Ser espiritual no significa ser un ángel con alas, sino algo infinitamente más grande: es ser alguien que se encuentra en contacto con Dios. Debes vivir de forma diferente al hombre común, que sólo se encuentra en contacto con la conciencia de los sentidos.
La conciencia espiritual reside en la victoria absoluta sobre la conciencia humana. Ahora bien, la espiritualidad no significa sólo meditar, sino que abarca un campo muy amplio de la existencia sobre la cual debemos ejercer control. Sin embargo, la meditación es el mejor de los cimientos: es la vía suprema para ser espiritual, la forma más simple de espiritualizar la conciencia. La meditación aportará a tu vida todo lo bueno que alguna vez hayas soñado adquirir.
Pero meditar, por un lado, y estar disgustado o llevar una vida desordenada, por otro, es como poner los pies en dos barcas que siguen direcciones opuestas. No sólo debes meditar sino también aprender a comportarte. Tener una conciencia espiritual significa ser capaz de hacer esas cosas que suponen el máximo beneficio para ti; pero estoy completamente seguro de que el noventa y nueve por ciento de las personas no saben en qué reside su propio bien.
Una forma eficaz de discernir la conducta correcta de la incorrecta consiste en practicar la introspección y la autocrítica.
Cada persona debería llevar un diario mental
Los diarios mentales son mucho mejores que los materiales, que son objeto de la curiosidad de los demás. Mucha gente escribe bellos pensamientos y propósitos en sus diarios, pero los olvidan muy pronto. Es mejor llevar un diario mental en el que constantemente observes tus pensamientos y acciones. En ciertos momentos del día, comprueba el estado de tu maquinaria física, mental y espiritual para ver cómo se está comportando. Esto te ayudará a desarrollar la conciencia espiritual.
Sólo Dios examinará ese diario mental. Si lo llenas con los pensamientos y la conducta correctos, ése será tu pasaporte al cielo. Por lo tanto, coloca en tu diario mental sólo las cosas que sean buenas. No escuches cosas negativas, ni digas palabras negativas, ni albergues pensamientos negativos. No permitas que tus acciones provoquen efecto negativo alguno en los demás; el daño infligido a tus semejantes actúa como un boomerang y te hiere sobre todo a ti. El pecado no es como la dinamita, que puedes hacer explotar desde cierta distancia sin hacerte daño, sino que debes desactivarlo dentro de tu propia alma.
Nunca seas mezquino
No tengas resentimiento hacia nadie. Prefiero a ciertos pecadores de buen corazón antes que a algunas «buenas personas» que son intolerantes y carecen de compasión. Ser espiritual significa ser tolerante, comprensivo, magnánimo para perdonar y amigo de todos.
Si dices que eres amigo de todos, debes serlo en verdad. Si proclamas la amistad, debes practicarla. No debes mostrar amabilidad o cooperación exteriormente y sentir interiormente lo opuesto. Las leyes espirituales son muy poderosas; no vayas en contra de los principios espirituales. Nunca engañes ni traiciones. Como amigo, debes saber cuándo es el momento de no entrometerte en los asuntos ajenos; comprende cuál es tu lugar; tienes que saber cuándo deberías ofrecerte a cooperar y cuándo deberías abstenerte de hacerlo.
Hacer sentir a tus semejantes que eres su amigo, hacerles saber que siempre estás dispuesto a ayudar, es un hermoso principio para regir nuestras vidas. La gente siempre ha confiado en mí. Mi gurú, Sri Yukteswar, me dijo una vez: «Si alguna vez tomo el camino errado, pon mi cabeza en tu regazo y bendíceme»; a tal punto llegaba su humildad y su expresión perfecta de lo que significa la amistad divina.
Recuerdo a un muchacho en mi escuela de la India; había sido un niño problemático y sus padres me lo trajeron. Solíamos aceptar únicamente niños menores de doce años, pero él era mucho mayor. Tuve una charla muy franca con él; le dije que las puertas de la escuela no tenían rejas y que podía marcharse en cualquier momento.
También le dije que podía quedarse sólo si estaba dispuesto a comportarse bien, y le hice el siguiente razonamiento:
⎯Decidiste fumar, aunque tus padres no querían que lo hicieras. Has logrado vencer a tus padres, pero no has logrado vencer tu infelicidad. Tú eres el más perjudicado como consecuencia de tu mala conducta.
El muchacho sintió el impacto de mis palabras y comenzó a llorar.
⎯Siempre me están pegando ⎯gimió.
⎯Piensa en lo que te has hecho a ti mismo ⎯proseguí⎯. Te aceptaré con la condición de ser tu amigo, pero no tu detective. Mientras estés dispuesto a enmendar tus errores, te ayudaré. Pero si me mientes, no haré nada por ti. La mentira destruye la amistad. Cuando quieras fumar ⎯añadí⎯, no lo hagas a mis espaldas; por el contrario, dímelo y te conseguiré los cigarrillos.
Un día, se acercó y me dijo:
⎯Siento unos terribles deseos de fumar.
Le di dinero y le dije que fuera a comprarse cigarrillos. Él no podía creer lo que estaba viendo.
⎯Guarde el dinero ⎯respondió.
Seguí instándole a que comprara los cigarrillos, pero no lo hizo. Al final, tras mi renovada insistencia y sus reiteradas negativas, me dijo:
⎯Tal vez no me crea, pero no deseo fumar nunca más.
Se transformó en un santo; logré despertar en él la conciencia espiritual.
Este fragmento de una charla de Paramahansa Yogananda que tuvo lugar en agosto de 1934 ha sido extraído del libro EL AMANTE CÓSMICO – CHARLAS Y ENSAYOS: VOLUMEN II (Copyright © 2004 Self-Realization Fellowship, Los Ángeles, California).
Paramahansa Yogananda, considerado el padre del Yoga en Occidente, es mundialmente reconocido como una de las personalidades espirituales más ilustres de nuestro tiempo. Nació en el norte de la India y en 1920 se radicó en Estados Unidos, donde enseñó, durante más de treinta años, la antigua ciencia y filosofía de la meditación yóguica y divulgó el arte de vivir en forma equilibrada. A través del célebre relato de su vida, AUTOBIOGRAFÍA DE UN YOGUI, y del resto de sus numerosos libros, Yogananda ha inspirado a millones de personas en todo el mundo. En la actualidad, Self-Realization Fellowship —la sociedad internacional que él fundó en 1920 con la finalidad de diseminar sus enseñanzas en todo el mundo— continúa llevando a cabo su obra espiritual y humanitaria.