Entre Generaciones: ¿Un Eco Silencioso en la Búsqueda de Conexión?

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3,3 minutos de lecturaActualizado: 05/12/2024Publicado: 05/12/2024Categorías: Desarrollo Personal, Mujer SaludableEtiquetas: , , , , , , , , , , , ,

“La memoria viva no nació para ancla. Tiene, más bien, vocación de catapulta” Eduardo Galeano.

¿Cuántos caramelos me quedan por comer?

Recientemente, fui invitado junto a una compañera antifranquista a relatar nuestras vivencias sobre la lucha por la democracia en el exilio parisino. Acudimos a un centro cultural autogestionado en un barrio popular de Madrid, donde la extraordinaria organización, los servicios gratuitos y la unión entre nativos y emigrantes nos sorprendieron. Era asombroso observar cómo un sábado por la tarde un centenar de jóvenes, entre 16 y 25 años, prestaran atención a nuestras palabras, en lugar de seguir la corriente del cine o el botellón. Intentamos abrir un diálogo, pero solo recibimos un par de preguntas. Era como lanzar piedras a un pozo sin fondo y no escuchar el eco del “plop”.

Un fenómeno similar ocurrió semanas después en una gran librería alternativa, donde el catedrático Nicolás Sánchez de Albornoz compartió su experiencia de escapar del campo de concentración franquista del Valle de los Caídos. El silencio profundo tras sus relatos era abrumador. La sala estaba llena, con una media de edad de entre 25 y 40 años. En ese instante, la fractura social del siglo XXI se cristalizaba no en las luchas económicas o políticas tradicionales, sino entre generaciones.

Estas lagunas de comunicación intergeneracional son alarmantes.

Este fenómeno es particularmente visible entre los más jóvenes. Niños de seis años ya no pueden jugar con sus hermanos mayores, y adolescentes suelen perder el contacto con aquellos apenas dos años más viejos. Las discotecas ahora se especializan según rangos de edad, lo que agrava la creación de un argot exclusivo que se convierten en dialectos incomprensibles. Las series, grupos musicales, mods, y electrónicos elegidos también toman direcciones hacia intereses que, en muchas ocasiones, dividen más que unen.

La fragmentación genera incomunicación, y a medida que se acentúan, se da espacio a manipulaciones más sutiles del sistema, dejando a los individuos más vulnerables.

La generación cibernética de hoy tiene acceso a una cantidad inmensa de información, pero crea burbujas centradas en sus esquemas de edad, donde lo diverso es a menudo desechado y la reflexión se empobrece a su vez.

Cada generación tiene su misión y su legado.

Independientemente de opiniones personales, eso no implica que una sea mejor que otra. A medida que crecemos, la vida ya no se siente interminable; jóvenes de hoy a menudo no ven los retos que se ciernen sobre ellos: crisis climáticas, inestabilidad económica, política que gravita hacia el individualismo.

Los mayores desean acompañar, ser amigos de sus hijos e hijas, pero los más jóvenes, en su búsqueda de libertad a menudo demandan un espacio propio. En esta danza intergeneracional, no se trata de “matar al padre”, sino más bien de encontrar formas de conectarse que no impliquen sermones o relatos embellecidos del pasado.

A pesar de los retos y de los ojos ansiosos por el futuro, hay motivos para la esperanza. A medida que incorporamos años y experiencias, no vivimos como si fuéramos eternos; llegamos a entender la inexorabilidad del paso del tiempo.

Figuras como Francisco Chico Whitaker y Antonio Marco Botella, que han vivido luchas y experiencias de vida intensas, representan la importancia de saber transformar el contexto en positivo y luchando por causas que trascienden generaciones. Rescatando sus enseñanzas y relatos, el futuro puede ser menos sombrío y más colaborativo.

Finalmente, como dice el filósofo Vicente Merlo: “Tú eres joven, y por tanto tu tiempo es, ante todo, el de la pasión filosófica y el compromiso social. Que la voluntad de verdad y la voluntad de Ser te acompañen siempre!”

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