Uno de los aspectos más importantes en el proceso de sanación interior, es la búsqueda y aceptación de la sombra para, teniéndola en cuenta y valiéndonos de ella, llegar a vislumbrar el camino acertado, siendo éste el de crecimiento mental, emocional y espiritual. Es importante descubrir quiénes somos en realidad, ver lo mucho que valemos y hasta dónde podemos llegar.

¿Qué es la llamada «sombra»?
El término «sombra», acuñado por Jung, se define como aquel aspecto, ya sea actitud, emoción o pensamiento que reprimimos y que no queremos reconocer. Básicamente, la sombra es algún aspecto no reconocido de uno mismo; algo que reprimimos para despegarlo del propio ser y su centro de gravedad. Esta característica rechazada aparecerá proyectada en otros, que pueden o no tenerla realmente. Nos impide la plena evolución hacia el propósito de nuestra alma. A veces son aspectos negativos; otras, positivos.

La sombra no es más que nuestros opuestos inconscientes. Una manera de establecer contacto con ella es suponer lo opuesto de lo que nos proponemos, deseamos o queremos conscientemente en este momento.
Si dejamos a un lado ese aspecto de la sombra estaremos poniendo más energía en ese lugar y estaremos alejándonos de conocernos a nosotros mismos y de aceptarnos tal cual somos.

Supongamos que soy una persona muy pedante, sabelotodo, y todos lo saben sólo que yo no me reconozco como tal, simplemente creo que lo que digo está bien y que soy el que más sabe sobre cualquier tema. Niego estas cualidades y es muy común que me queje de cuán pedantes son los demás. Y si la persona en la cual proyecto eso realmente es pedante, entonces esta característica se potenciará ante mis ojos y yo reaccionaré mucho más de lo que debería. Hay una regla psicológica: lo que odiamos de los demás son las cosas que odiamos de nosotros mismos.

Por lo tanto, observar lo que aborrecemos y lo que adoramos de nuestro entorno y de la gente que nos rodea ayuda a tener un indicador de nuestro inconsciente, nuestra sombra.

Recuperar y reconocer en uno mismo aquellos aspectos que habían sido proyectados en otros significará entender una serie de cualidades y problemáticas propias. Al mismo tiempo, reapropiarnos de esta sombra, en la medida de lo posible, permitirá un mayor potencial y una mayor libertad en nuestras decisiones.

La iluminación o reconocimiento de nuestra naturaleza esencial.

El opuesto a la sombra lo llamamos el lado de la luz. Es gráfico entenderlo de este modo, tan sólo sea por el contraste tonal.
A medida que uno empieza a explorar sus opuestos, su sombra, sus proyecciones, empieza a descubrir que está asumiendo la responsabilidad de sus propias emociones y estados anímicos.

Cuando nos reapropiamos de esta sombra proyectada en otro (en él, o en ella, en tercera persona) y pasa a ser algo nuestro, (en primera persona), entonces lo que sentimos es una gran liberación.

Para aceptar la sombra, Wilber nos recomienda la técnica 3-2-1 que reconoce la irrealidad de proyectar la sombra sobre el 3 como «ello» o «él» para poderlo pasar al «tú» y así poderlo hablar, expresar, manejar, para, finalmente, integrarlo en el «yo» responsable. Y también añade, que «lo único que necesitamos para integrar esas facetas negativas (e insiste que no, malas) es concedernos a nosotros mismos la amabilidad, comprensión e incondicionalidad que dispensamos a nuestros amigos». Porque, a menudo, vivimos en la creencia del no merecimiento.

Es importante aprender a:
1º Reconocerla como propia y por lo tanto responsabilizarme de su existencia.
2º Conocer sus razones y reacciones.
3º Comprenderla, aunque no lo apruebe moralmente.
4º Amarla como parte propia.
5º Reprenderla sin dejar de tenerlo en cuenta.
6º Manejarla (desarrollar los recursos para tenerla firme).
7º Aprender a negociar con ella.

Conseguir una auténtica liberación de las emociones bloqueadas exige tiempo, esfuerzo, una actitud abierta y trabajar con sinceridad. Esto produce un cambio importante en la sensación que uno tiene de sí mismo y de la realidad.
La atención al momento presente.

Dado lo anterior, es importante saber que el único momento en el que nos encontramos es en el momento presente. Lo único que existe ahora mismo es «el presente», aquí y ahora. El pasado quedó atrás y el futuro no ha llegado. Siendo consciente del momento presente es donde podemos trabajar percibiendo nuestro pensamiento, nuestra emoción, lo que nos rodea y las personas que nos rodean. No hay otra forma de cambiar nuestra actitud, nuestra forma de ser, el rumbo de nuestra vida, que siendo consciente del presente con ayuda de la atención.

A nivel personal, desviarse de la atención a lo que es genera toda clase de acciones sucedáneas cuyo destino es un refugio que se llama lo que debería ser. No prestar atención al eterno presente origina el recuerdo constante del pasado y el temor al futuro. La esperanza en el mañana es hija del miedo a lo que es, ahora.

¿Qué ocurriría si pudiéramos sentarnos y atender a lo que es? Inmediatamente, tanto nuestro mundo personal como el mundo colectivo quedarían paralizados. Probablemente descubriríamos que la mitad de las cosas que creemos necesitar o hacer no sólo son superfluas sino que de hecho dificultan el acceso al silencio interior. ¡Y es que fueron diseñadas para hacer mucho ruido!

El recuerdo y la expectativa son los dos parámetros con los que los seres humanos pretendemos huir de nuestra esencia. Como el presente no podemos medirlo, ni controlarlo nos aferramos a que no existe.

Si elijo, una y otra vez, ir hacia mis recuerdos, lo único que voy a hacer es alejarme de la auténtica experiencia del AHORA ilimitado e infinito. Lo mismo ocurre con la creencia y preocupación por el futuro. Porque viviendo en la expectativa longitudinal estoy separando mis átomos y parte de mi energía estará, entonces, por delante de mí, en vez de disponer de mi energía total en el aquí y en el ahora.

Por todo lo anterior, podemos concluir que muchos de los conflictos psíquicos y emocionales e incluso los trastornos físicos que acompañan, se podrían mejorar y hasta sanarse con un consciente manejo del tiempo. Es decir, salir de la trampa de lo lineal (tempo-espacial), apelando en cada momento a la experiencia total del presente. El zen lo define muy bien cuando dice «come cuando comas; anda cuando andes; ríe cuando rías».

Bibliografía relacionada:
-«El espectro de la conciencia», Ken Wilber. Ed. Kairós, 2005 (1ª edición 1990).
-«La conciencia sin fronteras. Aproximaciones de Oriente y Occidente», Ken Wilber. Ed. Kairós, 2012 (1ª edición 1985).
-«Encuentro con la sombra», C. Zweig y J. Abrams. Ed. Kairós 2004.

 

Alicia Alonso
Psicóloga colegiada. Psicoterapeuta Integral
alicia_alonso2@hotmail.com