El coaching requiere de la capacidad de construir un lugar sagrado, donde los aprendizajes puedan florecer. El “cuerpo contexto” del coach es fuerza fundamental en el origen de ese lugar sagrado.
La propuesta que tengo para este artículo es presentarles una distinción poderosa, que valoramos mucho en nuestra manera de realizar el coaching ontológico desde la corporalidad. Le llamamos el “cuerpo contexto”. Donde hacemos referencia a lo que provoca la presencia del coach, en el coachee. Para eso comenzaré compartiendo algo de mi vida:
Todavía recuerdo, como si fuera hoy, mi sensación cuando estaba sentado en la segunda fila de la sala de Quinto básico del Colegio Kent School, escuchando a la Miss Margarita.
Cuando ella entraba en la sala, sentía seguridad. Encontré un espacio donde pude hacer las primeras preguntas escolares. ¿Se imaginan? Levantar la mano, hablar delante de mi curso. Su presencia construía un ambiente donde podía hacer nuevos intentos. No recuerdo cuáles fueron las materias, ni los contenidos metodológicos de 5º básico.
Si recuerdo la presencia inspiradora de “la Miss Margarita”, las ganas de ir a clase, y disfrutar de los compañeros. Ese año salí elegido el “mejor compañero”, mi primer título de reconocimiento social. A la distancia del tiempo y el espacio: “gracias por tu presencia Miss Margarita”.
Otra experiencia importante fue la presencia del Señor Tarragó. En el mismo colegio, casi a la misma edad. Gran hombre, exiliado tras la Guerra Civil, al que aprendí a querer con los años. Muy estricto, estudioso, educador del rigor y la responsabilidad. Su estrategia era aparecer de improviso, sostenido por la autoridad del cargo de director. De movimientos ágiles, muy rápido, mirada de lobo furioso, puños tensos y cerrados.
Lo digo con la experiencia de haberlos sentido caer con furia por mi espalda. Aprendí con algo de dolor, del miedo, del silencio que atora, del orden estricto, de admirar a la autoridad que se impone. Su presencia construía un ambiente de respeto atemorizante, en donde se generaban silencios colectivos eternos y de concentrada enseñanza. Increíble y también me da que pensar. De los contenidos que aprendí con él aún recuerdo algunos, sobretodo canciones y poesías. Gracias también Señor Tarragó por el legado.
Les hablo de la Miss Margarita y del Señor Tarragó, para intentar ejemplificar lo que nombramos como “Cuerpo Contexto”.
Todas las personas, con nuestra presencia, sin siquiera abrir la boca, provocamos algo en los demás, impactamos los espacios. Generamos sensaciones, emociones y en algunos casos juicios en aquellos que nos observan.
Por otra parte, los otros, sobretodo los que captan nuestra atención, nos generan sensaciones, emociones y pensamientos. Es parte de los naturales procesos adaptativos que nos acaecen.
Somos seres vivos. Hemos transitado toda nuestra existencia personal y de especie, adaptándonos. Esa adaptación tiene un origen biológico.Son los infinitos movimientos que se desatan en el organismo, con respecto a aquello con lo que nos estamos relacionando.
Cada persona con la que nos relacionamos despierta procesos adaptativos y por supuesto, nuestra presencia, gatilla dinámicas adaptativas en otros. Hay presencias que nos relajan, dilatan las pupilas, generan calor corporal, nos expanden y movilizan nuestro cuerpo hacia un acercamiento. Otras presencias nos erizan los pelos, la piel se pone de gallina, el cuerpo se contrae y nos dan ganas de alejarnos.
Creo mucho en la experiencia, como metodología de aprendizaje, por eso les sugiero repetir el ejercicio con el que inicié este artículo (señor Tarragó y Miss Margarita).
- Primero realicen algún tipo de centramiento, y luego evoquen a la persona, conecten con su presencia y articulen lo que sienten. Por ejemplo, háganlo con el padre, la madre, el jefe, el cliente, la pareja, etc. y sientan, identifiquen lo que sienten.
- Luego reflexionen, ¿qué le ocurre internamente frente a esa presencia?, ¿cuál es la experiencia adaptativa?, ¿cuáles son las sensaciones que se les desatan?, ¿el cuerpo se tensa o se relaja?, ¿cuáles son las emociones que se gatillan?, ¿reconocen esta presencia?, ¿le recuerda a alguien?, ¿cuáles son los juicios que les aparecen?,¿quisieran aprender otros caminos de relación?
Cada una de esas personas con las que realizaste el ejercicio, desde su presencia ya son generadoras de un “cuerpo contexto” que especifica un campo de posibilidades. Dentro de ese contexto hay mayor probabilidad de que ocurran ciertas cosas y definitivamente otras no.
Lo que más marca esta presencia, que otros verán como “manera de ser”, son aquellos elementos más permanentes y estables de nuestra existencia. Son la base de esa coherencia que nos constituye desde los elementos lingüísticos, emocionales y corporales.
El ser conscientes de que cada uno de nosotros, desde la sola presencia ya es un generador de contextos, nos da elementos importantes para ser constructores responsables de nuestras relaciones. Permite influir en la dinámica relacional con nuestro padre, madre, hijos, pareja, jefe, equipo de trabajo, clientes, amigos, entre otros.
Los coaches nos ponemos al servicio de nuestros coachees, y un punto de partida fundamental es el “Cuerpo Contexto”. Desde ese lugar cimentamos lo que será posible de transformar en el coachee. Normalmente decimos que el coaching requiere de la capacidad de construir un lugar sagrado, donde los aprendizajes puedan florecer. El “cuerpo contexto” del coach es fuerza fundamental en el origen de ese lugar sagrado. El cuerpo contexto del coach es un lugar sagrado.
Rodrigo Pacheco Pizarro
Coach Senior y Director de programas de Coaching, Ontológico Corporal “ CyM” y “ COC”
de Newfield Network
Conferencia «COACHING ONTOLÓGICO Y LA CRISIS DEL NUEVO SIGLO», 6 de septiembre en Barcelona y 8 de septiembre en Madrid MAS INFO: [email protected]