Desde la comprensión de la naturaleza del amor…
Érase un tiempo en que no teníamos miedo, un tiempo en que vivíamos según nuestras necesidades, creencias y sueños. Muchos de nuestros problemas se acabarían si esto fuera sencillamente así, si nuestras necesidades fueran satisfechas, nuestras creencias estuvieran formadas sobre la base firme del amor y la fe y nuestros sueños albergaran todos los aspectos relacionados con lo que hemos deseado cultivar en esta vida. Es el momento de recuperar nuestro poder, de sentirnos plenos, entender qué nos limita y nos impide ser nosotros mismos.
La Búsqueda del Amor en el Mundo Moderno
Todos anhelamos encontrar el amor. No solo nuestra programación biológica alberga un impulso para conservar a la especie, sino que nuestro corazón, la parte más emocional y esencial de nosotros mismos, necesita de este aspecto para nutrirse. Sin embargo, hoy en día las relaciones de pareja son un tema cada vez más complicado. Aunque los modelos sociales han cambiado, seguimos teniendo referentes comunes a generaciones anteriores, y nos falta saber qué alternativas hay. Frases como “hay que amar al prójimo”, “el amor verdadero es el que duele de verdad”, “el amor es incondicional”… siguen resonando en canciones y mensajes que escuchamos porque forman parte de nuestros esquemas inconscientes. Necesitamos renovar estas ideas con una base firme que se apoye en la naturaleza del amor.
El Amor Propio: La Base de Todas las Relaciones
El amor empieza por uno mismo –hemos escuchado en muchas ocasiones– pero parece que todavía no nos lo hemos creído. Una de las cuestiones más básicas que encuentro con frecuencia en la consulta es la dificultad que tenemos para permitirnos ser felices, para creer en nosotros y valorarnos. Muchos de nosotros boicoteamos nuestra propia felicidad al seguir creencias inconscientes que nos cuestionan el merecimiento de tal oportunidad. Y, ¿de dónde surgen tales ideas?
Gran parte de lo que nos ocurre en el presente está relacionado con lo que sucedió en nuestra infancia. Una mirada amorosa hacia nuestro pasado es la llave que va a permitirnos conocernos plenamente. Es esencial comprender qué modelo nos proporcionaron nuestros padres y cómo nos afectó. Sin juicios, y a la vez sin quitarle importancia, desde niños acumulamos experiencias, mensajes y relaciones entre eventos que van forjando nuestro carácter. Si los mensajes que recibimos del exterior no han sido alentadores, se nos empequeñece y no situamos nuestro valor en lo que somos, sino en lo que hacemos.
La Naturaleza del Amor y el Equilibrio en las Relaciones
Sin embargo, esa no es nuestra naturaleza. Un bebé recién nacido es un ser puro, intacto, sin sentimientos de culpa ni miedo. Más tarde, va interiorizando todos esos mensajes. ¿Qué hacer, entonces? Tenemos que encontrar ese espacio esencial, conectar con nuestra armonía y pureza interior, y comenzar el camino para cuidarnos y aceptarnos como somos.
Esto también nos permitirá ampliar nuestro ser interno y tener capacidad para la intimidad, proporcionando un espacio en el que sea posible el encuentro profundo y no superficial con el otro. A su vez, esto nos hará identificar situaciones y personas adecuadas para nosotros, dándonos la capacidad de poner límites y apartarnos de situaciones que perjudican. El autorrespeto potencia el respeto hacia los demás.
Erich Fromm ya nos apuntaba en su libro “El arte de amar” que el amor a uno mismo no tiene nada que ver con el egoísmo. La persona egoísta en realidad no se ama a sí misma y, por tanto, tampoco puede amar a los demás. Todas estas creencias sobre el amor han sido asentadas en nuestro interior de forma sutil, por lo que hay que cuestionarlas y cambiarlas conscientemente.
Desmitificando el Amor Incondicional
De todas las creencias que llevamos grabadas, quizás la más fuerte es la del “amor incondicional”, que es responsable de muchas situaciones en las que una persona resiste sin poner límites ante situaciones injustas. El amor se establece sobre la base del equilibrio entre dar y recibir. En el resto de las relaciones, si no hay balance, nuestra naturaleza intentará compensarlo, lo que producirá una pérdida de energía y desgaste.
Porque no busco que el otro me cuide y me valore: comparto lo que soy con el otro.
Porque me permito obtener lo mejor para mí y estoy abierto tanto a dar como a recibir.
Porque soy capaz de identificar lo que me beneficia y lo que me perjudica, permitiéndome poner límites.
Porque respeto al otro tal y como es, dejando que cada cual se responsabilice de lo suyo.
Porque estoy abierto al diálogo y a resolver conflictos de forma sana.
Porque cuando me estimo, me valoro y me respeto, responsabilizo de mis actos y permito a los demás que hagan lo mismo.
Esto es liberador porque nos permite elegir desde la autenticidad, sin miedo. Nos permite abrir el corazón sin entregarlo. Nos prepara para recibir amor, sin exigirlo ni conformarnos con menos de lo que merecemos. Para ello, tenemos que vencer la creencia que nos limita y ser lo suficientemente humildes para mostrarnos como somos.
Ahí reside la belleza del ser humano, con todos sus matices, emociones y deseos de creer en sí mismo y su capacidad de amar.
Así que, quiérete mucho para que puedan amarte tanto.
Lucía Díaz Uceda
Psicóloga, Musicóloga y Musicoterapeuta Humanista
Experta en Dependencia Emocional y Amor Consciente