Tras haber escrito conjuntamente dos obras de éxito, Víctor Mártinez Flores y yo hemos completado la trilogía con la obra “En Busca de la Perla Azul”.
Como profesor de yoga desde hace muchos años y escritor, he consultado a Víctor sobre el estado del yoga en nuestro país, donde esta disciplina milenaria, nacida de mentes libres, se ve ahora atrapada en una burocracia que, en lugar de fomentar, **desvirtúa** su esencia.
En los sesenta años que llevo en la senda del yoga y, como uno de los pioneros del yoga en Europa, he tenido la oportunidad de entrevistar a más de un centenar de maestros. Sin embargo, nunca había visto tal acumulación de despropósitos y desatinos. A la manera de un virus, los malentendidos han infiltrado instituciones que deberían preservar la pureza del yoga, llevando consigo un afán compulsivo de etiquetar, rotular y sancionar. Babaji Sibananda estallaba en una sonora carcajada cuando le mencioné estas prácticas, y criticaba directamente a los políticos del yoga diciendo: “Caca de vaca”.
“Es desolador observar cómo en el panorama del yoga español se viven guerras internas sobre su oficialización. Algunas escuelas y federaciones desean controlar el cómo y por quién se puede obtener una certificación, tratando de relegar a un segundo plano el pensamiento libre, a los autodidactas, e incluso a aquellos que forjan su conocimiento en un ashram en la India o en un estudio en San Francisco.
“Esta dinámica competitiva y mercantilista busca deslegitimar lo que no está oficializado, abriendo la puerta a la corrupción en el proceso. Algunas federaciones, autoavaladas y con prestigios creados por publicidad, alimentan el miedo, desorientando a los practicantes y frustrando a muchos profesionales del yoga que no quieren estar atrapados en este círculo vicioso que ni refleja ni respeta la verdadera esencia del yoga.
“Es triste que, en la búsqueda de un sello que avale su enseñanza, incluso los mismos autores se encuentren excluidos al no cumplir con requisitos impuestos por la legislación local. Hay una politización y segregación de un conocimiento que debería ser universal, y que tan solo se reduce a un formulario burocrático.
“¿Debemos preocuparnos por los estafadores espirituales que promueven pseudo-yogas? Tal vez no. Las manzanas caen por su propio peso en el yoga. Pero es más preocupante cómo la burocracia puede encubrir sectas perjudiciales, disfrazándolas bajo requisitos formales que dicen garantizar calidad.
“Es esencial recordar que el yoga es un viaje hacia adelante, incluso si eso significa cuestionar la norma. Kalano se inmoló frente a Alejandro Magno porque sentía que nada había aprendido. Finalmente, lo que cuenta es el conocimiento, no el burócrata que certifica un título.
Cada día se demanda más atención a los pequeños logros, pero ¿nos olvidaremos de las grandes pérdidas? ¿Volveremos a ser los auténticos servidores del yoga en lugar de sus contables?” (Víctor Mártinez Flores)
Ramiro Calle
Director del Centro de Yoga Shadak y escritor