El cloro es un elemento químico presente en la naturaleza, utilizado habitualmente para el tratamiento y desinfección del agua en las plantas de tratamiento de aguas. El problema es que una vez limpia el agua de bacterias, el cloro sigue ahí, y es un elemento muy tóxico y nocivo para nuestra salud.
El hecho de que el cloro, sea capaz de eliminar las bacterias del agua, nos da una pista de que también será capaz de eliminar bacterias en nuestro organismo, muchas de las cuales son buenas y necesarias para el buen funcionamiento del cuerpo humano y del sistema inmunitario. Cuando bebemos agua clorada o nos duchamos, ésta destruye las bacterias intestinales beneficiosas, causando malas digestiones y los problemas de salud que ello conlleva.
Estamos en contacto con el cloro diariamente, cuando bebemos agua del grifo, nos lavamos las manos, duchamos, y en cantidades superiores, cuando nos bañamos en piscinas.
La respiración de pequeñas cantidades de cloro durante cortos periodos de tiempo tiene consecuencias negativas para la salud como tos, dolor en el pecho y hasta retención de agua en los pulmones.
Es especialmente dañino para nuestra piel, garganta y ojos, provocando sequedad e irritación y en particular para el sistema respiratorio.
Los efectos perjudiciales para la salud dependen de la concentración de esta sustancia en el agua, así como la duración y frecuencia de la exposición. Los niños son más vulnerables a sus efectos, generalmente porque pasan más tiempo bañándose en piscinas y porque su piel es más sensible. El cloro puede ser muy reactivo con las células de la piel. Además los niños expuestos a grandes cantidades de cloro tienen mayor riesgo de padecer asma.
A medida que aumentan los estudios sobre los efectos del cloro, se le relaciona cada vez más, con una amplia gama de dolencias, que van desde el cáncer, problemas respiratorios, reproductivos, del sistema inmunitario y hasta ataques cardíacos.
Y ya no sólo es el cloro en sí, sino que éste en contacto con materia orgánica genera trihalometanos, un subproducto del cloro, potencialmente cancerígeno. Uno de los trihalometanos más predominantes en el agua es el cloroformo. Los trihalometanos son muy peligrosos para todos, pero especialmente para mujeres embarazadas, ya que se ha demostrado que hay mayor riesgo de aborto en mujeres expuestas a ellos. Numerosos estudios relacionan beber agua del grifo clorada con el riesgo de padecer distintos tipos de cáncer, desde el de vejiga, a cáncer de riñón, colon, etc. Un estudio llevado a cabo en EE.UU. por el Consejo de Calidad Ambiental ha demostrado que el riesgo de padecer cáncer en personas que beben agua clorada es un 93% más alto, que aquellas personas que beben agua libre de cloro.
En las últimas investigaciones se habla de la posibilidad de que el cloro destruya ciertas proteínas en el cuerpo humano, causando problemas irreversibles en la piel y el cabello. De hecho, numerosas patologías de la piel como el acné, seborrea, eccema, etc., mejoran al dejar de beber agua con cloro.
Sus efectos también se han relacionado con la caída del cabello y alteraciones del sistema nervioso.
En el mercado existen varios dispositivos para eliminar cloro, metales pesados y restos de impurezas. El problema es que muchos de ellos usan unas bolas blancas que contienen sulfito cálcico (E226), un tóxico aditivo que también se emplea en productos cárnicos, vino, etc.
La ley obliga a los productores de bebidas y comida a nombrarlo en su etiqueta, pero no es el caso de los filtros de ducha. Es verdad que elimina el cloro pero nuestra piel absorbe este tóxico igualmente. Cuánto más cloro contiene el agua, más sulfito cálcico es liberado a la misma.
Alkanatur