La verdadera espiritualidad no pertenece a ninguna iglesia, organización, institución, grupo o orden. Es adogmática y propia de mentes librepensadoras. Se presenta como un camino tanto para creyentes como para agnósticos, independientemente de su perspectiva teológica. No se basa en creencias, sino en experiencias vividas, lo que permite que esta espiritualidad impregne todos los aspectos de nuestra vida diaria.
Más que una serie de ritos o prácticas, la verdadera espiritualidad es un modo de ser y sentirse. Es el arte de vivir plenamente, aprovechando cada instante para evolucionar conscientemente. Esta forma de conexión con lo sagrado no está ligada a cánticos, mantras o liturgias, que a menudo están inundados de dogmas y mentalidades estrechas.
Un Camino Hacia el Crecimiento Interior
El objetivo es alcanzar un crecimiento interior que brinde claridad a la mente y compasión al corazón. No se trata de caer en falsedades o en representaciones de religiosidad. Nadie posee el monopolio de la verdad; la búsqueda es personal y única.
Es común que ciertos gurús se desvíen de este camino. Es fundamental ser cauteloso con aquellos que pretenden guiar nuestras vidas, tal como lo expresó Krishnamurti, advirtiendo que tanto los gurús como los políticos pueden no ser de fiar.
Confianza en Uno Mismo
¿En qué creo? Creo en ti. Tú eres tu propio refugio, tu maestro, tu terapeuta, y tu mejor amigo. Al aprender a serlo, te conviertes en la fuente de luz que guía tu camino hacia la autorrealización. A veces, las personas se inquietan porque confío en su potencial, ya que buscan que otros asuman la responsabilidad de su crecimiento personal. Sin embargo, el verdadero viaje es personal y nadie puede atenuar el karma de otro.
La confianza que deposito en ti contrasta con la desconfianza hacia aquellos que se autodenominan gurús o salvadores. Te doy la bienvenida desde el corazón, mientras que prefiero mantener distancias con quienes pueden contaminar mi espacio espiritual.
Cuento de Intermediarios: Una Reflexión
Cuento de intermediarios.
En una reunión, tres gurús de distintas religiones discuten sobre cómo distribuyen las donaciones recibidas. El primero dice:
– Yo hago un círculo en el suelo y echo las monedas al aire. Las que quedan dentro del círculo se las doy a Dios y las que caen fuera son para mí.
El segundo, no queriendo ser menos, afirma:
– Yo también trazo un círculo. Lanzo las monedas y las que caen fuera son para Dios, mientras que las que caen dentro son mías.
Entonces, el tercero (el gurú de masas, naturalmente) añade:
– Trazaré un círculo y lanzo las monedas al aire. Las que caen, me las quedo yo, y las que no caen es porque Dios se las ha quedado.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak