Para la mente humana resulta muy complejo e inabarcable comprender todo lo que son los Registros Akáshicos. Por ello, hemos creado una imagen que nos ayuda a imaginar lo que significan. Te propongo un viaje para poder entenderlo.
Imagina un libro infinito de páginas de luz. Ahora ojéalo y busca la página que lleva tu nombre. Pide que te sea mostrada. Sí, esta imagen también es muy compleja. Así que vamos a simplificarlo aún más. Imagina ahora que ese libro infinito se transforma en una enorme biblioteca de luz, con librerías llenas de libros luminosos. Pide ahora que te sea mostrado el libro que lleva tu nombre. Y ese libro te será mostrado, con toda la información relevante de tu alma. Eso son los Registros Akáshicos.
En ellos se recoge toda esa información de tu vida actual y del paso de tu alma desde que existe. Pero acercarnos a esa información tiene que tener un objetivo claro. No es un mero curioseo lo que nos debe mover para adentrarnos a leer ese “libro”. Debe ser la búsqueda de la verdad para poder caminar seguros, sabiendo que disponemos del libre albedrío para tomar las decisiones que queramos.
La cuestión es, que una vez que conocemos el origen de nuestras limitaciones y de nuestros miedos, resulta mucho más sabio tomar las decisiones que nos lleven a superar esos límites y miedos, aunque tengamos que enfrentarnos a hacer cosas que jamás nos hubiéramos planteado.
Vivimos en una sociedad que nos ha marcado líneas muy estrechas de actuación. Nos sentimos agobiados y en algunos casos, deprimidos, sin embargo, no somos capaces de traspasar esas líneas, de romper con lo establecido y empezar a cambiar nuestra vida.
Para ello, lo primero que tenemos que hacer es tomar la responsabilidad de nuestra vida. Si no nos gusta, nosotros somos los responsables de ella y, por tanto, los responsables de tomar, o no, la decisión de cambiarla.
La manera más sencilla de cambiar el rumbo es dar un pequeño giro. Darnos la oportunidad de hacer pequeños cambios en nosotros, que irremediablemente nos llevarán a un destino diferente. Poco a poco, aceptando quiénes somos y aceptando qué parte de nosotros no es nuestra, sino que nos ha venido impuesta por el exterior, podremos ir creciendo.
Los Registros Akáshicos nos ayudan a ver con claridad todas estas cuestiones y sus respuestas. Si de verdad, queremos mirar en nuestro interior, que mejor manera de hacerlo, que contando con la información que la Luz nos brinda sobre nosotros mismos.
Entonces, aparece algo que está muy escondido en nuestro corazón y de poco uso en nuestros días, la compasión. Si nos acercamos a la verdad, libres de prejuicios, podremos sentir esa compasión por nosotros. No para sentirnos víctimas, sino para sentir amor hacia nosotros y desde ese amor ir evolucionando. Y como por arte de magia, cuando nos responsabilizamos de nuestra propia vida y dejamos de echar la culpa de nuestros males a las personas que nos acompañan en ella, entonces se produce el verdadero milagro, también sentimos compasión por ellos.
Todos estamos conectados y todos podemos ayudarnos, sin embargo, elegimos el camino de echarnos la culpa unos a otros de que nuestra vida no nos guste, en vez de cambiarla.
Acceder a los Registros no es privilegio reservado a unos pocos. Están ahí para todo aquel que quiera conocer la verdad para el bien propio y para el bien de todas las personas con las que está conectado. A veces es a través de palabras, otras de imágenes, símbolos, emociones, etc., como se manifiestan. Para ello, debemos ser iniciados, abriendo el canal de comunicación con los Registros Akáshicos. Y a través de su Oración Sagrada, desde la práctica y la comprensión de sus lecturas, adentrarnos en la aventura de desprendernos de todo lo que nos sobra para caminar mucho más ligeros y seguros.
¿Cómo han llegado hasta nosotros?
Podemos encontrar referencia a ellos en prácticamente toda enseñanza antigua espiritual. Se los menciona en la Biblia como el “Libro de la Vida”. En el budismo como “el Alma de la Naturaleza”. El judaísmo acepta su existencia.
La historia de la Oración Sagrada llega a nosotros de la mano de un hombre llamado Juan Prochaska, un español de familia checoslovaca, que en 1936, con la guerra civil en España, se trasladó a México.
Curiosamente, Juan, tendría un encuentro en México que cambiaría su vida y la del resto de nosotros. Tenía que viajar, pero su avión se retrasó, y decidió pasear por las calles de la ciudad. Y fue, en ese paseo, cuando una mujer de rasgos Mayas, con la que llevaba varios años soñando, se le acercó y le dijo que le estaba esperando desde hacía mucho tiempo.
Ella le contó cómo algunos pocos individuos habían preservado la llave vibracional heredada de la Civilización Maya, para tener acceso a los preciados Registros. Ella los llamó “el conocimiento del tiempo”. Le explicó que habían traído esa información sagrada desde muy lejos.
La mujer guió a Juan a un lugar sagrado en las montañas, donde a través de una ceremonia le dieron el conocimiento de la Oración Sagrada. El debía difundir esta Oración, que abriría los Registros al género humano y despertaría de nuevo a todos los que buscaran el conocimiento. Y así lo hizo, expandió este conocimiento en Estados Unidos en los años 60. Y más tarde, su discípula Mary Parquer creó una escuela para difundirlo.
Podría parecer casual la forma en que llegaron a Juan Prochaska, sin embargo no lo fue. Igual que no lo es que estés leyendo este artículo. Los Registros Akáshicos no solo llegan a nosotros para ofrecernos “el conocimiento del tiempo”, como lo llamaron los Mayas, sino para elevar nuestra vibración energética y darnos la sanación que tanto estamos necesitando.
Marisa Ruiz
Terapeuta del Centro “Yo Me Cuido”
Maestra en Registros Akáshicos, Reiki Kundalini
Y Reprogramación energético mental.
www.yo-mecuido.es