Desde el nacimiento y hasta nuestra muerte, los seres humanos atravesamos etapas de dependencia. Al comienzo de nuestra vida, esa dependencia es absoluta, nuestra vida depende enteramente de que otro nos cuide y nos quiera, con el único cuidado de nuestro ser biológico no podríamos sobrevivir; si al nacer nadie nos quiere nos morimos

Desde ese estado de dependencia total, vamos transitando por la vida apoyándonos en quienes nos rodean hasta poder lograr una dependencia relativa: precisamos del otro pero ya nos tenemos lo suficiente a nosotros mismos para poder ir desprendiéndonos del otro y apoyarnos en nosotros.

Nuestra sexualidad, nuestra vocación y todo lo que nos hace lo vamos construyendo en esos vínculos, somos seres bio-psico-sociales, nos pensamos desde esas tres áreas.

La pareja es una de las estructuras vinculares mediante las cuales un individuo puede actualizar parte de su personalidad y desarrollarse, siendo en la pareja donde se despliegan,ansiedades inconscientes y conscientes respecto a nuestra propia historia de dependencias.

Es mucho lo que se puede hablar de «la pareja» como estructura vincular en sí pero, a lo largo de mi experiencia como coach y terapeuta , he aprendido que hay un punto inicial que es el que hoy quisiera reflexionar para entrar en el tema y que se resume en contestar a la pregunta: ¿Para qué quiero una pareja?

En la respuesta a esta cuestión se desplegarán los elementos que constituyen la pareja: el tiempo, el grado de maduración con la consiguiente capacidad de auto soporte , la capacidad afectiva, económica y el desarrollo de la sexualidad.

La pregunta planteada más arriba tendrá distintas respuestas a lo largo de la vida de un mismo individuo, ya que no es lo mismo querer una pareja para formar una familia para alejarse de los padres, para compartir la vejez, para cumplir con un ideal social, porque no me animo a estar solo, o como un acompañamiento complementario amoroso.

Probablemente, a lo largo de la vida vayamos encontrando distintas respuestas y el punto que quería señalar hoy también es prestar atención a la estructura de una respuesta que conlleva una significación muy profunda: ¿quiero tener pareja o quiero estar en pareja?

Estar en pareja significa aceptar que básicamente sólo puedo aspirar a tenerme a mí, con todo el trabajo que ello significa a lo largo de la vida. Si la elección de pareja se realiza a partir del ser adulto, la dependencia siempre es, en definitiva, parcial. Sin el otro yo soy. Me gustará más estar con el otro que sin el otro, pero no voy a dejar de ser sin el otro, por más que me cueste pensar que podría vivir sin él o que él podría existir sin mí.

La realización en la pareja nos ayuda a soportar el desamparo existencial, pero estamos mejor posicionados a armar una pareja más sana si aceptamos que el otro está porque quiere y no porque yo «lo hago» estar, igual que yo estoy porque quiero y no porque el otro «me hace» estar.

Se trata de comprender la diferencia entre el amor y la posesión. «Tener» pareja, en este sentido, apuntaría a la posesión de otro para crear la ilusión de que nunca me sentiré solo. «Estar» en pareja apunta a aceptar la soledad existencial que a todos nos atraviesa y que intentamos calmar con la placentera compañía de nuestro amado/amada…..y el resto de los vínculos que podemos trabajar para construir y que constituyen nuestro universo personal.

Dice Octavio Paz que el amor es la revelación de la libertad del otro. Esa revelación es siempre dolorosa, porque el amado se presenta simultáneamente como un compañero con el cual cohabitar durante nuestra existencia y a la vez seguirá siendo una conciencia impenetrable, y es que sólo podemos aspirar a poseernos a nosotros mismos a través de un trabajo constante y en parte ilusorio.

La naturaleza contradictoria del amor radica en que amar implica cuidar al otro de mi impulso posesivo.

Lograr acompañarme de mí, aceptar mi soledad existencial, trabajar en la capacidad de estar a solas, me prepara para acompañar y dejarme acompañar mejor, sin destruir ni dejarme destruir en una relación posesiva.

A menudo en las sesiones de coaching aparece este gran tema y la forma en que lo trabajamos y lo resolvemos puede ser a través de la experiencia grupal o individual. Dar el paso y permitirnos encontrar aquellas respuestas que hemos venido buscando durante tiempo, es el comienzo de una gran aventura, la de saber y aprender a contactar conmigo mismo para poder ser junto a otros

Verónica Rodríguez Orellana
Directora del Coaching Club
Experto en Coaching- Especializada en Coaching Sistémico
Master – Practitioner en PNL-Terapeuta Gestalt
www.coachingclub.es