La Abundancia Oculta: Encuentra la Fortuna en Momentos Cotidianos

¿Quieres más?

¿Te gustaría estar siempre al día con las últimas tendencias, consejos y secretos?  Suscríbete a nuestro boletín mensual y sé parte de una comunidad exclusiva.

3,2 minutos de lecturaActualizado: 11/03/2025Publicado: 11/03/2025Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , , , ,

En cualquier lugar en que estés, están todos los lugares; la distancia que caminas abarca todas las distancias. El presente contiene todo tiempo, todo lo que pueda esperarse y todo lo realizado y lo cumplido.
Khalil Gibran

A estas alturas de la vida, podría escribir un recetario gastronómico con las vivencias de mis desayunos y cenas. He experimentado la soledad y la compañía, exóticos manjares y rutinas repetitivas. Pero hoy, quiero recordar la cena más portentosa y el desayuno más conmovedor de mi vida. No fue en un restaurante lujoso, ni en una celebración familiar, ni mucho menos en un hotel internacional donde el bufé abruma a la vista, mientras la miseria acecha en la puerta.

La cena inolvidable ocurrió tras tres días de pedaleo en Suecia. Al llegar a la isla de Gotland, la noche nos sorprendió sin refugio alguno. Aquel puerto oscuro no tenía casas, solo grandes troncos cortados a modo de bancos, bajo una tormenta inminente. Con estómagos vacíos e irritados tras más de cien kilómetros recorridos, compartimos lo único que teníamos: media botella de agua, unas cucharadas de miel y un tercio de pan. Aquel arco iris surgió entre dos corazones cansados y molestos, pero terminó transformando el silencio hostil en una paz renovada. No éramos prósperos, pero había abundancia de perdón, solidaridad y amistad que restauramos esa noche.

Un año después, en Tánger, Hasan, un jubilado marroquí de 75 años, me invitó a su casa para un desayuno inolvidable. Su hogar era un cubo de adobe impecablemente blanqueado, con vistas al mar. A pesar de las diferencias de nuestras historias —yo, un exiliado, y él, un excombatiente—, aquel desayuno fue un banquete para el alma. Con té moruno y churros de su modesta pensión, aprendí que la verdadera riqueza no se mide en posesiones, sino en el paisaje, la libertad y la sabiduría que compartimos. Sigo convenciéndome de que él era el hombre más rico del mundo.

El poeta Alfonso Gumucio ha dicho: “Respirar no es solamente inhalar y expulsar; es un servicio público”. La abundancia, como la respiración, está presente, aunque no siempre la veamos. El latín “abundantia” habla de un exceso, de una ola interminable que nunca se agota mientras el viento sople. Y así, la prosperidad se encuentra a nuestro alrededor, esperando ser reconocida.

El término griego “prosperitas” refleja un futuro lleno de esperanza, donde la verdadera dificultad no radica en alcanzar metas materiales, sino en aprender del viaje que nos lleva a ellas. Hasan talvez no alcanzara todos sus sueños de juventud, pero vivía en verdadera abundancia en su vejez, rodeado de familia y amor. Como decía el maestro Zen Miguel Mochales, “el éxito no es conseguir, es un estado, un estado en el que tú provocas qué cosas sucedan a tu alrededor”.

La verdadera abundancia se encuentra en la conexión con nuestra energía. Cuando el cuerpo queda atado a pensamientos negativos o ansiedades, pierde su vitalidad. Aprender a compartir lo que tenemos sin esperar nada a cambio es la clave para recibir la ALEGRÍA de la vida.

Como bien dice la poetisa Lucero Moscoso, cada instante es un canto a la abundancia cuando se observa con el corazón, agradeciendo lo que tenemos:

Abundancia es…
una lluvia en el desierto,
del caminante el sendero,
en sequía un aguacero.
todo universo que veo..

… Abundancia es…
la mirada de un fiel perro,
una escalera hasta el cielo
…lo que del dolor aprendo,
todo pensamiento bueno,
en el hogar un buen leño
… un susurro halagüeño
una canción al recuerdo,
de amor el corazón lleno…

Comenta este artículo

Haz tu buena obra del día ¡Compártelo!