Los hongos medicinales están dando buenos resultados como acompañantes en el tratamiento de afecciones de los sistemas digestivo, inmunológico y hepatobiliar. Esto se debe a la riqueza de principio activos que contienen, que activan y fortalecen de forma natural mecanismos de autorregulación propios del organismo humano. Complementar la dieta con hongos medicinales puede prevenir que pequeños desajuste metabólicos, debidos a nuestro estilo de vida, desemboquen en patologías graves.
Alteraciones del sueño, desequilibrios hormonales, enfermedades neuro-degenerativas e intolerancias alimentarias de distintas índoles, representan solo algunas de las patologías emergentes que carecen en muchos casos de soluciones farmacológicas directas y satisfactorias. Muy a menudo surgen como consecuencia de un estilo de vida poco apropiado y por lo tanto la toma de conciencia por parte del paciente de sus hábitos negativos puede suponer una vía de acercamiento a la curación de raíz.
No obstante, el mundo natural sigue siendo una fuente generosa de principios activos con el poder de estimular, fortalecer y re-equilibrar nuestro organismo, y distintas publicaciones científicas actuales coinciden en que los hongos representan un grupo taxonómico con enorme potencial para el desarrollo de nuevos tratamientos. Las cimientos de esto se sitúan sobre la base de que los hongos son organismos que han evolucionado hacia una gran diversidad metabólica, y muchas especies constituyen verdaderas bio-fábricas de principios activos, de los que se conocen solamente una pequeña parte. Estos compuestos tienen la facultad de despertar procesos naturales que desde nuestro organismo tenemos olvidados, contribuyendo a redireccionar nuestro metabolismo interno hacia el funcionamiento correcto y certero.
En China se encuentra sin duda una de las primeras cunas del uso terapéutico de los hongos, que ya en el 200 AC se encontraba sistematizado y ordenado en el Tratado de Fitoterapia Pen Tsao King, y actualmente ha dado lugar a una farmacopea con más de 250 especies reconocidas. Entre estas se encuentra el hongo Reishi – Ganoderma lucidum – llamado “hongo de la inmortalidad” en Japón y venerado en toda Asia oriental. Las bases de sus efectos más llamativos se encuentran probablemente en la presencia de un grupo de triterpenos – los ácidos ganodéricos – con estructura molecular parecida a las hormonas esteroidéas, sobre los cuales existen varios estudios que demuestran su carácter antiinflamatorio, antitumoral y adaptógeno.
Entre otros, el suministro de Reishi está dando buenos resultados como acompañamiento en tratamientos de quimioterapia y como coadyuvante en trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide por su potente acción moduladora del sistema inmunitario.
Otros ejemplos de hongos medicinales son el Cordycep sinensis, originario de las montañas del Himalaya y empleado para tratar enfermedades frías como el asma, la bronquitis o los problemas renales, el Grifola frondosa, conocido como Maitake y utilizado para contrarrestar de forma natural infecciones fúngicas, virales y bacterianas del aparato urinario, y el Hericium erinaceum. Este último, también llamado hongo Yamabushitake, está siendo objeto de investigación por sus potenciales efectos sobre problemas digestivos, alergias o intolerancias alimentarias..
El interés creciente en las propiedades curativas de los hongos medicinales ha dado lugar también a un número notable de centros con departamentos especializados en el área, con líneas de investigación que desarrollan proyectos financiados con fondos tanto públicos como privados, y que están validando el uso terapéutico de éstos en relación a propiedades antibióticas, antitumorales, inmunomoduladoras, antiinflamatorias y muchas otras.
Las investigaciones que se producen en este marco apuntan a que los efectos positivos de los hongos medicinales sobre la salud sean el resultado de la presencia de una serie de moléculas bioactivas, muchas de ellas compartidas por distintas especies, aunque cada especie tiene además su perfil bioquímico especifico, que activan determinados procesos en el organismo humano. Entre estos compuestos químicos destacan los betaglucanos, que presentan propiedades para la activación del sistema inmunitario. Están presente en la pared celular de las plantas, pero la creciente industrialización de los alimentos ha reducido la cantidad de fibra que incluye nuestra dieta; y además, se ha demostrado que el aumento del uso de fertilizantes disminuye el contenido en (1,3)-betaglucanos de los cereales.
