El Yoga Ilustrado

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«Tradición no significa ataduras que nos liguen con el pasado: es algo bello que nosotros conservamos» Ezra Pound.

Este es el tiempo del yoga. Este es el tiempo del Oriente práctico. De la disciplina interior, del trabajo del adentro. Es una urgencia y un reclamo de intimidad universal que el ser humano aborde un problema que lo persigue desde sus orígenes, y que es impasible al carácter del tiempo: la necesidad de tomarse a sí mismo y conocerse, asumirse como un ser consciente que debe ser explorado, potenciado y elevado.

 

La pregunta es una herramienta occidental, un instrumento de filosofía esencialmente europeo, el por qué soy antes del quién soy, y cómo he de hacer para ser y dónde encontrar el modo de ser todo aquello a lo que aspiro. Y después viene el cuándo, la prisa, el futuro, la esperanza. La pregunta es la primera manifestación de una absoluta, estremecedora totalidad: la extrañeza ante el mundo.

Dejar que esta interrogación sobre nosotros mismos golpee nuestra existencia de sentidos contrarios, es un síntoma de que estamos dispuestos a asumir la responsabilidad que conlleva la tarea de hacerse a uno mismo. No de dejarse vivir, pasivamente, si no de hacerse a uno vivo por sí mismo dentro de la vida. Nuestra identidad, el quiénes somos y qué lugar ocupamos en el asombro de estar vivos, se funda en la causa. En el por qué estamos aquí, en la tarea, en la finalidad que nos une a esta extraño estado de la naturaleza, es donde el ser humano puede encontrar su identificación. Ya sea esta finalidad que buscamos grande, desproporcionada, o sencilla y cotidiana, el por qué de nuestras acciones y de nuestra vida nos sitúan en el papel de ser, y construyen el misterio de sentido y de realidad nuestro paso y nuestro compromiso.

La voluntad de pensarse a uno mismo, de auto penetrarse de búsqueda y de enfrentarse a eso nuestro que nos llama y de entrada creemos desconocer, como un fruto exótico de árboles que ignoramos dentro de nosotros pero llegan hasta nuestra boca con el sabor de la intuición, de un fuego débil que nos incendia en ciertos instantes de eternidad y nos desvela invencibles. Esa es la herencia de la cultura occidental, de la cultura europea, la máxima aspiración de cultivar nuestro espíritu a través del arte, de la belleza, del pensamiento, y de la elevación estética. La creatividad espiritual es un legado europeo, un legado que occidente debe recuperar, como el ser humano debe recuperar la pregunta interna que lo nombra y le corresponde por derecho.

Pero este es el tiempo del yoga. Del Oriente práctico. Porque junto a ese legado artístico y cultural europeo, al cultivo de la nobleza espiritual por medio de la inteligencia, los tiempos han abierto un canal, donde la conciencia abre sus fronteras a otras vías de conocimiento, a la integración de todas las herramientas de búsqueda y sentido. El yoga amanece hoy sobre Occidente como una corriente que trata de suavizar la angustia de una pregunta vital sin responder, al mismo tiempo que nos posiciona directamente ante ella. Sin embargo el yoga no es, ni mucho menos, una filosofía reciente. Ni en su práctica ni en su teoría. El yoga que Occidente importa de India es una tradición milenaria, una estrategia y un medio para un fin universal, el mismo que Europa atacó por otros frentes. Cuando un elemento tan exótico – como es este modo de vida yóguico – entra en nuestra cultura y alcanza en poco tiempo una completa aceptación, la masificación hace peligrar seriamente su esencia.

El primer riesgo que corre el yoga en manos de la masa extranjera y tratándose de una materia tan honda, es ver reducidos su profundidad y su alcance para volverlo accesible a más personas. Como un objeto manoseado por el paso del tiempo, las interpretaciones personales acaban volviendo oscuro su origen, su raíz, su finalidad, su valor auténtico. ¿Qué criterios usamos para seleccionar de la tradición lo que nos es válido y lo que no? ¿En qué medida podemos intervenir en el sistema yóguico y escoger, adaptar aquello que nos parece conveniente?

Unos parecen decirnos, y esta es la tendencia más extendida, que el yoga es gimnasia, otros que la práctica meditativa constituye de por sí una disciplina yóguica autosuficiente, otros que el canto y la devoción se valen por sí mismos, y en fin la fragmentación de la realidad, y la especialización tan occidental tienen también su aplicación en el yoga. La tradición no debe ser una cuerda que nos ate, un obstáculo viejo a nuestro desarrollo naciente sino todo lo contrario, su misión es potenciarlo, guiarlo, abierta ella misma a su transformación y a su adaptación en el presente.

