La Bhagavad-gita, uno de los grandes clásicos de la literatura sánscrita, te
aporta conocimiento y herramientas que te permitirán esculpir tu destino de
un modo fascinante.

¿Te gustaría tener una varita mágica que te permitiera modificar y decidir tu destino
según tus deseos y preferencias? ‘¡Y a quién no!’, me respondió hace unos días una
persona a quien le hice esta misma pregunta. El destino de los seres humanos es uno de
los misterios más grandes que afectan prácticamente a todas las personas. En cualquier
momento la vida puede dar un vuelco, para “bien” o para “mal”, en cuestiones de salud,
familia, relaciones de pareja, amistades, estudios, dinero, trabajo, equilibrio emocional,
o cualquier otra área de la vida que consideremos importante.

Cuando las cosas no nos van todo lo bien que deseamos, decimos que tenemos mal karma. Y cuando el mal karma persiste a veces buscamos soluciones consultando con una persona especializada en astrología, futurología o en contrarrestar las malas energías. Si bien todas estas cosas pueden tener su utilidad para solucionar problemas en la vida, resulta difícil encontrar
una solución estable a los desafíos y problemas de la vida.

La Bhagavad-gita, texto principal de la sabiduría del Yoga, el Vedanta y la práctica del
Bhakti, proporciona conocimiento y herramientas prácticas que pueden ser útiles para
producir una transformación interior extraordinaria, que, a su vez, limpie el karma
acumulado y, por tanto, modifique el destino de la persona.

Según la Bhagavad-gita el destino se forma a partir del estado mental y de las
actividades realizadas por la persona. Dichas actitudes mentales y actividades físicas y
verbales actúan como semillas que producen resultados concretos que se manifiestan en
el destino de la persona.

Si la condición mental y las actividades que realizamos son bondadosas esculpimos un destino favorable, si son interesadas y apasionadas, el destino que esculpimos es turbulento, y si son ignorantes y lerdas, el destino se vuelve oscuro y desastroso. Por lo general, en las vidas de las personas, suele haber mezclas de estas tres tendencias, llamadas en sánscrito gunas, y, por ello, los destinos de las personas suelen incluir aspectos favorables, turbulentos y oscuros, en proporción a lo que la persona haya cultivado previamente, ya sea en esta misma vida o en vidas anteriores.

Así pues, es posible transformar el destino aprendiendo a controlar la mente por medio
del autoconocimiento y de la práctica espiritual. ‘La mente puede ser el mejor amigo o
el peor de los enemigos. Cuando la mente está controlada, se convierte en el mejor de
los amigos y cuando la mente está desbocada es el peor de los enemigos (Bhagavad-gita
6.5-6)’. Asimismo, la condición mental que la persona desarrolle a lo largo de su vida,
determinará el tipo de cuerpo y condiciones de vida que la persona encuentre en su
siguiente nacimiento.

‘Cualquiera que sea el estado de existencia que la persona recuerde al final de la vida,
ese estado alcanzará sin falta’ (Bhagavad-gita 8.6).

La condición mental contribuye naturalmente a que la persona realice un tipo de
actividades en su vida que sean afines a dicha condición de la mente. Dichas actividades
materiales (karma) perpetúan el ciclo de nacimientos y muertes por los que las almas
eternas encarnadas en la materia tienen que pasar. Esta rueda perpetua de nacimiento,
crecimiento, enfermedad, vejez, muerte y otro nacimiento, se convierte en una odisea y,
con frecuencia, en una pesadilla para el alma. De ahí que sea común en los seres
humanos tener miedo al futuro. Las experiencias previas, tanto propias como las que
observamos en los demás, nos anuncian que es probable que tengamos que lidiar con
problemas en un futuro cercano.

La solución que da la Bhagavad-gita a este enredo del karma es aprender a trabajar con
conocimiento, desapego y devoción, lo cual es una técnica espiritual llamada karmayoga.

Cuando las actividades se llevan a cabo en estos términos espirituales se
convierten en akarma o acciones que no atan al alma a un destino ligado al sufrimiento,
sino que desenredan y modifican las complejidades y los aspectos desfavorables del
destino.

La Bhagavad-gita explica que existen tres tipos de karma:

1. Vikarma: acciones que van en contra de las leyes de la naturaleza y que, por tanto
ocasionan sufrimiento a los demás y a uno mismo.

2. Karma: acciones que tienen un cierto grado de armonía con las leyes de la
naturaleza material; pero solamente en el plano terrenal. Dichas acciones
producen resultados materiales favorables, pero carecen de armonía y equilibrio
espiritual, lo cual ocasionará inestabilidad y problemas a su debido tiempo.

3. Akarma: acciones realizadas con desapego, conocimiento y devoción, las cuales
producen armonía completa, eliminan el sufrimiento tanto interno como externo,
y producen un estado de existencia feliz y dichoso. Los seres humanos están llamados a aprender el camino del Akarma.

Así pues, para transformar y mejorar el destino es esencial desarrollar autoconocimiento
(jñana), aprender a realizar las actividades con desapego y con un espíritu de servicio al
Supremo (karma-yoga), practicar la autodisciplina y la meditación (yoga y dhyana) y
entregar el cuerpo, las palabras y la mente al servicio del Supremo (bhakti-yoga).

Todos estos procesos constituyen las herramientas prácticas que ofrece la Bhagavad-gita a los
seres humanos para que esculpan un destino fascinante y emocionante que culmine en la
paz y la felicidad duraderas.

 

Yadunandana Swami
Director del Instituto de Estudios Bhaktivedanta (España)
www.harekrisnamadrid.com