Todos los Grandes Iniciados cultivan una misma actitud, que es una actitud basada en la vigilancia. Así, Jesús constantemente habla de estar en vela, estar vigilantes, y critica a los hombre de mente embotada, o sea, una actitud basada en la vigilancia y en la autovigilancia, lo que llamaban los místicos “la guarda de los sentidos”, una actitud de ecuanimidad y desprendimiento, una actitud de amor y de caridad.
Esto es común a todos los Grandes Iniciados y ello no quiere decir que no sean firmes porque muchas personas piensan que la ecuanimidad o la compasión están reñidas con la firmeza y se puede ser muy ecuánime, muy compasivo y ser extraordinariamente firme como demostraron en todo momento Jesús y Buda. Tampoco fueron unos visionarios porque ellos sabían muy bien que el mundo está plagado de personas aviesas. Constantemente Buda decía: “Tened cuidado con los perversos”, y lo mismo decía Jesús que siempre insistía en que los enviaba a predicar entre lobos y que fuesen sabios como serpientes y prudentes como palomas.
Tanto Buda como Jesús son extraordinariamente exigentes y autoexigentes porque tratan de conseguir que los homoanimales que son los seres humanos se divinicen o se conviertan en humanos, por eso ambos trataron, con todo su esfuerzo, de humanizar este planeta que es La Tierra. A menudo están exhortando a sus discípulos a que crezcan, a que se desarrollen, a que pierdan su falsa personalidad y mengüen su ego para que pueda surgir el ser superior.
Ambos tienen un concepto de la vida muy parecido; cuando Buda se ilumina dice: “En verdad esta vida de los fenómenos es miserable”, y lo que trata es de proporcionar métodos para que podamos obtener el paraíso interior, una mente libre de odio, de ira, de ofuscación y de deseo. Jesús también considera que esta vida es altamente dolorosa y nos dá claves, métodos, prescripciones, actitudes, parábolas, analogías, toda clase de praxis para que podamos desarrollar lo mejor de nosotros mismos.
Los dos consideran que en el ser humano está lo adquirido, que es lo superficial –como la máscara de un actor-, y lo que es realmente genuino; uno le llama Nirvana, el otro le llama Cielo o Paraíso pero, al fin y al cabo, lo que ambos nos ofrecen es la posibilidad de peregrinar o hacer una singladura provechosa hacia un estado superior de la mente, porque el Paraíso no es solo para luego cuando desencarnemos. El Paraíso también se puede encontrar en esta vida si somos capaces de eliminar esa materia fecal que hay en nuestros pensamientos y conseguir un estado de unión con el Ser Supremo que para Jesús sería el Padre y para Buda sería lo Inefable o lo Incondicional. Ambos están señalando con diferentes dedos la misma luna.
Buda es el primer psicólogo del mundo y lo que enseña a la humanidad es a gozar sin apego y a sufrir sin generar mayor sufrimiento, resentimiento u odio; él sabía que lo primero que hay que enseñar es a madurar y a ver los hechos tal cual son.
Buda considera que el dolor hay que atravesarlo y ¿cómo se puede atravesar? Pues poniendo en marcha lo que él llama los Factores de Iluminación que, como semillas, están en todo ser humano y hay que desplegar, son:
-el esfuerzo correcto o energía,
– la atención mental,
– la ecuanimidad,
– el sosiego,
– el contento interior
– y la capacidad de ver las cosas como son.
De nada sirve estar haciendo componendas, composturas, paños calientes, porque ya dice Jesús: “Si al paño viejo le haces un remiendo, el remiendo tirará del paño y lo romperá”. Jesús invita a cambiar de mente, a crecer interiormente, a enterrar el pasado, las tradiciones, los adoctrinamientos, y los dos intentan confrontar al individuo con la realidad doliente y dolorosa de la vida porque, si no hubiera sufrimiento, no habría habido nunca ni un Buda, ni un Jesús, ni un Lao-tse, ni un Mahavira, ni psicoanalistas, ni psicoterapeutas…
¿Cuál es el gran problema del ser humano? El sufrimiento y porque hay sufrimiento vienen todos estos grandes seres para darnos pautas para superar o transformar ese sufrimiento.
Porque siempre me han apasionado estos dos grandes iniciados, en la cumbre de la consciencia, he publicado media docena de libros sobre Buda y sus enseñanzas, y varios libros sobre la doctrina oculta y mística de Jesús.
Ramiro Calle
Centro Shadak