El yoga integral es una combinación de herramientas yóguicas que proporcionan una comprensión y una vivencia holística de esta filosofía ancestral en comunión con nuestra vida diaria.
Igual que los grandes pensadores y artistas de la modernidad europea, igual que el mismo impulso de los ilustrados franceses cuando trataban de crear para el mundo un ser humano universal, el yoga integral aspira a crear seres integrales, capaces de escogerse a sí mismos y de asumir su aspiración, su pregunta, su ser más íntimo.

Pero mientras los ilustrados tenían fe ciega en la razón no solo filosófica sino científica, nosotros apostamos por la integración moderada y serena de todos los medios y ámbitos de creatividad y conocimiento al que el ser humano llega con el avance de los tiempos. Pero sobre todo apostamos porque el punto de partida sea el mismo que el de llegada, el corazón sintiente y pensante.

En el corazón se encuentra toda una dimensión energética, un universo de paz y memoria que nos contiene y nos sustenta, aún en nuestra misma inconsciencia. Hacer partícipe de este potencial interno a la consciencia y poder usarlo y vivirlo en todo su esplendor, convertirnos en la fuerza (no ancestral sino eterna) que somos es parte y proceso de la transformación que supone el Yoga Integral, y jugando con nuestra propio legado occidental podemos proclamar como el Yoga Ilustrado por antonomasia. Pues tiene como base la experiencia interna, libre de dogmas y de imperativos limitantes, pues el crecimiento interno es ante todo un proceso de dimensiones creativas únicas e irrepetibles en cada uno de nosotros.

Es preciso reinventar la práctica, el modo, el cómo, adaptar la sabiduría del pasado para poder hacer de su lectura una palabra y un acción realizables aquí mismo, en nuestro presente. Pero esta selección de lo que tomamos de la tradición para nuestro desarrollo y de lo que no, requiere de toda nuestra prudencia, reflexión e inteligencia, y sobre todo requiere que no perdamos de vista nuestra aspiración más profunda y nuestro fin último. El conjunto de las herramientas que hacen de este yoga un método integral han sido y son vivenciadas una tras otra por todos los practicantes, son también examinadas y cuestionadas para su constante mejora, comprobadas y abiertas al cambio, a su aumento y a su eliminación, aflorando siempre de una forma nueva y extraordinaria en cada persona. El yoga integral solo reconoce un maestro. El maestro interior. Solo un guía. El guía interno. Y este es un rasgo claro de la herencia de nuestra propia cultura, que aún ayudándonos de otros en el camino, el descubrimiento final será auto-descubrimiento, y la responsabilidad que asumimos auto-responsabilidad.

Creemos sinceramente que ya no son estos los tiempos de líderes espirituales guiando a todos los demás caminantes. El camino está dentro de cada uno de nosotros y como todo camino tiene un líder, un poder que el yoga integral hace aflorar nítido y rotundo, sensorial y físico.

Conservamos la esencia fundamental que mantiene viva la tradición yóguica, y la renueva a cada instante, un fin espiritual que desciframos con cuidado y lo libramos de ataduras de otros tiempos, de aspectos que fueron útiles pero que deben cambiar con el paso de la vida, con el paso de la historia y no consideramos nuestra propia experiencia menos válida que la de los antiguos aspirantes. Nos inspiramos por supuesto, muchas veces, en aquellos que han recorrido antes esta senda, en todos los que han realizado esta esencia y esta búsqueda y han legado al mundo su mensaje y su enseñanza.

Estas enseñanzas de los sabios y los santos, de los yoguis más avanzados, nos hacen libres para experimentar, libres para probar, libres para continuar caminando dentro de nosotros, en plena interacción con nuestra vida. Pero es nuestro propio intento y nuestra propia aspiración la que nos hace libres para amarlo todo.

Estos son los principios de nuestro yoga, el reclamo del despertar interior se hace tangible en esta sociedad día tras día. Ser hijos de nuestro tiempo hoy, es atender este reclamo con todos los medios de los que disponemos. Para esto el yoga integral y para esto el yoga, para esto la vida tan maravillosa que tenemos ahora entre manos.

Kali Ferrández
Miembro de la Escuela Mahashakti.
www.escuelamahashakti.com

 

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8,1 minutos de lecturaActualizado: 20/11/2017Publicado: 01/04/2014Categorías: Salud NaturalEtiquetas:

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