Los menores adoptados traen una herida emocional: el abandono. Necesitamos ayudarles a reconstruir su modelo de apego para que aprendan a crear vínculos seguros y estables. Crear puentes entre su pasado y su nueva vida les ayudará a rehacer su historia y escribir nuevos episodios adaptados a su presente.
Primeros pasos
Si hemos reflexionado sobre algunas preguntas que detallamos en el artículo anterior y decidimos iniciar el proceso, nos enfrentamos a un modelo de familia con sus singularidades. Aunque cada niño y familia es
diferente, pero algunos rasgos podremos encontrar con seguridad.
Reconstruyendo mí historia
El niño deja atrás una historia emocional y corporal que le ha permitido llegar hasta nosotros tal y como es. Necesitará tiempo para reelaborarla y permitirse a sí mismo, construir una nueva vida. Pueden existir lealtades implícitas a una madre, hermanos, abuelos… que dificulten, en un principio, la creación de nuevos vínculos.
Estamos construyendo un espacio externo en nuestros hogares y el niño está abriendo un espacio interno a nivel social, emocional y afectivo. Este nivel interno es más costoso. Necesita tiempo, cuidados y prestar atencióna su evolución.
Es previsible que le surjan dudas, miedos e inseguridades. No tienen ninguna certeza de que, en esta ocasión, no le volverán a abandonar. Estos miedos pueden cursar con diferentes síntomas, entre otros:
– Pesadillas reviviendo situaciones de abandono, agresiones o vulnerabilidad.
– Conductas retadoras poniendo a prueba nuestro amor incondicional.
– Poca tolerancia a la frustración por su dificultad en confiar en sí mismo.
– Pensamientos recurrentes negativos que acaban en catástrofes.
– Dificultad para dormir solo, aunque haya entrado en la preadolescencia.
– Actitudes excesivamente demandantes ante los nuevos padres.
– Sensación de vulnerabilidad e inseguridad aún en la propia casa: esconder comida, ropa, dormir con la luz encendida o con objetos que leaportan seguridad, sea un peluche o un bate de beisbol.
No son conductas dirigidas a “fastidiar” a los padres, sino manifestaciones de sus miedos profundos que están aflorando y necesitan expresarse. Necesita reconstruirse de una manera más sana, funcional y crear mecanismosde defensa más adaptativos. Aunque parezca contradictorio, en la medida que el vínculo sea más fuerte y seguro pueden resurgir alertas dormidas de desconfianza que ponga a prueba el nuevo modelo vincular. Debemos estar preparados.
Amor y firmeza
El fracaso escolar o un mal resultado en un partido, pueden provocar episodios de inseguridad, baja autoestima o creer no ser merecedores de una vida mejor. Pueden activarse recuerdos de dolor, maltrato o humillación y entrar en bucle emocional despreciándose o buscando inconscientemente ser rechazados para confirmar ser los “malos” o los culpables del abandono de sus padres.
Debemos tratar con cariño, paciencia, contención y límites firmes el desánimo de nuestro hijo. No dejarle caer en una espiral de autodestrucción sea física o mental y ayudarle a confiar en sus posibilidades mejorando
su autoestima.
El proceso de permitirse integrar nuevas oportunidades lleva su tiempo. Debemos ayudarlos a entender lo que les está pasando. Poner palabras a lo que sienten y dar sentido a esas conductas. Así pueden liberarse de
pensar que “son malos”, que no les vamos a querer o que están abocados al fracaso.
Los niños necesitan saber y escuchar de nuestros labios que les queremos y acompañaremos a lo largo de su nueva vida. Y aunque no nos quieran llamar papá o mamá, ellos serán siempre nuestros hijos.
Recuerda
Los niños necesitan saber y escuchar de nuestros labios que les queremos y acompañaremos a lo largo de su nueva vida
Directora y supervisora de Adhara Psicología. Psicóloga.