En la búsqueda espiritual, lo que realmente importa es la consistencia. Aunque a veces nos desviamos, regresar al camino es inevitable si mantenemos un compromiso con nuestro sadhana (disciplina, trabajo interior). Los retrocesos pueden parecer estancamientos, pero si activamos nuestra motivación, podemos superar los obstáculos, como el audaz explorador que logra salir de las arenas movedizas para continuar su aventura.
¿Por qué buscamos la verdad? La búsqueda espiritual puede parecer un enigma, ya que podríamos llevar una vida cómoda sin ella. Tal vez es porque sentimos que hay una realidad más profunda esperándonos, o porque el eco de una infinitud nos impulsaba a rastrear nuestro propósito con la intensidad de un sabueso. Esta insatisfacción inherente con el samsara nos empuja a buscar un nuevo modo de ser y entender nuestra existencia, donde somos actores fugaces en una película a la que no elegimos asistir.
El buscador representa una esencia única. Se mueve entre lo sensorial y lo suprasensible, impulsado por el deseo de encontrar respuestas que trasciendan lo superficial. Desde los antiguos yoguis, la práctica del yoga ha guiado a generaciones en esta travesía, en la que a menudo buscamos no solo lo que nos falta, sino también entender a otros buscadores y a nosotros mismos.
Desasir es más complicado que aferrarse. A menudo buscamos soluciones en relaciones, en la práctica del yoga, en diferentes culturas, sintiendo que hay algo esencial que no nos satisface. Nos empeñamos en buscar, pero a veces es necesario hacer una pausa y permitir que la Búsqueda nos encuentre. La desesperación puede ser incluso un catalizador liberador; aprender a convivir con el vacío existencial puede ser el primer paso hacia un viaje interior transformador.
El Dharma y el Sadhana son nuestros aliados. Estos se convierten en nuestra inspiración y refugio en momentos de angustia, donde muchos pueden caer en la trampa de buscar un gurú que los salve, solo para terminar enredados nuevamente.
Un verdadero buscador es un gourmet espiritual. Nutrimos nuestras almas probando diversos caminos místicos; lo esencial es permanecer eclécticos, liberándonos de la obligación de ceñirnos a un solo dogma. Un verdadero buscador no se convierte en un seguidor ciego de líderes espirituales, porque la única autoridad que necesita está dentro de sí mismo.
Es vital reconocer el apego a figuras religiosas. Muchas personas, al no contar con su propia luz interior, se aferran a líderes como el Papa o el Dalai Lama. Este apego limita la visión y, como advirtió Buda, no hay apego más perjudicial que las creencias y opiniones preestablecidas.
Evita ser un imitador; busca tu autenticidad. Utiliza las enseñanzas como herramientas para descubrirte a ti mismo, y recuerda la advertencia zen: “Si encuentras a Buda en tu camino, mátalo”. Las enseñanzas de Lao-tsé, Buda, Mahavira y Jesús solo deben servir si transcendemos su mera comprensión, escuchándolos desde lo más profundo de nuestro corazón.
Ramiro Calle
Director del Centro de Yoga Shadak y escritor
