Explorando el Arte Fluyente de la Osteopatía: Una Perspectiva Holística sobre la Salud

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3,9 minutos de lecturaActualizado: 08/12/2024Publicado: 08/12/2024Categorías: Salud NaturalEtiquetas: , , , , , , , , , ,

Todas las acciones que realizamos en nuestra vida atienden unas veces a razones, otras a intuiciones difíciles de explicar. Determinados actos nos permiten fluir con los cambios, mientras que otros nos mantienen fijos e imperturbables. Pero, ¿qué ocurre cuando el cuerpo mismo se convierte en un campo de batalla emocional? Aquí es donde la Osteopatía se presenta como una terapia manual, que actúa sobre el sistema músculo-esquelético (articulaciones, músculos, ligamentos y envoltorios tendomusculares llamados fascias), así como en otros sistemas vitales como el nervioso, endocrino y digestivo.

El objetivo principal de la osteopatía es aliviar el dolor, incrementar la movilidad de los diferentes tejidos y restablecer la armonía y salud del organismo. Es fundamental reconocer que el cuerpo humano es un conjunto complejo, donde cada elemento es interdependiente. Por esta razón, la Osteopatía entiende al individuo de forma integral, a diferencia de la medicina alopática, que tiende a segmentar el cuerpo en órganos desconectados.

Andrew Taylor Still (1818-1917, EEUU), creador de la Osteopatía a finales del siglo XIX, formuló esta ciencia-arte basada en cuatro principios, que he podido constatar y enriquecer a lo largo de años de práctica.

Lo fascinante de estos principios radica en cómo se manifiestan en la consulta diaria.

El Primer Principio: La Estructura Gobernante de la Función

El término Estructura proviene del lenguaje de la arquitectura, un campo que siempre le interesó a A. T. Still. En este contexto, la Estructura se refiere a las distintas partes del cuerpo: huesos, músculos, fascias, vísceras, etc. La Función, en contraste, hace alusión a la actividad de estas partes; por ejemplo, función articular y digestiva.

Considera al cuerpo como una “máquina biológica” perfeccionada pero también frágil. Cuando las partes que componen su estructura están bien alineadas y nutridas, el cuerpo opera en perfecta armonía. Si una de ellas se desajusta, surgen lo que conocemos como enfermedades.

Ilustremos esto con un ejemplo real: un paciente cuya perturbación emocional alteraba su caja torácica, provocando dificultad respiratoria y ansiedad. “Me cuesta respirar”, me decía. Otro caso fue un esguince de tobillo recidivante, que alteraba no solo la función del propio tobillo, sino también la pelvis, dando lugar a lumbalgias crónicas.

El Segundo Principio: Homeostasis y la Unidad del Cuerpo

Este principio, que revela la asombrosa capacidad de nuestro organismo de regresar a su equilibrio tras perturbaciones, se denomina homeostasis (del griego homeo, “igual”, y stasis, “estado”).

Biomecánicamente, la homeostasis depende de la cabeza. Una desviación del eje de la cabeza tras un accidente, por ejemplo, alterará la visión y el equilibrio corporal, llevando a desajustes posturales y síntomas como lumbalgias o vértigos.

Las tensiones por estrés también pueden ocasionar contracturas, generando dolores lumbares y dorsales evidentes en un examen vertebral. Un caso: la fijación de las últimas dorsales y la primera lumbar (D12-L1) puede provocar espasmos del diafragma, afectando funciones digestivas y respiratorias.

El Tercer Principio: Movimiento como Esencia de la Vida

Este principio resalta la importancia del movimiento en todas las estructuras anatómicas, desde los músculos hasta los órganos, que deben interactuar en armonía. La pérdida de movimiento puede iniciar el camino hacia lesiones o enfermedades.

Por ejemplo, traté a un varón de 42 años con fijaciones vertebrales que desarrollaron un síndrome de túnel carpiano. Tras liberar estas restricciones, recuperó la movilidad. Donde hay movimiento, hay vida.

El Cuarto Principio: La Ley de la Arteria

Cuando la circulación sanguínea funciona correctamente, la enfermedad no puede establecerse. Nuestra sangre transporta los nutrientes necesarios para nuestra inmunidad y protección contra enfermedades.

La disminución de la circulación conduce a una menor capacidad defensiva y, eventualmente, a lesiones irreversibles. Por ejemplo, lido muchas lumbalgias relacionadas con congestión venosa en mujeres durante la menstruación.

Es importante destacar que, además de estos principios, he observado que las emociones pueden estar detrás de ciertas lesiones. No solo somos un conjunto de huesos, músculos y órganos, sino que también somos un campo energético que expresa y liberta emociones a través del cuerpo. En una ocasión, tras desbloquear una pelvis, una paciente empezó a llorar, liberando una emoción reprimida relacionada con su deseo de ser deseada.

Para finalizar, me gustaría compartir las céleb res palabras de Andrew Taylor Still: “Encuentra la lesión o enfermedad, repárala y deja que la Naturaleza haga el resto”.

Eutiquiano Endje
Osteópata
www.cuerpozen.com

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