A lo largo de la humanidad, el ser humano ha buscado lugares en donde encontrarse a sí mismo y encontrar al Absoluto. Uno de esos espacios que favorece el encuentro es el desierto. Una estancia entre dunas permite comprender algo más los procesos mentales y volver a la raíz de la conciencia, contemplando la vida cotidiana con menos problemas.
Todo está escrito en el mar de arena
Este mar de arena que lo conforman los granos de arena y las dunas procede del Mar más allá del tiempo.
Si pudieras comprender que todo el conocimiento que hay en los grandes libros está en el universo; y si pudieras decodificar los signos que contemplas y llegaras a actualizarlos en ti, te darías cuenta que todo se está escribiendo en las arenas en cada instante.
En cada grano de arena está contenido todo el Universo pues cada grano de arena vibra gracias a Nada Brahma; el universo de Brahma es vibración.
Cosmovisión: Navegando en el Mar de Arena
Estando entre las dunas podrías preguntarte sobre la guía y la cosmovisión, los principios fundamentales que sigues en esta vida para relacionarte contigo mismo, con la creación y con el Creador, en esta sociedad desertizada o intoxicada por una espiritualidad “blandiblú”.
Podrás contemplar el desierto como un mar de arena en constante movimiento, donde cada grano de arena del desierto y cada gota de agua de los océanos están en constante movimiento, no cesan. Y todo está unificado por la unidad. Comprenderás que no hay poder ni gloria sino por Brahma (Gran Prana, Allah, el Uno, El Absoluto, como quieras nombrar a lo innombrable). Todo procede de Él y a Él todo retorna.
El universo está siendo creado por los ángeles por mandato del Gran Prana, en cada instante
Los ángeles -fuerzas formativas de la existencia, como los llamara Rudolf Steiner- están haciendo la creación por el mandato de Brahma.
El campo unificado de la creación, Akasha, está habitado por finos rayos luminosos que envuelven, conectan y crean todo: los ángeles.
Los ángeles están en constante movimiento creando el universo. Los ángeles son en la teoría cuántica partículas de una energía elevada y sutil, los fotones, configuraciones de energía pura luminosa manifestándose en formas ondulantes. Todo en la creación se hace con esa energía angélica luminosa.
El silencio del desierto: un refugio para el encuentro personal
En el exterior: serenidad, en el interior la mente aquietada y la esencia emergiendo.
Afuera el grado de estimulación es pequeño, casi nada cambia, sólo sutilmente; excepto cuándo el manto de la noche cubre al día y la luz del alba descorre el velo de la noche; o en las tormentas de arena, etc.
En el vacío del desierto, en ese mar de arena que parece que no hay límites, la mente se vacía de pensamientos y puedes llenarte de una conciencia plena.
La mirada reposa y abarca el vacío del desierto y en la nada emerge la mirada interna del corazón.
En esa soledad puedes reconocerte y encontrarte en la esencia, percibiendo la soledad sonora de la que hablaría San Juan de la Cruz. Cuando la lengua y la mente enmudecen, el corazón habla. Cuando la visión física da lugar a la visión del corazón, se descorre el velo y puedes contemplar el mundo del No-Visto.
El desierto y los tres tiempos: una nueva dimensión del tiempo
El tiempo, en realidad, es una metáfora. Lo que realmente existe son aconteceres de lo existente, sucesivas configuraciones de los seres y las cosas.
El tiempo en el desierto toma otra dimensión. Va desapareciendo Kronos -el tiempo dimensional- y va apareciendo Kairós, las señales que descienden del cielo en cada instante apercibidas por una conciencia más despierta. Quizás conectes con la presencia de Aión, el Dios que siempre existió y nunca fue engendrado, no es masculino ni femenino. Aión posee el Tiempo y es con Su Tiempo que Aión crea las cosas en todo momento y lugar.
Aquí, en el desierto de Merzuga, más bello que majestuoso, estando en meditación entre las dunas, el tiempo cobra otra realidad. Se abre el tiempo de la inspiración y la mirada se vuelve hacia dentro.
Comprenderías mejor el tiempo de Kronos, cuando en una tormenta de arena ves ascender por la loma de barlovento de la duna la arena en forma de remolinos que ascienden hasta la cresta de la duna. Y si la tormenta es muy larga, verás dunas desaparecer y verás dunas nuevas que no estaban antes. Este es un modo de apreciar el tiempo de Kronos en el que se han sucedido aconteceres.
La angustia existencial: un llamado hacia la unidad
La mente pensante nos separa de nuestra esencia y, en última instancia, de la Esencia, es decir, de Brahma. En el desierto todo cobra otra realidad, todo es mucho más natural, nada está aislado, todo está conectado e interpenetrado. Si nos separamos de la raíz de la conciencia, entonces emerge la oscuridad óntica, la oscuridad del ser.
Pero todo el entramado del universo es autoconsciente y todo se relaciona entre sí, nada existe separado.
Si contemplas las dunas desde el corazón, verás que observan al observador, es decir, a ti, porque eres una parte de todo el diseño del Universo. Verás las dunas como parte de la creación, llamándote. Comprenderás que la creación está ahí esperando que conectes con ella, no estás separado, toda la creación te llama.
Universo y partícula, macrocosmos y microcosmos. Así como las dunas esperan que seas en ellas, todo el Universo te está contemplando y esperando a que te entregues a él. Este desierto y todos los desiertos están en ti, como también está todo lo que existe en el universo. En ti están los 16.000 mundos de los que hablaba el murciano del siglo XIII Ibn Arabi.
Entonces, te darás cuenta que el universo te contempla y que eres contemplado por el Gran Prana.
Sólo entonces comprenderías que no estás sólo, que toda la creación sabe de tu existencia; pues antes de que Le recordaras Brahma ya te recordaba y antes de que Le buscaras Él ya te buscaba y antes de que Le amarás Él ya te amaba.
Entrarás en un estado de enamoramiento en la sublime atracción del desierto pues la creación la hizo el Creador por desbordamiento de amor. Observarás pero, sobre todo, contemplarás.
Cuando sueltas el lastre del ego, estás próximo al eje de tu conciencia y te das cuenta que eres parte de toda la gran trama de la creación; entonces, sientes una serenidad y seguridad especial, una sensación como de vuelta a casa, estás más próximo al centro de tu conciencia.
Desde una actitud receptiva, porosa y presente, contemplarás que todo está en interacción y en interdependencia. Las dunas están contigo y tú estás con las dunas en un intercambio constante de energía amorosa.
Podrás ver la energía danzante entre las dunas en un desierto viviente porque es la Vida la protagonista de todas las cosas.
Verás que en cada grano de arena hay amor, pues por amor fuimos creados. También hay amor en el grano que hay en tu pecho, el corazón, diseñado con la proporción armoniosa o aurea 1,618.
Apreciarás cómo las dunas te aman. Están siendo creadas y amadas por el Amado. Entonces te rendirás al saboreo del amor sintiéndote amado, no solamente por cada grano de arena de las dunas, sino por toda la creación, por el Amado, Brahma o Gran Prana. Ya rendido, te dejas engolfar en el Amado como un río en el océano, siendo amado en los brazos del Amado.
Carlos Velasco
Psicólogo