La suma de estos factores determina un déficit en la cantidad de estas moléculas que ingerimos habitualmente, lo que afecta a nuestro sistema inmunitario, haciendo que sea más débil y poco activo. Por otra parte, los hongos son ricos de glicoproteinas, esteroles, los ya mencionados triterpenos, vitaminas (especialmente del grupo B y D) y minerales, todas sustancias que aportan beneficios al ser humano tanto por sus acciones especificas como a través de la sinergia que crea su inclusión en una dieta equilibrada.
En el mercado se encuentran distintos tipos de productos a base de hongos medicinales. Históricamente, la forma de conservación, y por ende de ingestión, ha sido la desecación de la seta, que luego se trituraba en un polvo fino muy fácil de ingerir junto a otros alimentos sólidos o líquidos. La mayor parte de los productos en comercio siguen elaborándose alrededor de este concepto básico, pasando por desecación directa o liofilización, y las diferencias entre distintas marcas se encuentran en la combinación específica de pulverizado de varios hongos o en la adición de excipientes u otros integradores alimentarios. El siguiente paso en el desarrollo comercial/terapéutico ha sido enriquecer los productos en los principios activos deseados. En otras palabras, la parte de los hongos a la que se atribuyen características curativas, como por ejemplo los betaglucanos, se extrae selectivamente mediante un proceso químico y se encapsula para facilitar su ingestión. Los productos así obtenidos se consideran potenciados, siguiendo la visión “más cantidad más efecto” en que se basa la medicina alopática, y la mayor parte de los laboratorios están siguiendo este camino de desarrollo, mezclando también los extractos secos de hongos con otras especies de origen vegetal y de valor fitoterapéutico reconocido.
Aunque el resurgimiento de la micoterapia está generando productos cada vez más específicos y efectivos, tanto los pulverizados simples como los productos enriquecidos en principios activos tienen la desventaja de que la absorción en el organismo tiene que pasar por el sistema digestivo y se ha demostrado que varios principios activos de origen fúngico traspasan con dificultades la barrera mucosa intestinal. Por ello, parte del desarrollo comercial moderno se enfoca ahora en la búsqueda de formulaciones y métodos de elaboración que faciliten la entrada al flujo sanguíneo. Una estrategia explorada en este sentido, es la inclusión de aditivos y complementos coadyuvantes de la absorción intestinal. Otra estrategia para paliar este inconveniente, es el desarrollo de productos de absorción sublingual, que directamente no siguen la vía digestiva. Unos pocos laboratorios han tomado este camino y están incluyendo en el mercado extractos concentrados en líquido con presentación en gotas para tomar bajo la lengua, lugar en el que se da su absorción a través de los numerosos capilares presentes. Este sistema tiene además la ventaja de que el producto no termina interaccionando con la flora intestinal, que podría alterar en parte sus características bioquímicas. Por último, existen marcas que se desvinculan completamente de la visión “más cantidad más efecto” y se apoyan en paradigmas definidos en el campo de la medicina vibracional para potenciar los efectos de sus extractos de hongos. No son muchos los productos así formulados pero ya se pueden encontrar en herbolarios y tiendas especializadas, y los primeros resultados parecen indicar de que son altamente efectivos y que representan una nueva herramienta de prevención y curación.
Aunque queda mucho recorrido para considerar definitivamente integrados estos regalos de la naturaleza en nuestro sistema de salud, son muchas las disciplinas médicas que empiezan a incluir los hongos medicinales en sus tratamientos. Si los ya mencionados profesionales de medicina tradicional china encabezan este movimiento, naturópatas, homeópatas, médicos ayurvédicos y muchos otros están rápidamente poniéndose al día con los avances de la micoterapia, e incluso profesionales del sistema de salud alopático están empezando a recetar hongos para complementar tratamientos farmacéuticos convencionales y paliar los efectos secundarios de terapias inmunosupresoras como la quimioterapia. Considerando todo esto, el efecto de los hongos medicinales sobre los sistemas digestivos, inmunológico y hepatobiliar aboga por la difusión de una cultura preventiva que contribuya a solucionar desequilibrios de la salud que con el tiempo desembocan en patologías más o menos curables. La prevención es tu mejor medicina y los hongos medicinales representan tu nueva herramienta saludable.
Silviana Aix Larrosa
Naturópata, micoterapeuta y titulada en medicina ayurvédica
Colabora con el centro de convergencia de estudios y prácticas del Dharma Mahasandhi
www.mahasandhi.es