Todos los días, interpretamos un papel en el teatro de nuestra vida, en el que en ocasiones perdemos de vista nuestra verdadera esencia. Esta tragedia puede llevarnos a una desconexión profunda con nosotros mismos, como le sucedió a un actor que, al identificarse excesivamente con su rol, terminó confuso y desorientado. Su historia nos recuerda que conocer nuestra auténtica identidad es el mayor desafío que enfrentamos.
Cuando nos sumergimos en el ego y nuestras máscaras sociales, un intenso proceso de desidentificación se vuelve crucial para recuperar nuestra esencia. En este contexto, la parábola del Hijo Pródigo toma un sentido profundo: el regreso a nuestro hogar interno representa la reconexión con nuestro verdadero ser. Otras enseñanzas, desde las de Buda hasta Jesús, ofrecen una visión más amplia, diseñada para guiarnos en la búsqueda de nuestro interior.
El camino hacia la integridad personal no se encuentra en el exterior. Suele manifestarse como una insatisfacción persistente, donde los logros, relaciones o posesiones solo son soluciones temporales. Lejos de sanar nuestras heridas internas, perpetuamos una fragmentación psicológica, parches que no abordan la raíz del problema, tal como mencionó Jesús sobre remendar un paño desgastado. Nos enfrascamos en una serie de actividades que apenas enmascaran nuestras verdaderas necesidades.
La búsqueda constante de validación externa nos aleja de la verdadera fuente de satisfacción. Al centrarnos en lo exterior, corremos el riesgo de perder el rumbo crucial: el regreso al autoconocimiento. A medida que nos externalizamos, se hace más complicado identificar quiénes realmente somos.
Sin embargo, hay quienes logran vislumbrar que la clave de su felicidad y plenitud yace en el interior. Reconocer esta verdad es fundamental para dar un paso hacia el viaje hacia los adentros. Este retorno demanda un alto grado de disciplina y la adopción de técnicas milenarias que han demostrado ser efectivas. No obstante, es fácil hablar de despertar mientras nos mantenemos bajo la hipnosis de nuestros papeles sociales.
El arte de desidentificarse del papel que interpretamos es una tarea ardua, pero vital. Somos más que las máscaras que llevamos; somos los actores de nuestras propias vidas, y es esencial que reconozcamos cuándo estamos simplemente interpretando. En este proceso, cada “golpe de luz” en nuestra conciencia puede ofrecernos vislumbres de la realidad auténtica, la que trasciende las ilusiones del ego. Tal como expongo en mi libro Lo que Aprendí en 5o Años, el desafío radica en desaprender lo que creíamos saber sobre nosotros mismos para continuar en nuestra búsqueda de crecimiento y auto-desarrollo.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak
