Cada vez aparecen más y más patologías digestivas como gastritis, úlcera gástrica, estreñimiento, colon irritable, enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa o el crohn y alrededor de 200.000 nuevos casos de cáncer de colon al año aparecen en nuestro país.
Estas patologías llevan en la mayoría de los casos al consumo de numerosos medicamentos no exentos de efectos secundarios como protectores gástricos, antiácidos, antibióticos, antiinflamatorios, corticoides, etc.
Los antiinflamatorios y los corticoides inhiben la formación del mucus protector que recubre todas las mucosas digestivas y las protegen especialmente a nivel del estómago de la acción irritante del jugo gástrico. Los medicamentos que disminuyen la formación de acidez a nivel estomacal, pueden impedir la acción bactericida que posee el mismo sobre los gérmenes que pueden estar presentes en los alimentos que ingerimos. Además esta acidez del jugo gástrico es necesaria para absorber a nivel intestinal minerales como el calcio o el hierro.
Algunas de estas patologías digestivas se podrían prevenir y mejorar adoptando algunas medidas que tienen que ver con el conocimiento y el respeto de los procesos fisiológicos con los que nuestro organismo desarrolla el proceso de la digestión.
El acto de comer debe ser casi un acto meditativo; agradecer que tenemos alimentos en nuestra mesa, ya que esto no ocurre así para muchas personas en nuestro planeta. Apreciar también que ese fruto, verdura o granos que tenemos en nuestro plato se ha generado después de todo un año, recibiendo la lluvia, los rayos de sol, el aire… Todo esto está contenido en ese alimento que está en nuestro plato y deberíamos saber percibirlo, valorarlo, agradecerlo y apreciarlo.
Así pues lo primero es comer despacio y tranquilos, ya que para que el proceso de la digestión se realice adecuadamente ha de predominar el sistema parasimpático o de la vagotonía, el cual produce una estimulación y mayor producción de jugos digestivos necesarios para que podamos digerir los nutrientes contenidos en los alimentos. Si comemos deprisa y con un estado de nerviosismo: mirando el móvil, leyendo, viendo la televisión, etc., este sistema de la tranquilidad, de la paz, se inhibe, y estaremos con predominio del sistema nervioso Simpático que es el sistema que se pone en funcionamiento en los estados de peligro o alerta, inhibiéndose por tanto el buen funcionamiento de las funciones digestivas.
Es importante masticar despacio los alimentos y ensalivarlos, respetando el dicho «Beber el sólido y masticar el líquido»; es decir que cuando tomamos algún alimento sólido se ha de masticar lo suficiente para se mezcle muy bien con la saliva y cuando bebemos líquido no se ha de tragar directamente, sino que ha de irse mezclando poco a poco con la saliva, digamos que hemos de paladearlo. De este modo favoreciendo simplemente la formación de saliva, lograremos que se estimule el sistema parasimpático o de la vagotonía y así estamos estimulando al resto de glándulas digestivas para que generen más secreciones y jugos digestivos. También así digerimos los hidratos de carbono que contienen los alimentos y que gracias a los enzimas que hay en la saliva ya se digieren en la boca.
Es importante también ajustar el contenido de proteínas de la dieta y no tomar más de las necesarias, ya que actualmente los hábitos alimentarios de la población occidental poseen un alto consumo de proteínas, especialmente de origen animal. Las proteínas se digieren fundamentalmente en el estómago y para ello se segrega ácido clorhídrico con un pH muy ácido para que los enzimas gástricos puedan digerir y disgregar las proteínas, por ello no debemos dar al estómago más trabajo del necesario, dando una dieta demasiado rica en proteínas. Además podemos elegir aquellas proteínas más fáciles de digerir: por ejemplo las de origen vegetal contenidas en legumbres o en frutos secos. De entre los productos animales los de más difícil digestión son aquellos que contienen más colágeno como las carnes de vacuno o de cerdo; los pescados y las aves contienen menos.
Cuantas más proteínas y grasas tenga un alimento más tiempo ha de permanecer en el estómago y más tiempo requiere para que los jugos gástricos puedan digerirlas.
Así que elegiremos dietas suaves a base de alimentos fácilmente digeribles, cereales y granos preferiblemente sin gluten, verduras y hortalizas especialmente ricas en fibra soluble como calabaza o calabacín, legumbres, frutas ricas en pectina como la manzana, pera o plátano. Purés de verduras, batidos de frutas y licuados y caldos vegetales son muy recomendables. Si se toman alimentos de origen animal elegir los de más fácil digestión (huevos, aves y pescados) y no más de un alimento de origen animal al día.
A nivel estomacal las patologías más frecuentes son el ardor, el reflujo gastroesofágico, el ardor, la acidez estomacal, gastritis y úlcera gástrica. Para prevenir y mejorar estas patologías, la medicina natural ofrece algunos buenos y tradicionales remedios:
Agua arcillosa: llamada también la tirita digestiva, ya que la arcilla contiene una compleja composición en minerales y posee unas cargas eléctricas que le hace tener capacidad absorbente además de poseer un gran poder cicatrizante y de absorción de impurezas. (tóxicos, microorganismos, radiaciones).
Alivia en casos de malas digestiones, gases, putrefacciones gástricas e intestinales, estreñimiento. Muy adecuada para gastritis, gastroenteritis y úlceras por su poder astringente.
Se prepara: Poniendo una cucharada de arcilla de uso interno en un vaso, se echa un poco de agua y se mueve bien, se le añade más agua hasta completar el vaso y se remueve.
Se puede preparar por la mañana y dejar todo el día en reposo y tomar por la noche antes de dormir, así no interfiere con la absorción de nutrientes si la tomásemos por el día. Después es importante evitar el estreñimiento, y que se evacue esta arcilla que ha atrapado todo este material tóxico. Además debe utilizarse una cuchara de madera y un recipiente de vidrio, porcelana, loza, madera o gres; el metal y el plástico nunca deben entrar en contacto con la arcilla.
Zumo de col
Zumo de col: la col es rica en vitamina C y tiene acción cicatrizante. Además contiene glutamina que es un aminoácido importante componente del tejido conectivo del tracto intestinal que contribuye a su restauración y repara su permeabilidad. Además la col contiene una esencia azufrada de acción bactericida, lo que apoyaría el tratamiento de la úlcera gástrica asociada a la bacteria Helicobácter pylori. Podemos tomarla en forma de licuado, mezclada con manzana y zanahoria mejora su sabor y favorece la acción reparadora sobre las mucosas digestivas. Lo tomaríamos en ayunas como batido verde, o media hora antes de comer y cenar.
Caldo vegetal reparador de mucosas digestivas: realizado a base de repollo, cebolla, zanahoria, apio, perejil. Se cuecen las verduras sin sal, se toma solamente el caldo, una taza o un vaso con unas gotas de limón, media hora antes de comer o cenar, o bien al lo largo del día y además tiene acción diurética y depurativa.
Alimentos ricos en Clorofila poseen poder absorbente y cicatrizante presente en algas como espirulina, y clórela y en los verdes de trigo, cebada o vede de alfalfa.
Manzanilla
Infusión protectora de la mucosa estomacal: raíz de malvavisco, raíz de regaliz, manzanilla, anís verde. Se mezclan a partes iguales, se pone una cucharada sopera por taza y se deja reposar 10 minutos. La raíz de malvavisco aporta mucílagos de acción protectora sobre la mucosa intestinal, la raíz de regaliz y la manzanilla poseen acción antiinflamatoria y antiespasmódica, el anís verde es digestivo, carminativo, antiséptico suave y antiespasmódico.
Se toma media taza a pequeños sorbos media hora antes de comer. Si se toma después de comer actúa como digestiva, en este caso tomar también una taza pequeña.
El regaliz no ha de ser utilizado por aquellas personas hipertensas pues tiende a elevar la presión arterial.
Palmira Pozuelo
Farmacéutica Naturista
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