecimiento sobre la base de la igualdad y la solidaridad.

Pero una sociedad es la suma de sus individuos y por eso hemos de mirarnos primero en nosotros y hacer el cambio necesario para ser Paz, sentir Paz y transmitir Paz.

La paz se une al sosiego, la reflexión, la humildad… es decir a la ausencia de ira, de reacción, de orgullo y soberbia. Si queremos la Paz hemos de trabajar internamente en cosechar las virtudes que se oponen a la Paz.

Hoy en día hay muchos movimientos intelectuales, emocionales y espirituales que, a través de muchas técnicas buscan el desarrollo interior, la paz interior, pero la vida nos pone a prueba con circunstancias para saber si ese desarrollo tiene raíces fuertes, sólidas y profundas o es sólo una idea bonita en nuestra mente que, a la menor ocasión, salta hecha trizas por los aires y un simple codazo en una aglomeración de personas puede hacer surgir un conflicto.

Queremos hacer, desde esta tribuna, un llamado a la Paz a los partidos políticos, a los clubes deportivos, a las universidades, colegios y guarderías y a todos los colectivos humanos, empezando por la familia, pero sobre todo a las almas anhelantes de Paz.

Vivir sin violencia comienza con el ejemplo, continúa con la educación desde los primeros pasos sociales, como pueden ser los juegos infantiles, los jardines de infancia, el colegio, y así, continuar durante toda la vida hasta ver transformado nuestro planeta en un lugar de completa Paz.
Esto no es una utopía infantil o de juventud, pues los mencionados Gandhi, Luther King y Nelson Mandela demostraron que hay que ser muy adulto, muy valiente, para llevar esto a cabo.

Desde aquí llamamos a los que aman la Paz a ser valientes (y muy pacíficos) por ella. A desarrollar la tolerancia, la paciencia –la ciencia de la paz-, la sonrisa, el humor y el amor para desarmar a los intolerantes, impacientes, enfadados, tristes y rencorosos violentos.

El día 21 de septiembre se celebra el día Internacional de la Paz. La mejor forma de celebrarlo es escuchar en las noticias que es la primera vez en la historia de la humanidad que todo el mundo está en Paz. No en alto el fuego (que sería un buen comienzo sin duda), sino en Paz.
Adelante, adultos, jóvenes, adolescentes… el mundo en Paz es nuestro, sólo tenemos que manifestarlo usando principios sencillos.

Reutilizar todo lo que se ha inventado para la violencia, en desarrollo para la sociedad. Reducir las explosiones de ira. Reparar, mediante el perdón, lo que la violencia o la guerra han generado. Reciclar la historia para no provocar rencor y odio, sino ejemplo de lo que no debe volver a repetirse. Regular la convivencia sobre modelos de paz y no de represión, reeducando a los violentos como se trata de reparar la salud de los enfermos para volver a ubicarlos, sanos, en la sociedad, para que puedan seguir aportando todo lo bueno que poseen.

Amigos, humanos, ¡seamos Paz!

Carlos Redondo Molina
Presidente de ADASEC- ESPAÑA
www.adasec.net