Cuando una pieza dental presenta caries, el proceso implica la remoción de la caries y la creación de empastes para restaurar y sellar la cavidad, devolviendo la salud del diente en términos de forma, función y estética.
Para la realización de empastes en los dientes posteriores, se utiliza un material que resista las cargas funcionales durante la masticación. Por esta razón, la amalgama ha sido el material de elección durante más de 150 años. Su longevidad es el resultado de un buen comportamiento, dureza, fácil manejo y bajo costo. En nuestra experiencia, hemos observados empastes de amalgama en excelente estado con 20 años o más de duración.
Sin embargo, las amalgamas dentales tienen desventajas, como su color oscuro y su composición: una aleación metálica que incluye 70% de plata, 25% de estaño, menos del 5% de cobre, menos del 1% de zinc y mercurio puro, que representa entre 40% y 50% del empaste final.
Las amalgamas no son completamente estables en la boca y pequeñas cantidades de mercurio se evaporan por la acción de la masticación. Aunque se trata de cantidades mínimas, son liberadas de manera constante. El mayor riesgo de exposición al mercurio ocurre durante la colocación y la sustitución de estos empastes; por ello, es fundamental seguir un protocolo seguro durante su extracción.
Hoy en día, los composites son una alternativa, definidos como materiales biocompatibles, aunque sus efectos tóxicos sistémicos son menos conocidos. Como están en uso desde hace menos tiempo, hay escasa investigación sobre su seguridad. A pesar de ser catalogados como biomateriales seguros, su contenido de bis-GMA (dimetacrilato del diglicidileter) trae preocupaciones. Estudios sugieren que el bisfenol A y su derivado pueden tener efectos estrogénicos y estar vinculados a problemas endocrinos.
El bis-GMA se forma a partir de tres moléculas: bisfenol A, alcohol glicídico y ácido metacrílico, siendo un monómero clave para la elaboración de la mayoría de los composites y selladores utilizados en odontología.
Si comparamos ambos materiales de restauración, ambos son contaminantes: la amalgama es sencilla de detectar en el organismo, mientras que los composites contienen bisfenol A y otros compuestos de efectos aún no completamente establecidos.
Al elegir el tipo de empaste, se debe analizar la relación beneficio-riesgo. Actualmente, existen composites mejorados, sin bisfenoles, que son altamente estéticos y resistentes al desgaste, aunque falta más información sobre los efectos de sus otros componentes.
Como profesionales de la odontología integral, nuestra misión es minimizar los riesgos, aceptando las prestaciones de los materiales actuales y buscando un equilibrio entre su uso y la salud del paciente.
Recordemos que el mejor empaste es aquel que no se realiza. La prevención es nuestra herramienta más poderosa para mantener una boca libre de contaminantes, y esto se logra mediante una buena higiene dental y una alimentación saludable.
El impacto de una alimentación adecuada en la salud es conocido; este efecto también se refleja en la salud bucal. Muchas enfermedades orales, como caries y periodontitis, pueden prevenirse con buenos hábitos. Queremos pacientes comprometidos con una dieta rica en alimentos vivos, orgánicos e integrales, que eviten el consumo excesivo de azúcares y proteínas animales, mientras priorizan grasas naturales y evitan bebidas gaseosas. Es fundamental crear una conexión emocional con los pacientes, alentando un amor por la salud y el bienestar mediante sonrisas.
Una adecuada atención bucal reducirá la necesidad de empastes, y si se deben realizar, que sean de forma conservadora y con respeto por los tejidos circundantes. La odontología biológica busca restaurar la energía vital que se desequilibra en enfermedades, utilizando materiales biocompatibles y evitando la contaminación por metales pesados, como el mercurio, así como la corrosión y erosión provocadas por el bimetalismo.
Nuestra labor se centra en buscar un equilibrio dento-perio-mandibular que se expanda a todo el ser. No se busca que la eliminación de los empastes de amalgama cure automáticamente, sino liberar al organismo de un foco de irritación y contaminante, y así, con un tratamiento integral, encontrar el camino hacia la autocuración.
Katia Ruiz Alvear
Odontóloga Neurofocal
Especialista en rehabilitación y estética
Clínica Princesadent
www.princesadent.com