El legado espiritual de la India es de un valor insuperable, como en cierto modo también lo es el artístico y científico. Lamentablemente en las últimas décadas la India ha vivido de talentos pasados e incluso buena parte de la sabiduría del yoga ha quedado seguramente sepultada, pues de la misma manera que el juego del ajedrez se originó en la India y hoy en día raras son las personas que lo practican, así el yoga durante mucho tiempo fue bastante ignorado en la Inida excepto en algunos círculos o ámbitos.Por lo menos los yoguis nómadas o que vivían en las ermitas himalayas o en comunidades místicas, siguieron velando por su esencia.
Fue en 1972 cuando empecé a incursionar en la India y a convertirme, por decirlo así, como algunos medios apuntaban, en un “cazador de hombres santos”. Ya en aquel primer viaje, en compañía de Almudena Hauríe y apoyado incondionalmente por ella, tuve ocasión de entrevistar a numerosos yoguis, sabios, eremitas y sadhus. Parte del material yóguico conseguido en esa esforzada y minuciosa exploración, recorriendo la India desde los Himalayas al Cabo Comorín y desde Bombay a la Bahía de Bengala, apareció en mi obra “La Sabiduría de los Grandes Yoguis”, que todavía se sigue reeditando con éxito.
Cuarenta años después el productor y director Nicolás Gauthier ha viajado a la India para seguir indagando en las fuentes del verdadero yoga y entrevistar, como hiciera yo, a yoguis y especialistas solventes para su extraordinario y bellísimo documental SADHAKA, LA SENDA DEL YOGA, que recomiendo vívamente a todas las persona, estén o no interesadas en esta antigua y fiable disciplina. Es un trabajo concienzudo, hermoso, sugerente e inspirador, mostrándonos el yoga verdadero.
La India es la cuna de las más depuradas místicas y metafísicas, del hinduísmo y el budismo, del jainismo y del tantra, así como de una soberbia literatura espiritual, como son los Upanishads, de los que dijo Schopenhauer: “Han sido el consuelo de mi vida y de mi muerte”.
Ramiro Calle
Centro Shadak