El amor consciente es un gran yoga. Ejercitarse en el amor consciente es la senda más allá de la senda: la senda sin retorno, verdaderamente liberadora. Consiste en poner los medios para que los demás seres sean felices; estriba en cooperar con los otros para que evolucionen interiormente, aunque al hacerlo corramos incluso el riesgo de perderlos; consiste en dar consideración más que en buscarla, saber soltar y prescindir, dar alas de libertad, permanecer en disponibilidad y sin ningún tipo de expectativas.
El amor consciente es el factor liberador más importante, pero para poder amar conscientemente se requiere un considerable trabajo interior. Sólo en la medida en que los viejos impulsos se resuelven, los venenos mentales se disipan y las opiniones y puntos de vista se dejan de lado, uno comienza a caminar por el sendero supremo del amor consciente. Ejercitarse en él es el entrenamiento más elevado y el más enriquecedor. El amor consciente no persigue resultados, no se arroga la acción laudable; es como un aroma transpersonal que fluye sin cesar y en todas las direcciones.
El amor consciente es poner los medios para que otra persona sea feliz aun a riesgo de perderla. Sabe asir y sabe soltar. Se libera de afán de posesividad, celos, resentimiento, egocentrismo, manipulación por muy sutil que sea, expectativas, exigencias y reproches. Es el amor desde el ser y no desde el ego.
Los egos nunca se encuentran, están en línea paralelas, pero el ser es común a todas las criaturas. Por algo hay un antiguo adagio que reza: “Los dioses aman conscientemente y el que ama conscientemente se convierte en un dios”. Ese es el amor del alma, el verdadero ALMOR.
Ramiro Calle
Escritor. Director del Centro Shadak
ramirocalle.com
Autoridad del Yoga y Escritor. Director del Centro Sadhak
Autoridad del Yoga y Escritor. Director del Centro Sadhak